1-2 Los filisteos reunieron todo su ejército en Afec. Al frente de las tropas iban comandantes de cien y de mil soldados. Mientras, los israelitas acamparon cerca del arroyo que está en Jezrael. Cuando los filisteos vieron que en la retaguardia de su ejército iba el rey Aquís junto con David y sus hombres,
1 Los filisteos concentraron todas sus fuerzas en Afec; los israelitas, por su parte, acampaban al lado de la fuente que está en la llanura de Yizreel.
Cuando los filisteos oyeron que David ya era rey de todo Israel, se unieron para atacarlo y fueron al valle de Refaín. Pero David se enteró y se fue a uno de sus refugios. Allí consultó a Dios: —Si salgo a luchar contra los filisteos, ¿me ayudarás a vencerlos? Dios le contestó: —Claro que sí. Yo te ayudaré a vencerlos.
El resto del ejército sirio se refugió en la ciudad de Afec. Pero la muralla de la ciudad cayó encima de los veintisiete mil hombres que habían escapado. Benadad también escapó y se escondió en el lugar más oculto de una casa de la ciudad.
Al regresar y contárselo a Jehú, este dijo: —Ha sucedido tal como lo había anunciado Dios por medio de su siervo Elías, el de Tisbé, pues dijo que los perros se comerían el cuerpo de Jezabel en el campo de Jezrael.
Ellos dijeron entonces: —Es verdad. No cabemos en la región montañosa de Efraín. Pero los cananeos que viven en el valle tienen carros de hierro, y también los tienen tanto los de Betsán y los de las aldeas a su alrededor, como los del valle de Jezrael.
Por aquellos días todos los madianitas se unieron a los amalecitas y a los pueblos del este. Cruzaron el río Jordán y acamparon en el valle de Jezrael.
Gedeón, a quien ahora llamaban Jerubaal, y todos los que estaban con él, se levantaron muy temprano y se fueron a acampar junto al manantial de Jarod. El campamento de los madianitas les quedaba al norte, en el valle que está al pie del monte Moré.