2-17 Por ello le envió este mensaje a Jirán, rey de Tiro: —Yo sé que tú le enviaste madera de cedro a David, mi padre, para que construyera su palacio. Ahora te pido que te portes conmigo como te portaste con él. Voy a construir un Templo a mi Dios, un Templo dedicado a él para quemar incienso aromático en su presencia, para colocar en él sin interrupción los panes sagrados, para ofrecer el sacrificio diario de la mañana y de la tarde, así como los sacrificios de los sábados, de los días de luna nueva y de las otras fiestas en honor de nuestro Dios, pues así se lo ha impuesto el mismo Dios a Israel como obligación permanente. Como nuestro Dios es más poderoso que todos los dioses, deseo construirle un Templo que sea grandioso. Ya sé que no es posible construir un Templo para que nuestro Dios habite en él, pues hasta el cielo, que es enorme, resulta pequeño para él. Sin embargo, aunque no lo merezco, le construiré un Templo para quemar incienso en su honor. Por eso te pido que me envíes a alguien que sepa hacer finos trabajos en oro, plata, bronce y hierro, y también en telas de color púrpura, rojo y morado. Que además sepa hacer grabados y pueda trabajar con los expertos que preparó mi padre David, y que ahora están a mi servicio en Judá y en Jerusalén. Como tus servidores son expertos en cortar madera del Líbano, mándame de allí madera de cedro, ciprés y sándalo. Y puesto que el Templo que construiré será espléndido y grandioso, y necesitaré gran cantidad de madera, enviaré a mis servidores para que ayuden a los tuyos. Yo, por mi parte, te daré nueve mil toneladas de trigo y otras tantas de cebada, además de cuatrocientos cuarenta mil litros de vino y la misma cantidad de aceite para alimentar a los leñadores que corten la madera. Como respuesta, Jirán, rey de Tiro, envió a Salomón una carta con este mensaje: «Dios ama a su pueblo y por eso le ha concedido que tú seas su rey. ¡Bendito sea el Dios de Israel, creador de todo lo que existe, porque dio al rey David un hijo sabio, lleno de prudencia e inteligencia, el cual construirá un Templo para Dios y un palacio real! Tal como me lo has pedido, te envío a un hombre que, por cierto, es hijo de una mujer de la tribu de Dan y de un fenicio de la ciudad de Tiro. Se llama Jirán Abí; es muy sabio e inteligente, y es experto en trabajos de oro, plata, bronce, hierro, piedra y madera; lo es también en labores con telas de color púrpura, rojo, y morado, así como en hacer toda clase de diseños y grabados. Él trabajará junto con los mejores artesanos que estaban al servicio de mi señor, tu padre David, y que ahora lo están al tuyo. Envíanos a nosotros, tus servidores, el trigo, la cebada, el aceite y el vino que has prometido. Por nuestra parte, cortaremos en el Líbano todas las maderas finas que necesites. Luego las transportaremos por mar, en forma de balsas, hasta Jope. De allí, tú te encargarás de que sean llevadas a Jerusalén». Aunque David ya había hecho el recuento de todos los extranjeros que vivían en Israel, Salomón hizo otro censo de ellos, y resultó un total de ciento cincuenta y tres mil seiscientos. Entre ellos distribuyó el trabajo de esta manera: Setenta mil se ocupaban del transporte de materiales, ochenta mil se dedicaban a labrar las piedras de la montaña y tres mil seiscientos eran capataces que supervisaban el trabajo.
2 Y designó Salomón setenta mil hombres que llevasen cargas, y ochenta mil hombres que cortasen en los montes, y tres mil seiscientos que los vigilasen.
2 Reunió una fuerza de setenta mil obreros, ochenta mil hombres para extraer piedras de las canteras en la zona montañosa y tres mil seiscientos capataces.
2 Salomón mandó a decir a Hiram, rey de Tiro: 'Haz conmigo como hiciste con mi padre David, enviándole maderas de cedro para que se construyera una casa en que vivir.
2 Luego Salomón mandó a decir a Jirán, rey de Tiro: 'Haz conmigo como hiciste con mi padre David, al que enviaste maderas de cedro para edificarse un palacio donde habitar.
Cada día David tenía más y más poder, pues Dios todopoderoso lo ayudaba. David era consciente de que precisamente por amor a Israel, su pueblo, Dios lo había hecho rey de Israel y había engrandecido su reino. Por su parte Jirán, el rey de Tiro, envió mensajeros a David y con ellos envió expertos en trabajar con madera y piedra. Le envió también madera de cedro para que le hicieran a David un palacio en Jerusalén.