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2 Reyes 18:4 - Biblia Lenguaje Básico

4 Quitó los santuarios locales de las colinas y destruyó todas las imágenes de Astarté. También hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque los israelitas la consideraban como un dios y le quemaban incienso; la llamaban Nejustán.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Él quitó los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Él quitó los santuarios paganos, destrozó las columnas sagradas y derribó los postes dedicados a la diosa Asera. Hizo pedazos la serpiente de bronce que Moisés había hecho, porque la gente de Israel seguía ofreciéndole sacrificios. La serpiente de bronce se llamaba Nehustán.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Hizo desaparecer los Altos Lugares, rompió las piedras paradas, derribó los postes sagrados y destruyó hasta la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta ese entonces los israelitas la llamaban Nejustán y le ofrecían incienso.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Él quitó los lugares altos, hizo trizas las estatuas, y taló la Asera. También hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, a la cual la llamó Nehustán,° porque hasta aquellos días los hijos de Israel le quemaban incienso.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Él fue quien suprimió los lugares altos, rompió las estelas, taló los aserás y destrozó la serpiente de bronce que había fabricado Moisés, porque hasta aquellos días los israelitas quemaban incienso ante ella. La llamaban Nejustán.

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2 Reyes 18:4
30 Referans Kwoze  

Josafat se comportó siempre bien y agradó a Dios tal como lo había hecho su padre Asá.


sacaron las imágenes de Astarté y las quemaron.


Después todos fueron al templo de Baal y lo derribaron. Destruyeron también los altares y las imágenes de los ídolos. En cuanto al sacerdote de Baal, que se llamaba Matán, le cortaron la cabeza delante de los altares. Joyadá dejó un gurpo de guardia vigilando el Templo de Dios.


Joás se comportó bien ante Dios, pues así se lo había enseñado el sacerdote Joyadá.


no quitó los santuarios locales donde el pueblo seguía quemando incienso y ofreciendo sacrificios a los dioses.


Jotán construyó la puerta superior del Templo de Dios; sin embargo, no quitó los santuarios locales de las colinas, en los que la gente seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso.


Sin embargo, no quitó los santuarios locales de las colinas, en los que la gente seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso.


Luego Ajaz ordenó al sacerdote Urías: —Utiliza el altar que acabas de construir para ofrecer los sacrificios de la mañana, la ofrenda de cereales de la tarde, el sacrificio de animales quemados que corresponde ofrecer al rey junto con la correspondiente ofrenda de cereales; ofrece también sobre ese altar el sacrificio que corresponde al pueblo, y luego rocía el altar con la sangre de los animales sacrificados. En cuanto al altar de bronce, ya decidiré qué debe hacerse con él.


Y si me dices que confías en tu Dios, entonces por qué has quitado todos los altares y has ordenado que tu pueblo lo adore solamente en Jerusalén.


Reconstruyó los santuarios locales que su padre Ezequías había destruido, hizo imágenes de la diosa Astarté y edificó altares para dar culto a Baal. También siguió el mal ejemplo del rey Ajab y adoró a todos los astros del cielo.


Después de destruir esas imágenes, llenó de huesos humanos los lugares donde habían estado.


El rey Josías ordenó que sacaran del Templo todos los objetos que se usaban para dar culto a Baal, a Astarté y a todos los astros del cielo. Los sacerdotes, su jefe Jilquías y los encargados de cuidar el Templo cumplieron sus órdenes. Luego el rey ordenó que quemaran todo en los campos cercanos al arroyo Cedrón, en las afueras de Jerusalén, y que llevaran las cenizas a Betel.


Sin embargo, a Dios le agrada que hayas destruido en todo el país las imágenes de Astarté, y que lo ames con sinceridad.


Cuando terminó la celebración, todos los israelitas que se encontraban allí fueron a las ciudades de Judá, y al territorio de las tribus de Judá, Benjamín, Efraín y Manasés, y destrozaron todas las imágenes de los ídolos que la gente adoraba. También destruyeron las imágenes de la diosa Astarté, y los santuarios locales de las colinas. No descansaron hasta acabar con todo eso. Luego regresaron a sus ciudades, cada uno a su hogar.


Reconstruyó los santuarios locales que su padre Ezequías había destruido, hizo imágenes de la diosa Astarté y edificó altares para dar culto a Baal, y adoró a todos los astros del cielo.


Dios se puso muy furioso y rechazó del todo a Israel; se sintió traicionado por los israelitas, pues adoraron a dioses falsos y les construyeron santuarios.


No debes adorar a los dioses de esos pueblos. Al contrario, debes destruir sus ídolos y sus altares.


Al contrario, deberéis destruir completamente sus altares y sus ídolos.


Y si me dices que confías en tu Dios, entonces por qué has quitado todos los altares y has ordenado que tu pueblo lo adore solamente en Jerusalén.


Destruiré los lugares de culto que habéis levantado en las colinas, destruiré los altares donde ofrecéis incienso a los ídolos y amontonaré vuestros cadáveres encima de esos ídolos.


Yo hice de intermediario entre Dios y vosotros para comunicaros el mensaje de Dios, pues todos teníais miedo del fuego. Por eso no subisteis al monte. Fue allí donde Dios dijo:


Lo que vosotros debéis hacer es derribar los altares de esa gente y destruir y quemar los ídolos que adoran, especialmente las imágenes de la diosa Astarté.


Aquella misma noche, Dios dijo a Gedeón: —Del ganado de tu padre toma el toro de siete años. Destruye el altar de Baal que ha levantado tu padre y derriba el árbol sagrado que está junto al altar de Baal.


A la mañana siguiente, cuando los habitantes de la ciudad se levantaron, vieron que el altar de Baal había sido destruido, y que habían derribado el árbol sagrado que estaba junto a él. Vieron, además, que un toro había sido sacrificado sobre el nuevo altar.


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