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2 Reyes 8:7 - Biblia Lenguaje Básico

7 Tiempo después, Eliseo se fue a la ciudad de Damasco donde Benadad, el rey de Siria, estaba enfermo. Cuando comunicaron al rey que el profeta había llegado,

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Biblia Reina Valera 1960

7 Eliseo se fue luego a Damasco; y Ben-adad rey de Siria estaba enfermo, al cual dieron aviso, diciendo: El varón de Dios ha venido aquí.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Luego Eliseo fue a Damasco, la capital de Aram, donde el rey Ben-adad estaba enfermo. Cuando alguien le informó al rey que el hombre de Dios había llegado,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Eliseo se fue a Damasco. El rey de Aram, Ben-Hadad, estaba enfermo y le comunicaron la noticia de que el hombre de Dios había llegado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Y Eliseo fue a Damasco, y Ben-adad, rey de Siria, estaba enfermo, y le dijeron: El varón de Dios ha venido aquí.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Eliseo fue luego a Damasco. Ben Hadad, rey de Aram, estaba enfermo, y le dieron esta noticia: 'El varón de Dios ha llegado aquí'.

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2 Reyes 8:7
18 Referans Kwoze  

Al caer la noche, Abrán dividió a sus hombres y atacó por sorpresa a los cuatro reyes. Los derrotó y los persiguió hasta Jobá, ciudad que está al norte de Damasco.


para convertirse en el jefe de una banda de ladrones. Como David no paraba de perseguirlos, Rezón se fue a vivir a la ciudad de Damasco donde consiguió que lo nombraran rey.


Dios envió a un profeta desde Judá hasta Betel, donde Jeroboán estaba quemando incienso sobre el altar.


En respuesta, Asá tomó todo el oro y la plata que había en los tesoros del Templo y del palacio del rey y por medio de sus servidores se lo envió a Benadad, rey de Siria. Este vivía en la ciudad de Damasco y era hijo de Tabrimón y nieto de Jezyón. Junto con el oro y la plata, Asá mandó este mensaje a Benadad:


El rey de Siria que se llamaba Benadad, reunió a todo su ejército y a otros treinta y dos reyes aliados suyos que trajeron sus caballos y carros de combate. Todos juntos se dirigieron a la ciudad de Samaría, la rodearon y la atacaron.


Después Benadad le dijo: —Te voy a devolver las ciudades que mi padre le quitó al tuyo; además puedes poner negocios en Damasco, como hizo mi padre en Samaría. Ajab le contestó: —Con este compromiso yo te dejaré ir libre. Hizo, pues, Ajab un pacto amistoso con Benadad y lo dejó ir.


Cuando los profetas de la ciudad de Jericó vieron a Eliseo al otro lado del río, exclamaron: —Ahora Eliseo es el sucesor de Elías. Entonces fueron a su encuentro, se inclinaron delante de él en señal de respeto,


Guejazí, el sirviente de Eliseo, pensó: «El profeta Eliseo ha dejado ir a Naamán sin aceptar ningún regalo. Voy a correr detrás de él para conseguir algo. Lo juro por Dios».


Uno de sus oficiales contestó: —Ninguno, majestad. ¡Es Eliseo, el profeta de Israel, quien informa a su rey incluso de lo que tú hablas en lo más privado de tu dormitorio!


Tiempo después, Benadad, rey de Siria, reunió a todo su ejército y puso cerco a la ciudad de Samaría con intención de conquistarla. Nadie podía entrar ni salir, y los alimentos se acabaron.


El rey le hizo unas preguntas a la mujer y ella las contestó. Después, el rey llamó a uno de sus ayudantes y le dijo: —Devolved a esta mujer todo lo que le pertenecía y todo lo que han producido sus campos desde el momento en que se fue hasta ahora.


Damasco es tan solo la capital de Siria y Resín no es más que su rey; Samaría es tan solo la capital de Israel y Pécaj no es más que su rey. Dentro de sesenta y cinco años el reino de Israel dejará de ser una nación. Pero si vosotros no confiáis en mí, seréis derrotados por completo"».


Como Nebuzaradán vio indeciso a Jeremías, le dijo: —El rey de Babilonia ha nombrado a Godolías como gobernador de las ciudades de Judá. Quédate, si así lo prefieres, a vivir con él y con la gente de tu pueblo. Pero estás en libertad de ir adonde quieras. Dicho esto, Nebuzaradán le dio alimentos a Jeremías, le hizo un regalo y le dejó ir.


Como no los encontraron en la casa, apresaron a Jasón y a otros miembros de la iglesia, y los llevaron ante las autoridades de la ciudad diciendo a voces: —Pablo y Silas andan por todas partes causando problemas entre la gente. Ahora han venido aquí,


Poco antes de morir, Moisés, hombre de Dios, bendijo a los israelitas


Los de Gaza se enteraron de que Sansón estaba allí, así que rodearon el lugar y se pusieron a vigilar la entrada de la ciudad. Decidieron esperar toda la noche y matar a Sansón al amanecer.


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