Biblia Todo Logo
Bib sou entènèt
- Piblisite -





2 Pedro 1:21 - Biblia Lenguaje Básico

21 Ningún profeta habló por su propia cuenta; al contrario, todos ellos hablaron de parte de Dios y fueron guiados por el Espíritu Santo.

Gade chapit la Kopi


Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

Gade chapit la Kopi

Biblia Nueva Traducción Viviente

21 ni por iniciativa humana. Al contrario, fue el Espíritu Santo quien impulsó a los profetas y ellos hablaron de parte de Dios.

Gade chapit la Kopi

Biblia Católica (Latinoamericana)

21 pues ninguna profecía ha venido por iniciativa humana, sino que los hombres de Dios han hablado movidos por el Espíritu Santo.

Gade chapit la Kopi

La Biblia Textual 3a Edicion

21 porque la profecía nunca fue traída por voluntad humana, sino que los hombres° hablaron de parte de Dios siendo guiados por el Espíritu Santo.

Gade chapit la Kopi

Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 pues nunca fue proferida profecía alguna por voluntad humana, sino que los hombres hablaron de parte de Dios movidos por el Espíritu.

Gade chapit la Kopi




2 Pedro 1:21
29 Referans Kwoze  

«El espíritu de Dios está en mi boca, él es quien habla por medio de mí.


Dios envió a un profeta desde Judá hasta Betel, donde Jeroboán estaba quemando incienso sobre el altar.


Entonces la mujer dijo a Elías: —¿Qué tienes contra mí, hombre de Dios? ¿Has venido a recordarme mis pecados y a castigarme con la muerte de mi hijo?


La mujer le contestó: —Ahora sé que eres verdaderamente profeta de Dios y que las palabras que tú pronuncias en su nombre se cumplen.


llamó a su marido, y le dijo: —Préstame a uno de tus sirvientes, y también una burra. Necesito ir rápidamente a buscar al profeta; enseguida vuelvo.


La mujer fue a ver al profeta y le contó lo que había pasado. Él le dijo: —Vete, vende el aceite, y págale a ese hombre lo que le debes. Con lo que te quede podréis vivir tú y tus hijos.


En vista de ello la mujer dijo a su marido: —Mira, yo sé que este hombre que nos visita cuando pasa por el pueblo es un profeta de Dios.


Entonces envió a su ejército al lugar que le había indicado Eliseo, y así se salvó en varias ocasiones.


A la mañana siguiente, el sirviente del profeta se despertó temprano. Cuando salió fuera y vio que todo un ejército con carros de guerra y caballos rodeaba la ciudad, dijo a Eliseo: —¡Maestro! ¿Qué vamos a hacer?


¿Hasta cuándo van a seguir mintiendo y se van a creer sus propias fantasías?


Yo soy Miqueas de Moréset. Dios me ha mostrado en visión lo que piensa hacer contra las ciudades de Samaría y Jerusalén. Esto es lo que Dios me ha dicho en tiempos de Jotán, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá.


Esos profetas y adivinos quedarán en completo ridículo. No tendrán nada que decir, porque Dios no responde a lo que ellos quieren saber.


Entonces Moisés dijo: —Ahora podréis comprobar que yo solo sigo órdenes de Dios y no actúo por mi propia cuenta.


Recordad que el propio David dijo inspirado por el Espíritu Santo: Dios le dijo a mi Señor el Mesías: «Siéntate a la derecha de mi trono, hasta que yo derrote a tus enemigos».


Así Dios lo había prometido desde hacía mucho tiempo, por medio de sus santos profetas.


—Hermanos, todos sabemos que Judas fue el que guio a los que arrestaron a Jesús. Eso ya lo había anunciado el Espíritu Santo por medio de David. Así lo dicen las Escrituras, y así sucedió.


Y como no pudieron ponerse de acuerdo, decidieron retirarse. Pero antes de hacerlo, Pablo les dijo: —El Espíritu Santo dijo lo correcto cuando, por medio del profeta Isaías, habló a vuestros antepasados diciendo:


Pero Dios ya había anunciado, por medio de sus profetas, que el Mesías tendría que sufrir, y así ocurrió.


Poco antes de morir, Moisés, hombre de Dios, bendijo a los israelitas


Así nos lo asegura el Espíritu Santo cuando dice:


Por eso hay que hacer lo que el Espíritu Santo dice: «Si hoy escucháis la voz de Dios,


De este modo el Espíritu Santo da a entender que, cuando aún existía el santuario, la entrada al Lugar Santísimo no le estaba permitida a cualquiera.


Cierto día, estando los israelitas en Guilgal, algunos de la tribu de Judá vinieron a ver a Josué. Entre ellos estaba Caleb, hijo de Jefuné el queniceo. Caleb le recordó a Josué: —Tú sabes lo que nuestro Dios dijo a Moisés en Cadés Barnea acerca de nosotros dos.


Antes de que Cristo viniera al mundo, su Espíritu enseñaba a los profetas lo que tendría que sufrir aquí en la tierra, y también les enseñaba toda la gloria que vendría después de tales sufrimientos.


Entonces me arrodillé a los pies del ángel para adorarle, pero él me dijo: —¡No lo hagas! Solo a Dios debes adorar, pues yo también le sirvo, igual que tú y que todos tus hermanos, los que siguen dando testimonio de Jesús. Porque dar testimonio de Jesús es lo mismo que anunciar su mensaje.


Swiv nou:

Piblisite


Piblisite