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1 Timoteo 3:15 - Biblia Lenguaje Básico

15 para que, si me retraso, sepas cómo hay que comportarse en la casa de Dios, es decir, en la Iglesia del Dios vivo, en la que se sostiene y fundamenta la verdad.

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Biblia Reina Valera 1960

15 para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 para que, si me retraso, sepas cómo deben comportarse las personas en la familia de Dios. Esta es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Pero si me demoro, para que sepas cómo debes portarte en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo, pilar y base de la verdad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 pero, si me retraso, para que sepas cómo hay que comportarse en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y baluarte° de la verdad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Pero, si me retraso, quiero que sepas cómo hay que comportarse en la casa de Dios que es la Iglesia del Dios vivo, columna y soporte de la verdad.

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1 Timoteo 3:15
55 Referans Kwoze  

—Tarde o temprano, la muerte nos llega a todos, y a mí me falta poco para morir. Sé valiente y compórtate como tal.


Dios me ha prometido que si mis hijos se portan bien y le son fieles en todo, el trono de Israel será siempre ocupado por mis descendientes. Así que pórtate bien para que Dios cumpla su promesa.


Ojalá que Dios haya escuchado los insultos que el oficial de Senaquerib ha lanzado en contra del Dios de Israel, y que lo castigue por ello. Pídele a Dios que ayude a los israelitas que aún quedan con vida.


Así como un ciervo sediento busca el agua de un arroyo, así también yo, Dios mío, busco estar cerca de ti.


Dios del universo, ¡qué bello es tu Templo!


Yo te haré tan fuerte como una columna de hierro, como un portón de bronce, como una ciudad amurallada. Vas a enfrentarte a todas las autoridades, a todo el pueblo de Judá.


Pero tú, nuestro Dios, eres el Dios verdadero; ¡Tú nos das vida y reinas por siempre! Cuando te enfadas, tiembla la tierra; ¡no hay nación que resista tu furia!


Entonces el rey Darío escribió un mensaje para todas las naciones y pueblos de la tierra. El mensaje decía: —Con mis deseos de paz para todos,


Pedro contestó: —Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios que vive y da vida.


Os aseguro que cualquier cosa que decidáis aquí en la tierra, sea para prohibir o para permitir, Dios lo confirmará en el cielo.


Jesús le respondió: —Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar al Padre si no es por medio de mí.


—Entonces ¿eres verdaderamente rey? —insistió Pilato. Y Jesús le contestó: —Efectivamente, soy rey, como tú dices. Yo he nacido y he venido al mundo para ser testigo de la verdad. Y todos los que conocen y dicen la verdad me escuchan.


Nosotros hemos creído en ti y sabemos que tú eres el Hijo de Dios.


hasta el día en que subió al cielo, después de haber dado, con la ayuda del Espíritu Santo, las oportunas instrucciones a los apóstoles que había elegido.


—Ciudadanos, ¿por qué hacéis esto? Nosotros no somos dioses, somos simples hombres, como vosotros y hemos venido a anunciaros la buena noticia para que dejéis de hacer esas tonterías y os convirtáis a Dios que ha hecho el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos.


¡Claro que sí! Porque el mensaje de Dios se les dio a los judíos antes que a nadie.


Y allí donde os dije: «Vosotros no sois mi pueblo», os diré: «Vosotros sois mi pueblo, porque yo soy el Dios de la vida».


No causéis problemas ni a los judíos, ni a los que no son judíos, ni a los que pertenecen a la Iglesia de Dios.


¿Acaso no sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios vive en vosotros?


Nosotros somos el templo de Dios vivo. Si Dios está en nosotros, no tenemos nada que ver con los ídolos. Dios mismo dijo: Viviré con este pueblo y caminaré con ellos. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.


Con el poder que Dios nos da, anunciamos el mensaje verdadero. Cuando tenemos dificultades, les hacemos frente y nos defendemos haciendo y diciendo siempre lo que es correcto.


Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados los líderes más importantes de la Iglesia, se dieron cuenta de que Dios me había dado esa misión. Entonces quedamos de acuerdo en que Bernabé y yo anunciaríamos la buena noticia a los que no son judíos y que ellos la anunciarían a quienes sí lo son. Y, para mostrarnos que estaban de acuerdo, nos dieron la mano.


