2 Reyes 3:2 - Biblia Lenguaje Básico2 Jorán ofendió a Dios, y se comportó mal, aunque no tanto como su padre y su madre, pues destruyó el lugar que su padre había preparado para adorar a Baal. Gade chapit laPlis vèsyonBiblia Reina Valera 19602 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, aunque no como su padre y su madre; porque quitó las estatuas de Baal que su padre había hecho. Gade chapit laBiblia Nueva Traducción Viviente2 Joram hizo lo malo a los ojos del Señor, aunque no tanto como su padre y su madre. Por lo menos derribó la columna sagrada de Baal que su padre había levantado. Gade chapit laBiblia Católica (Latinoamericana)2 hizo lo que le disgusta a Yavé, pero no tanto como su padre y su madre, porque mandó quitar la piedra que había levantado su padre en honor a Baal. Gade chapit laLa Biblia Textual 3a Edicion2 E hizo lo malo a ojos de YHVH, aunque no tanto como su padre y su madre, pues quitó el pilar de Baal que había erigido su padre. Gade chapit laBiblia Serafín de Ausejo 19752 Hizo lo que es malo a los ojos de Yahveh, aunque no tanto como su padre y su madre, pues retiró la estela de Baal que su padre había fabricado. Gade chapit la |
Cuando Ajab escuchó estas palabras, rasgó sus ropas en señal de arrepentimiento, se vistió de ropas ásperas y ayunó. Entonces Dios dijo a Elías: —¿Has visto cómo Ajab se ha arrepentido por el mal que ha hecho? Por eso no voy a castigar a su familia mientras él viva; esperaré a que su hijo sea rey. Y es que antes de Ajab, nadie se había portado tan mal con Dios como él. Aunque en realidad fue su mujer Jezabel la culpable de que Ajab se portara tan mal. Lo más odioso que hizo Ajab fue adorar a los ídolos, como lo habían hecho los amorreos, antes de que Dios los expulsara del territorio israelita.
Manasés puso la imagen de la diosa Astarté en el Templo de Dios, practicó la hechicería y la brujería, y se hizo amigo de los espiritistas y los brujos. También hizo quemar a su hijo como un sacrificio. Su comportamiento fue tan malo, que Dios se enfureció con él. Dios había dicho a David y a su hijo Salomón: «Entre todas las tribus de Israel, he elegido a Jerusalén y a este Templo como lugar donde se invoque mi nombre para siempre.