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2 Samuel 1:8 - Biblia Lenguaje Básico

8 Saúl entonces me preguntó: —¿Tú quién eres? Yo le respondí: —Soy un amalecita.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Y me preguntó: ¿Quién eres tú? Y yo le respondí: Soy amalecita.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 y él me contestó: “¿Quién eres?”. Le respondí: “Soy un amalecita”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Me dijo: ¿Quién eres tú? Le dije: Soy un amalecita.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Y él me preguntó: ¿Quién eres tú? Y le respondí: Soy un amalecita.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Él me preguntó: '¿Quién eres tú?'. Y le respondí: 'Soy amalecita'.

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2 Samuel 1:8
12 Referans Kwoze  

Después de eso regresaron a Cadés, y conquistaron todo el territorio de los amalecitas y también el de los amorreos que vivían en la región de Jasasón Tamar.


me llamó y yo me puse a sus órdenes.


Entonces él me ordenó: —Ven, acércate a mí, y remátame. Estoy agonizando, pero no acabo de morir.


Dicho esto, Balaán dirigió su mirada hacia donde estaba el pueblo de Amalec y entonó esta canción: «Amalec es nación poderosa, más poderosa que todas. Pero pronto será destruida».


En todo ese tiempo, David y sus hombres salían con frecuencia a atacar a los pueblos de la región, desde Telaím hasta Egipto, pasando por el desierto de Sur. Cuando David atacaba a los pueblos de Guesur, Guézer y Amalec, se llevaba ovejas, vacas, burros, camellos y ropa. Mataba a hombres y mujeres y no dejaba vivo a nadie para que nadie se enterara en Gat de todo lo que hacía. Cuando regresaba, si Aquís le preguntaba: —¿A quién has atacado hoy? Unas veces David le contestaba: —A mis compatriotas que viven al sur de Judá. Otras veces le decía: —He atacado a los que habitan al Sur de Jerajmel. Y otras veces le respondía: —He atacado a los que residen al sur de los quenitas.


Al cabo de tres días David y sus hombres llegaron a Siclag y descubrieron que los amalecitas habían hecho una incursión por el desierto del sur y habían atacado a Siclag incendiándola. No habían matado a nadie, pero se habían llevado como esclavos a mujeres, ancianos y niños. Entre las mujeres, se habían llevado a Ajinoán y a Abigail, las esposas de David. Al ver esto, David y sus hombres se echaron a llorar desconsoladamente y así estuvieron hasta que ya no tuvieron más fuerzas.


a continuación lo llevaron a David quien le preguntó: —¿De dónde vienes? ¿Al servicio de quién estás? —Soy egipcio —contestó aquel hombre—. Mi amo es un amalecita. Hace tres días me puse enfermo, y mi amo me abandonó aquí.


Al amanecer, David los atacó, y la batalla duró hasta la noche. David mató a todos los amalecitas. Solo se salvaron cuatrocientos jóvenes que montaron en camellos y lograron escapar.


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