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2 Reyes 24:2 - Biblia Lenguaje Básico

2 Entonces Dios envió bandas de caldeos, sirios, moabitas y amonitas, para que atacaran y destruyeran Judá. Así se cumplió lo que Dios había anunciado por medio de sus profetas.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Pero Jehová envió contra Joacim tropas de caldeos, tropas de sirios, tropas de moabitas y tropas de amonitas, los cuales envió contra Judá para que la destruyesen, conforme a la palabra de Jehová que había hablado por sus siervos los profetas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Entonces el Señor mandó contra Judá bandas de saqueadores babilonios, arameos, moabitas y amonitas a fin de destruirla, tal como el Señor lo había prometido por medio de sus profetas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Yavé envió contra Joaquim a bandas de caldeos, de arameos, de moabitas y de amoneos, las mandó contra Judá para hacerlo desaparecer, según la palabra que había dicho Yavé por boca de sus servidores los profetas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Entonces YHVH envió contra él cuadrillas de caldeos, cuadrillas de sirios, cuadrillas de moabitas, y cuadrillas de amonitas. Las envió contra Judá para destruirla, conforme a la palabra que YHVH había hablado por mano de sus siervos los profetas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Entonces Yahveh envió contra él bandas de caldeos, arameos, moabitas y amonitas; las envió contra Judá para destruirlo, según el oráculo que Yahveh había pronunciado por medio de sus siervos los profetas.

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2 Reyes 24:2
26 Referans Kwoze  

«En el futuro, todo lo que hay en tu palacio será llevado a Babilonia. Se llevarán todo lo que juntaron tus antepasados hasta el día de hoy. No va a quedar nada.


«Yo voy a traer la desgracia sobre este lugar y sus habitantes; voy a hacer que se cumplan todas las amenazas del libro que ha sido leído ante el rey.


Por eso Dios decidió rechazar a Judá, como lo hizo con Israel, y rechazar a Jerusalén, la ciudad que había elegido, y al Templo construido para que en él se invocara su nombre.


Entonces el rey de Israel preparó una gran fiesta para ellos. Después que comieron y bebieron, los despidió; entonces ellos volvieron adonde estaba su rey. A partir de ese día, los sirios no molestaron más a los israelitas.


Entonces Dios hizo que los jefes del ejército del rey de Asiria atacaran a los israelitas. Los asirios apresaron a Manasés y lo humillaron: le pusieron un gancho en la nariz, lo ataron con cadenas de bronce y se lo llevaron prisionero a Babilonia.


Aún no había terminado de hablar ese hombre cuando otro mensajero llegó y le dijo: —¡Tres grupos de bandidos de la región de Caldea nos atacaron, mataron a los criados y se llevaron los camellos! ¡Solo yo pude escapar para darte la noticia!


Viene Dios con los instrumentos de su ira, viene desde una tierra lejana para destruir por completo al país.


El enemigo os arrasará cada vez que os ataque. Y os atacará un día tras otro, durante el día y durante la noche. Solo con oírlo, temblaréis de miedo.


Dios mandará contra Judá al rey de Asiria que atacará al rey y a todo su pueblo. Sucederán cosas muy terribles, cosas que no se habían visto desde que el reino de Israel se separó del reino de Judá.


¡Y yo que lo consideraba un ave de muchos colores amenazada por los buitres! Son muchos los enemigos que vendrán a atacarlo; ¡vendrán como animales salvajes, y devorarán a mi pueblo! Alguna vez fue un hermoso viñedo, pero yo mismo lo destruiré, y todo quedará hecho un desierto. Mi pueblo trabajará en vano; sembrará trigo, pero cosechará espinos. ¡Por causa de mi intenso enojo se dañarán todas sus cosechas! Los enemigos se reunirán en las dunas del desierto. Todo el país quedará arruinado, pero eso a nadie le importará. ¡No habrá paz para nadie!


Dios comunicó al profeta Jeremías un mensaje para todo el pueblo de Judá. Se lo comunicó cuando Joacín, hijo de Josías llevaba cuatro años como rey de Judá y hacía un año que Nabucodonosor reinaba en Babilonia.


voy a enviar contra vosotros a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y a todos los pueblos del norte. Ese rey está a mi servicio, así que lo enviaré contra esta nación y sus habitantes, y contra los pueblos de alrededor. Voy a destruirlos por completo; voy a convertirlos en un montón de ruinas, en objeto de horror y de burla. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Además de Jeremías, el profeta Urías, hijo de Semaías, que era del pueblo de Quiriat Jearín, habló en contra de Jerusalén y del país.


yo destruiré el Templo de Jerusalén lo mismo que destruí el santuario de Siló, y esta ciudad será objeto de burla y de maldición.


Voy a permitir que el rey de Babilonia y sus soldados se apoderen de Jerusalén.


Pero cuando el rey de Babilonia invadió Israel, ellos decidieron refugiarse en Jerusalén, para escapar del ejército de Babilonia y de Siria.


Los prisioneros que Nabucodonosor se llevó a Babilonia fueron un total de 4600, distribuidos de la siguiente manera: A los siete años de su reinado: 3023 judíos. A los dieciocho años de su reinado: 832 habitantes de Jerusalén. A los veintitrés años de su reinado: 745 judíos, que se llevó Nebuzaradán, el capitán de su guardia.


Un montón de escombros es ahora Jerusalén. Suplicante pide ayuda, pero nadie la consuela. Dios mismo ordenó a sus enemigos que la atacaran y la convirtieran en objeto de desprecio.


Las naciones vecinas se juntaron con la intención de apresarlo; le tendieron una trampa y cayó en ella.


Vendrán los babilonios, los caldeos, los de Pecod, Soa y Coa. Vendrán también los asirios con sus dirigentes y oficiales, esos jóvenes bien parecidos y elegantemente uniformados que saben montar a caballo.


¡Pues bien, por vuestra culpa el monte de Sion se convertirá en campo lleno de maleza y Jerusalén será una pura ruina.


Voy a hacer que los babilonios os ataquen sin piedad. Son un pueblo muy cruel y recorren el mundo para adueñarse de la tierra de los demás.


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