6 Dios había hecho que el ejército de Siria escuchara ruidos como de carros de guerra, de caballos y de un gran ejército, por lo que los soldados se dijeron unos a otros: —¡El rey de Israel ha pagado a los reyes hititas y al rey de Egipto para que luchen contra nosotros!
6 Porque Jehová había hecho que en el campamento de los sirios se oyese estruendo de carros, ruido de caballos, y estrépito de gran ejército; y se dijeron unos a otros: He aquí, el rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los heteos y a los reyes de los egipcios, para que vengan contra nosotros.
6 Pues el Señor había hecho que el ejército arameo escuchara el traqueteo de carros de guerra a toda velocidad, el galope de caballos y los sonidos de un gran ejército que se acercaba. Por eso se gritaron unos a otros: «¡El rey de Israel ha contratado a los hititas y a los egipcios para que nos ataquen!».
6 Es que el Señor había hecho que se oyera en el campamento de los arameos un ruido de carros y de caballos, el estruendo de un inmenso ejército, ante lo cual se dijeron unos a otros: 'Seguramente el rey de Israel les pagó a los reyes de los hititas y de los egipcios para que vinieran a combatir con nosotros'.
6 Porque Adonay° había hecho oír en el campamento de los sirios estruendo de carros, y ruido de caballos, y estrépito de un gran ejército; y cada uno había dicho a su compañero: ¡He aquí el rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los hititas y a los reyes de Egipto para que vengan contra nosotros!
6 El Señor había hecho que en el campamento de los arameos se oyera un gran estruendo de carros, de caballos y de poderoso ejército, y se dijeron unos a otros: 'El rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los hititas y de los egipcios y vienen a atacarnos'.
Al darse cuenta los amonitas de que David se había enfadado mucho con ellos, contrataron a los arameos de Rejob y Sobá para que les ayudaran a luchar contra David. También contrataron a mil hombres del rey Maacá y a doce mil hombres de Tob. Los arameos enviaron a veinte mil soldados, que tomaron posiciones en el campo junto con los soldados de Tob y Maacá. Por su parte, los amonitas salieron a la guerra y se colocaron en orden de batalla a la entrada de la ciudad. Informado de ello, David envió a la batalla a Joab, junto con todo su ejército y sus mejores soldados.
oirás mis pasos por encima de los árboles. Lánzate entonces al ataque, porque esa es la señal de que yo voy delante de ti para destruir al ejército filisteo.
Cada uno de ellos mató a un enemigo del ejército de Siria. Los sirios huyeron y los israelitas los persiguieron. Benadad logró escapar a caballo acompañado de algunos jinetes.
¡Qué mal les va a ir a los que buscan ayuda en Egipto confiando en sus muchos caballos y en sus carros de guerra, pero no acuden para nada a Dios ni confían en el Santo de Israel!
Y si estás esperando a los egipcios, déjame decirte que los caballos y carros de combate de Egipto no harán temblar ni al más insignificante de mis soldados.
Contrató soldados extranjeros, todos muy fuertes y valientes, pero también ellos la abandonan, también ellos salen huyendo a toda prisa. Y es que ha llegado el día de su derrota, ha llegado el día de su castigo.
Sus cuerpos estaban protegidos con algo parecido a una armadura de hierro y sus alas resonaban como el estruendo de muchos carros tirados por caballos cuando entran en combate.
Los israelitas se quedaron quietos en sus puestos, rodeando el campamento enemigo. Entonces, todos los del ejército madianita salieron corriendo de su tienda y, dando gritos, emprendieron la fuga.
Además, Dios hizo que temblara la tierra por lo que se produjo un gran pánico tanto en el campamento y el ejército filisteo, como entre la gente de toda la región.
David se dirigió entonces a Ajimélec, el hitita, y a Abisay, que era hijo de Seruyá, y les dijo: —¿Quién me quiere acompañar al campamento de Saúl? —Yo te acompaño —le contestó Abisay.