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2 Reyes 10:5 - Biblia Lenguaje Básico

5 Entonces le respondieron: —Nosotros te serviremos a ti, y haremos lo que nos ordenes; pero de ninguna manera nombraremos un rey. Haz lo que te parezca mejor.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

5 Y el mayordomo, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los ayos enviaron a decir a Jehú: Siervos tuyos somos, y haremos todo lo que nos mandes; no elegiremos por rey a ninguno, haz lo que bien te parezca.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Así que los administradores del palacio y de la ciudad, junto con los ancianos y con los tutores de los hijos del rey, enviaron el siguiente mensaje a Jehú: «Somos sus sirvientes y haremos todo lo que nos diga. No proclamaremos rey a nadie; haga lo que mejor le parezca».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 El mayordomo del palacio, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los que educaban a los hijos del rey dieron a Jehú esta respuesta: 'Somos tus servidores y haremos todo lo que nos pidas. No proclamaremos rey. Haz lo que mejor te parezca'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y el que estaba sobre el palacio, y el que estaba sobre la ciudad, y los ancianos, y los tutores, enviaron a decir a Jehú: ¡Somos tus siervos y haremos todo lo que nos digas! No proclamaremos rey a nadie; haz lo que te parezca bien ante tus ojos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Y el mayordomo del palacio, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los preceptores enviaron a decirle: 'Somos tus siervos y haremos cuanto nos digas. No proclamaremos rey a nadie; haz tú lo que mejor te parezca'.

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2 Reyes 10:5
11 Referans Kwoze  

Así pues, los oficiales se pusieron ropas usadas y una soga al cuello. Después fueron a ver al rey de Israel y le dijeron: —Benadad, que es tu siervo, te ruega que le perdones la vida. Ajab les preguntó: —¿Vive todavía Benadad? ¡Pero si él es mi amigo!


El rey de Israel contestó: —Hágase como tú dices, majestad; yo mismo y todo lo que tengo es tuyo.


Entonces Jehú les escribió otra carta en la que les decía: «Si de verdad estáis de mi parte, cortad la cabeza a los hijos de Ajab. Y mañana a esta misma hora, venid a Jezrael y traedme sus cabezas». Los setenta hijos del rey Ajab estaban con los líderes que eran los encargados de educarlos.


Ezequías mandó entonces un mensajero a Laquis, donde estaba el rey de Asiria, con el siguiente mensaje: —Hice mal en negarme a pagarte los impuestos. Retírate de mi país, y te pagaré lo que me pidas. Entonces Senaquerib exigió a Ezequías un impuesto de nueve mil novecientos kilos de plata y novecientos noventa kilos de oro.


Si esos profetas de verdad hablan de parte de Dios, lo que tienen que hacer es pedir a Dios que los babilonios no se lleven los utensilios que aún quedan en el Templo, en el palacio del rey y en Jerusalén. Repito: ¡no les hagáis caso! Es mejor que os rindáis al rey de Babilonia, y seguiréis con vida. ¿Por qué ha de convertirse Jerusalén en un montón de ruinas?


¡Yo no soy su padre ni su madre! ¡No tengo por qué cargar con ellos como si fuera una madre con un bebé de pecho y llevarlos al territorio que tú les vas a dar!


Si alguno quiere servirme, que me siga y donde yo esté, allí estará también el que me sirva, y mi Padre le premiará.


Nuestros jefes y toda la gente que vive en nuestro país nos dijeron: —Llevad alimentos para un viaje largo, id a encontraros con el pueblo de Israel y decidles: «Queremos ponernos a vuestro servicio y hacer un pacto con vosotros.


Los gabaonitas respondieron a Josué: —Queremos ponernos a tu servicio. Josué volvió a preguntarles: —Pero ¿quiénes sois y de dónde venís?


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