7 Llamó entonces el rey Joás al sumo sacerdote Joiada y a los sacerdotes, y les dijo: ¿Por qué no reparáis las grietas del templo? Ahora, pues, no toméis más el dinero de vuestros familiares, sino dadlo para reparar las grietas del templo.
7 Entonces el rey Joás mandó llamar a Joiada y a los demás sacerdotes y les preguntó: «¿Por qué no han reparado el templo? Ya no tomen más dinero para sus propias necesidades. De ahora en adelante, todo debe usarse en la reparación del templo».
7 Y el rey Joás llamó al sacerdote Joiada y a los sacerdotes, y les dijo: ¿Por qué no habéis reparado los daños de la Casa? Ahora pues, no os quedaréis más con la plata de vuestros conocidos, sino que la entregaréis para reparar los daños de la Casa.
Al séptimo año, el sacerdote Joyadá mandó llamar a los capitanes de la guardia personal del rey y a los jefes de la guardia del palacio, y los hizo venir al Templo de Dios para hablar con ellos. Allí Joyadá les hizo jurar que guardarían en secreto lo que les iba a revelar. Luego les mostró al hijo del rey,
cuando Jehú llevaba ya siete años reinando en Samaría. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró cuarenta años. Su madre era de Beerseba, y se llamaba Sibiá.
Entonces Joás llamó al sacerdote Joyadá y a los demás sacerdotes, y les preguntó: —¿Por qué no habéis reparado todavía los desperfectos del Templo? Os prohíbo pedir a la gente más dinero. Y lo que tenéis entregadlo para que se hagan las reparaciones que ordené.
Pero Joab le contestó: —Yo pido a Dios que multiplique a tu pueblo, y que lo haga cien veces más grande de lo que ahora es. Pero si ya todos te servimos fielmente, ¿para qué quieres saber cuántos somos? Lo único que vas a conseguir es que Dios nos castigue.
Al séptimo año, Joyadá se armó de valor y llamó a los siguientes capitanes del ejército: Azarías, hijo de Jeroján; Ismael, hijo de Yojanán; Azarías, hijo de Obed; Maasías, hijo de Adaías; y Elisafat, hijo de Zicrí. Hizo un pacto con ellos y recorrieron todo el territorio de Judá, y reunieron a los levitas que residían en las distintas ciudades y a los jefes de las familias de Israel, para que fueran con ellos a Jerusalén. Cuando llegaron, todos los que se habían reunido hicieron un pacto con el rey Joás en el Templo de Dios. Joyadá les dijo: —Mirad, este es el hijo de Ocozías. Él debe reinar ahora según prometió Dios a David acerca de sus descendientes.