9-11 Después la reina de Sabá regaló a Salomón tres mil novecientos sesenta kilos de oro, y gran cantidad de perfumes y piedras preciosas. Además, los barcos de Jirán y los de Israel, que habían traído desde Ofir el oro para Salomón, trajeron también gran cantidad de madera de sándalo y piedras preciosas. Con esa madera el rey hizo barandas para el Templo de Dios y para el palacio, así como arpas y liras para los músicos. Nunca antes se había visto algo así en el territorio de Judá.
9 Y dio al rey ciento veinte talentos de oro, y gran cantidad de especias aromáticas, y piedras preciosas; nunca hubo tales especias aromáticas como las que dio la reina de Sabá al rey Salomón.
9 Luego le regaló al rey cuatro mil kilos de oro, grandes cantidades de especias y de piedras preciosas. Nunca antes hubo especias tan finas como las que la reina de Saba le regaló al rey Salomón.
9 Dio al rey ciento veinte talentos de oro, gran cantidad de aromas y piedras preciosas. Nunca se vieron aromas como los que la reina de Saba dio al rey Salomón.
9 Y ella dio al rey ciento veinte talentos de oro, y gran cantidad de especias aromáticas y piedras preciosas. Nunca hubo especias aromáticas como aquellas que la reina de Sabá trajo al rey Salomón.
9 Luego entregó al rey ciento veinte talentos de oro y gran cantidad de perfumes y piedras preciosas. Nunca hubo perfumes como los que regaló la reina de Sabá al rey Salomón.
Ante esto, su padre les dijo: —Pues si no hay otra solución, tomad a vuestro hermano y volved con él adonde está ese hombre. Pero haced lo siguiente: Llenad vuestros sacos con los mejores productos de nuestro país para regalárselos. Llevadle bálsamo, un poco de miel, algunas especias, y mirra, pistachos y almendras. Llevad también doble cantidad de dinero, pues tenéis que entregar el que os devolvieron en vuestros sacos. Tal vez lo pusieron allí por error.
Después, la reina de Sabá regaló a Salomón tres mil novecientos sesenta kilos de oro, y gran cantidad de perfumes y piedras preciosas. Además, en los barcos de Jirán, que habían traído desde Ofir el oro para Salomón, trajeron también gran cantidad de madera de sándalo y piedras preciosas. Con esa madera el rey hizo barandas para el Templo de Dios y para el palacio real, así como arpas y liras para los músicos. Nunca antes se había visto tanto perfume y tanta madera de sándalo en Israel.
Cuando la reina de Sabá se enteró de lo famoso que Dios había hecho a Salomón, decidió ir a visitarlo para hacerle preguntas difíciles y ver si era tan sabio como decían. Llegó a Jerusalén acompañada de sus consejeros y con camellos cargados de perfumes y de gran cantidad de oro y piedras preciosas. Cuando se encontró con Salomón, le hizo todas las preguntas que había preparado.
¡Bendito sea tu Dios, a quien le agradó tu conducta y te hizo rey de Israel, para que reines en su nombre. Precisamente porque Dios ama a Israel con amor eterno, te ha nombrado su rey para que lo gobiernes con justicia y así permanezca para siempre!
Dios dijo a Moisés: —El incienso que se quemará en mi honor debe mantenerse puro y exclusivamente dedicado a mi servicio. En su preparación usarás incienso puro y otras sustancias aromáticas. Este perfume debe prepararse mezclando bien los ingredientes en cantidades iguales, y moliendo muy fino la mezcla. En cuanto el perfume esté listo, irás a la Tienda del encuentro, el lugar donde yo me encontraré contigo, y pondrás parte del incienso sobre el Arca del pacto. Este es un incienso sagrado, exclusivamente para mi servicio, y debéis considerarlo así. Nadie debe preparar otro incienso igual para su propio uso