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2 Reyes 10:11 - Biblia Lenguaje Básico

11 Jehú mató también a todos los descendientes de Ajab que vivían en Jezrael, así como a todos sus oficiales, a sus mejores amigos y a sus sacerdotes. No dejó a ninguno con vida.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

11 Mató entonces Jehú a todos los que habían quedado de la casa de Acab en Jezreel, a todos sus príncipes, a todos sus familiares, y a sus sacerdotes, hasta que no quedó ninguno.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Después Jehú mató a los demás parientes de Acab que vivían en Jezreel, a todos sus funcionarios importantes, a sus amigos personales y a sus sacerdotes. Así que a Acab no le quedó ningún descendiente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Jehú dio muerte a todos los que aún estaban vivos de la casa de Ajab en Yizreel: a sus consejeros, sirvientes, sacerdotes; no dejó a nadie con vida.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y Jehú dio muerte a todos los que habían quedado de la casa de Acab en Jezreel, a todos sus grandes, a sus amigos, y a sus sacerdotes, hasta no dejarles remanente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Así que Jehú hizo matar a todos los que quedaban de la casa de Ajab en Yizreel: a todos sus magnates, a sus familiares y a sus sacerdotes, sin dejar ni un solo superviviente.

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2 Reyes 10:11
25 Referans Kwoze  

Por eso castigaré a tu familia. Voy a hacer que todos los hombres de tu familia mueran. No quedará ninguno de ellos con vida en Israel. Así como se barre el estiércol de los animales hasta que no queda nada, así haré desaparecer a tus descendientes.


y empezó su reinado matando a toda la familia de Jeroboán. No dejó a nadie con vida. De esta manera se cumplió lo que Dios había dicho por medio del profeta Ajías de Siló.


Tan pronto como Zimrí comenzó a reinar, mató a toda la familia de Basá y a todos sus amigos.


Ordena que los israelitas se reúnan conmigo en el monte Carmelo. Que vayan también los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de la diosa Astarté, a los que Jezabel les da de comer.


Entonces Elías les dijo: —¡Apresad a los profetas de Baal! ¡Que no se escape ninguno! Una vez que el pueblo los apresó, Elías mandó que los llevaran al arroyo Quisón y allí los hizo matar.


Dios hará con tu familia lo mismo que hizo con la de Jeroboán, hijo de Nabat, y con la de Basá, hijo de Ajías. Porque has hecho pecar a Israel, y eso ha provocado la ira de Dios.


Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, que eran alrededor de cuatrocientos, y les preguntó: —¿Debo atacar a Ramot de Galaad para recuperarla? Los profetas le contestaron: —Atácala. Porque Dios te la va a entregar.


Después Jehú se dirigió a Samaría. En el camino, pasó por un lugar llamado Betequed de los Pastores.


Después mató sobre los altares a todos los sacerdotes de esos santuarios, quemando sobre ellos huesos humanos. Cuando regresó a Jerusalén,


Tú eliminarás a toda la familia del rey Ajab. De esa manera les darás el castigo que se merecen, pues Jezabel ordenó matar a los profetas que fueron fieles a Dios.


Dios hará con la familia de Ajab lo mismo que hizo con la familia de Jeroboán, hijo de Nabat, y con la familia de Baasá, hijo de Ajías.


Pero Dios había decidido que esta visita a Jorán se convirtiera en la desgracia de Ocozías. Dios había elegido a Jehú, hijo de Nimsí, para que acabara con toda la familia de Ajab. Y así sucedió: Jehú encontró a los principales jefes de Judá y a los sobrinos de Ocozías, que este tenía a su servicio, y los mató. Entonces Ocozías, que había salido con Jorán para encontrarse con Jehú,


En el pueblo donde vivía, no le queda ningún pariente.


¡Haz que sus descendientes pronto desaparezcan y que nadie se acuerde de él en el futuro!


pero deja que sean destruidos, junto con los malhechores, los que prefieren hacer el mal. ¡Que haya paz en Israel!


Quien anda con sabios aprende a ser sabio; quien se junta con necios acabará en la ruina.


Entonces Dios dijo a Oseas: El rey Jehú ha cometido muchos crímenes en el valle de Jezrael. Por lo tanto, en ese mismo valle castigaré a sus descendientes, derrotando a su ejército y acabando con el reino de Israel. Por eso, a tu hijo le pondrás por nombre Jezrael.


Dios también concedió a los israelitas la victoria sobre esta ciudad y sobre su rey, y mataron a todos sus habitantes. Josué mató al rey de Libná, como lo había hecho con el rey de Jericó. No se salvó ninguno.


Dios concedió la victoria a los israelitas que derrotaron y persiguieron a sus enemigos hacia el norte, hasta la gran ciudad de Sidón, llegando hasta Misrefot, y hasta el valle de Mispá, al este. Los soldados de Josué siguieron luchando hasta no dejar a nadie con vida.


Pero el monstruo fue capturado junto con el falso profeta que en su presencia había hecho maravillas. El falso profeta era el que había engañado con milagros a los que se dejaron poner la marca del monstruo y adoraron su estatua. Los dos fueron lanzados vivos a un lago ardiente de fuego y azufre.


Y el diablo, que los había engañado, será arrojado al lago donde el azufre arde en llamas. Allí serán también arrojados el monstruo y el falso profeta, y allí serán atormentados todos ellos para siempre, de día y de noche.


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