Biblia Todo Logo
Bib sou entènèt

- Piblisite -





2 Reyes 5:7 - Biblia Lenguaje Básico

7 Cuando el rey de Israel leyó la carta, se angustió tanto que rasgó su ropa y dijo: —¡Yo no soy Dios! No puedo dar vida ni quitarla. ¿Por qué el rey de Siria me manda este hombre para que lo cure de su lepra? Seguramente está buscando un pretexto para hacerme la guerra.

Gade chapit la Kopi


Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que este envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.

Gade chapit la Kopi

Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Cuando el rey de Israel leyó la carta, horrorizado, rasgó sus vestiduras y dijo: «¿Acaso soy Dios para dar vida y quitarla? ¿Por qué este hombre me pide que sane a alguien con lepra? Creo que solo busca pelear conmigo».

Gade chapit la Kopi

Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Al leer la carta, el rey de Israel rasgó su ropa diciendo: '¿Acaso soy un dios para hacer morir o devolver la vida? ¡Ese me pide que le quite a éste la lepra! ¡Fíjense y díganme si esto no es más que para buscarme pelea!'

Gade chapit la Kopi

La Biblia Textual 3a Edicion

7 Y sucedió que al leer la carta, el rey de Israel rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Acaso soy ’Elohim para matar o para hacer vivir, para que éste me envíe a un hombre a curarlo de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.

Gade chapit la Kopi

Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras y exclamó: '¿Es que yo soy Dios para que pueda quitar o dar la vida, y por eso éste me envía un hombre para que lo cure de la lepra? Reparad y ved que está buscando ocasión de querella contra mí'.

Gade chapit la Kopi




2 Reyes 5:7
19 Referans Kwoze  

Jacob se enfadó con ella, y le dijo: —¿Acaso crees que yo soy Dios? ¡Él es quien no te deja tener hijos!


Cuando Rubén regresó y vio que José ya no estaba en el pozo, rasgó su ropa en señal de tristeza;


Pero José los tranquilizó, y con mucho cariño les dijo: —No tengáis miedo, que yo no soy Dios. Vosotros quisisteis hacerme daño, pero Dios cambió todo para bien. Habéis visto lo que ha sucedido: cómo Dios ha salvado la vida de mucha gente. Así que no tengáis miedo pues yo voy a cuidar de vosotros y de vuestros hijos.


De nuevo David le preguntó: —¿De dónde dices que eres? Él respondió: —Soy hijo de un amalecita que vino a vivir en Israel. Entonces David le dijo: —¿Y cómo te atreviste a rematar a quien Dios eligió como rey de su pueblo? Tú mismo reconoces tu culpa al decir: «Yo maté al elegido de Dios». Enseguida ordenó David a uno de sus oficiales que diera muerte al amalecita, y así lo hizo el oficial. A continuación David y todos los que estaban con él, rasgaron sus ropas para mostrar su tristeza por la muerte de Saúl y Jonatán y por la de todos los israelitas caídos en el campo de batalla. Luego rompieron a llorar y ayunaron durante todo el día.


Entonces el rey de Israel llamó a los líderes del país y les dijo: —Ya veis cómo este hombre solo busca hacerme daño. Me ha pedido mis mujeres e hijos, mi plata y oro, y le he dicho que le daré todo.


Allí vio a Joás de pie, al lado de la columna del Templo, como era la costumbre al nombrarse un rey. Junto a él estaban los capitanes y los músicos; la gente, llena de alegría, tocaba las trompetas. Entonces Atalía rasgó sus vestidos y gritó: —¡Traición! ¡Traición!


Después Eliaquín, Sebná y Joaj rasgaron su ropa en señal de angustia, y fueron a contarle al rey Ezequías lo que había dicho el oficial asirio.


llevando la carta para el rey de Israel, en la cual el rey de Siria decía: «Te envío esta carta para que sepas que Naamán, general de mi ejército, va de mi parte, y quiero que lo cures de su lepra».


El rey y los jefes escucharon las palabras escritas en el libro, pero ni les hicieron sentir miedo ni se mostraron arrepentidos.


Es algo tan difícil que solo los dioses podrían darle una respuesta, ¡pero ellos no viven en este mundo!


Entonces los israelitas dijeron: ¡Volvamos a Dios! Aunque él nos ha castigado mucho, también nos dará su perdón.


Josué y Caleb, que eran dos de los que habían ido a explorar el país, se rasgaron la ropa


Al escuchar esto, el jefe de los sacerdotes rasgó sus ropas para mostrar su enfado, y dijo: —¡Ha insultado a Dios! Ya no necesitamos más pruebas. Dice que él es Dios. ¿Qué os parece? —¡Que muera! —contestaron todos.


Pero en realidad trataban de ponerle una trampa, para ver si decía algo fuera de lugar y así poder atraparlo.


Cuando Bernabé y Pablo se dieron cuenta de lo que pasaba, se rasgaron la ropa para mostrar su rechazo, se pusieron en medio de todos y gritaron:


Si fuerais más listos, conoceríais el castigo que os espera.


¡Daos cuenta ahora de que yo soy el único Dios! No hay otros dioses conmigo; solo yo sano las heridas; solo yo doy la vida y solo yo puedo quitarla. Nadie puede escapar de mi poder.


Dios nos da la muerte y la vida, nos hace sufrir y nos hace gozar.


Swiv nou:

Piblisite


Piblisite