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2 Reyes 1:9 - Biblia Lenguaje Básico

9 Entonces envió a un capitán con cincuenta soldados para que buscaran a Elías. Cuando el capitán encontró a Elías sentado en lo alto de un monte, le dijo: —Profeta, el rey ordena que bajes a verlo.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Luego envió a él un capitán de cincuenta con sus cincuenta, el cual subió a donde él estaba; y he aquí que él estaba sentado en la cumbre del monte. Y el capitán le dijo: Varón de Dios, el rey ha dicho que desciendas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Entonces envió a un capitán del ejército con cincuenta soldados para que lo arrestaran. Lo encontraron sentado en la cima de una colina, y el capitán le dijo: —Hombre de Dios, el rey te ordena que vengas con nosotros.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Despachó entonces a cincuenta hombres con su jefe, que subieron para buscar a Elías; éste estaba sentado en la cumbre de un cerro. El jefe le gritó: '¡Hombre de Dios, por orden del rey, baja!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Entonces le envió un capitán de cincuenta con sus cincuenta, el cual subió a él (pues estaba sentado en la cumbre del monte), y le dijo: ¡Varón de Dios, el rey ha ordenado que bajes!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Y mandó un jefe de cincuenta con sus cincuenta hombres, que salió en busca de él. Lo hallaron sentado en la cima del monte. El jefe le dijo: 'Hombre de Dios, el rey ordena que bajes'.

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2 Reyes 1:9
22 Referans Kwoze  

Entonces la mujer dijo a Elías: —¿Qué tienes contra mí, hombre de Dios? ¿Has venido a recordarme mis pecados y a castigarme con la muerte de mi hijo?


cuando Jezabel comenzó a matar a los profetas de Dios, Abdías tomó a cien de ellos, los dividió en dos grupos de cincuenta, los escondió en dos cuevas y allí los alimentó con pan y agua.


Y Ajab se fue a comer y beber. Entonces Elías subió a lo alto del monte Carmelo; allí se arrodilló en el suelo y apoyó la cara entre las rodillas.


Entonces Jezabel mandó un mensajero a decirle a Elías: —Te voy a matar como tú hiciste con los profetas de Baal. Que los dioses me castiguen sin piedad si mañana, a esta misma hora, no estás muerto.


El rey de Israel le respondió: —Hay un profeta al que podemos consultar. Se llama Miqueas y es hijo de Jimlá. Pero yo lo odio porque nunca me anuncia cosas buenas, sino siempre malas. Josafat le dijo: —No digas eso.


Después, Eliseo se dirigió al monte Carmelo, y de allí volvió a la ciudad de Samaría.


La mujer fue a ver al profeta, que estaba en el monte Carmelo. Cuando Eliseo la vio, dijo a Guejazí, su sirviente: —Mira, allá a lo lejos viene la mujer del pueblo de Sunán.


y las llevé al Templo. Nos reunimos en la sala de los hijos de Janán, hijo de Jigdalías, que era un hombre de Dios. Esta sala se encontraba junto a la de los jefes, y estaba encima de la de Maasías, hijo de Salún, que era el que vigilaba la entrada del Templo.


Así que Amasías se dirigió a Amós y le dijo: —Tú, que dices que has visto lo que va a suceder, vete a Judá y gánate allí la vida como profeta.


Tiempo atrás, Juan el Bautista le había dicho a Herodes: —¡Lo que has hecho no está bien! Herodías es la mujer de tu hermano Felipe, y tú te has casado con ella. Entonces Herodes ordenó que lo arrestaran, lo encadenaran y lo pusieran en la cárcel.


y le decían: —Mesías, ¡adivina quién te ha pegado!


le colocaron en la cabeza una corona hecha con ramas de espinos, y le pusieron una vara en la mano derecha. Luego se arrodillaron ante él y burlándose le decían: —¡Viva el rey de los judíos!


La gente que pasaba por allí insultaba a Jesús y se burlaba de él, haciéndole muecas y diciéndole: —¡Eh! Tú dijiste que podías destruir el Templo y construirlo de nuevo en tres días.


Dice que es el Mesías, el rey de Israel. ¡Pues que baje de la cruz y creeremos en él! También los bandidos que habían sido crucificados junto a Jesús lo insultaban.


Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, dijeron a Jesús: —Señor, ¿quieres que mandemos que caiga fuego del cielo y destruya a todos los que viven aquí.


Muchos soportaron burlas, maltratos, cadenas y prisiones.


Saúl se enteró de lo que había pasado y envió a otro grupo de sus hombres, y también a ellos les pasó lo mismo. Saúl envió un tercer grupo, y también ellos se pusieron a profetizar.


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