2 En respuesta, Asá tomó toda la plata y el oro que había en los tesoros del Templo y del palacio del rey, y se los envió a Benadad, rey de Siria, que vivía en la ciudad de Damasco. Además le envió este mensaje:
2 Entonces sacó Asa la plata y el oro de los tesoros de la casa de Jehová y de la casa real, y envió a Ben-adad rey de Siria, que estaba en Damasco, diciendo:
2 En respuesta, Asa retiró la plata y el oro de los tesoros del templo del Señor y del palacio real. Los envió al rey Ben-adad de Aram, quien gobernaba en Damasco, junto con el siguiente mensaje:
2 Sacó entonces Asá plata y oro de los tesoros de la Casa de Yavé y de la casa del rey, y los envió a Ben-Hadad, rey de Aram, que vivía en Damasco, al que dijo:
2 Entonces Asa hizo sacar la plata y el oro de los tesoros de la Casa de YHVH y de la casa real, y los envió a Ben-adad rey de Siria, que habitaba en Damasco, diciendo:
2 Entonces Asá tomó cuanta plata y oro quedaba en el tesoro del templo de Yahveh y en el palacio real y los envió a Ben Hadad, rey de Aram, que residía en Damasco, con esta propuesta:
En respuesta, Asá tomó todo el oro y la plata que había en los tesoros del Templo y del palacio del rey y por medio de sus servidores se lo envió a Benadad, rey de Siria. Este vivía en la ciudad de Damasco y era hijo de Tabrimón y nieto de Jezyón. Junto con el oro y la plata, Asá mandó este mensaje a Benadad:
Pero al año siguiente, Baasá, el rey de Israel, fue a atacar a Asá, rey de Judá, y lo primero que hizo fue comenzar a fortificar la ciudad de Ramá para impedir que Asá, rey de Judá, entrara o saliera de su territorio.
—Hagamos un pacto tú y yo, como lo hicieron tu padre y el mío. Rompe el pacto que hiciste con Baasá, el rey de Israel, para que no siga luchando contra mí. A cambio te envío este oro y esta plata como regalo.
Acerca de Damasco, Dios dice esto: Las ciudades de Jamat y Arpad ya recibieron la mala noticia y no hay nada que las consuele; están inquietas y agitadas como las olas del mar.