¡Ay, gálatas, qué tontos sois! ¡Hasta parece que estáis embrujados! Yo mismo os di una explicación clara de cómo murió Jesucristo en la cruz.


Porque vosotros oísteis el mensaje acerca de él y aprendisteis a vivir siguiendo la verdad de ese mensaje.


A Josué, Dios le dijo: —Tú, Josué, tienes que ser fuerte y valiente. Yo te ayudaré en todo, y tú harás que este pueblo conquiste la tierra que les he prometido.


Todo el mundo sabe que no es posible escuchar la voz de Dios, como la hemos oído nosotros, y seguir con vida.


Os comportáis así porque, desde que oísteis el mensaje verdadero de la buena noticia, sabéis bien lo que Dios os tiene reservado en el cielo.


Porque todos hablan de lo bien que nos recibisteis, y cuentan cómo dejasteis de adorar ídolos para adorar y servir al Dios vivo y verdadero.


Espero visitarte pronto. Pero te escribo todo esto,


No hay duda de que es muy profunda la verdad de la religión cristiana: Cristo vino al mundo como hombre, el Espíritu lo declaró inocente, los ángeles lo vieron. Su mensaje se anunció entre las naciones y el mundo creyó en él. Dios lo recibió en su gloria.


Pero debe ser alguien a quien no se le pueda acusar de nada malo. Debe tener una sola esposa, controlar todos sus deseos, y pensar dos veces lo que va a hacer. Debe comportarse correctamente, recibir con gusto en su hogar a los visitantes, y saber enseñar.


Porque si no puede gobernar a su propia familia, tampoco podrá gobernar a la Iglesia de Dios.


Por eso nos esforzamos tanto, pues confiamos firmemente en Dios. Él vive para siempre y es el salvador de todos, especialmente de los que creen en él.


Dios es el único que vive para siempre y habita en una luz tan brillante que nadie puede acercarse a él. Nadie lo ha visto ni puede verlo. ¡El honor y el poder le pertenecen por siempre! Amén.


Porque lo que Dios nos ha enseñado es como la sólida base de un edificio, en donde está escrito lo siguiente: «El Señor sabe quiénes son suyos», y también: «Que todos los que adoran a Dios dejen de hacer el mal».


En la casa de un hombre rico no todo es de oro o de plata, sino que algunos objetos son de madera o de barro. Unos sirven para ocasiones especiales y otros para usarlos todos los días.


Jesús es, además, nuestro gran sacerdote, que está al frente del pueblo de Dios.


Sin embargo, vosotros os habéis acercado al monte Sion y a la ciudad del Dios que vive para siempre. Esa ciudad es la de Jerusalén, que está en el cielo, donde hay miles de ángeles que alaban a Dios


¡Cuidado, hermanos! No hagáis el mal, ni dejéis de creer en el Dios que vive para siempre, apartándoos de él.


Pues si todo eso tiene poder, más poder tiene la sangre de Cristo. Porque por medio del Espíritu, que vive para siempre, Cristo se ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio sin mancha ni pecado. Su sangre nos purifica, para que estemos seguros de que hemos sido perdonados, y para que podamos dar culto a Dios, que vive para siempre.


—Dios nos ha prometido que, a medida que avancemos, él irá desalojando a todos los habitantes de Canaán.


Porque ha llegado ya el momento de que Dios juzgue a todos y de que empiece por juzgar a su propio pueblo. Y si el juicio va a empezar por nosotros, ¡imaginaos lo que les espera a los que no obedecen el mensaje de Dios!


David preguntó a los que estaban junto a él: —¿Qué habéis dicho que dará el rey a quien mate a ese filisteo y devuelva la honra a Israel? Porque ¿es acaso alguien ese filisteo para desafiar a los ejércitos de Dios?


Y si el león o el oso se me echaban encima, yo los golpeaba y les daba muerte. Y eso mismo voy a hacer con ese filisteo que ha desafiado a los ejércitos del Dios vivo.


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