21 Entonces Saúl le contestó: —¡David, hijo mío! Me he portado como un necio contigo y he cometido un grave error. Pero vuelve, que no te haré ningún mal pues tú hoy me has perdonado la vida.
21 Entonces dijo Saúl: He pecado; vuélvete, hijo mío David, que ningún mal te haré más, porque mi vida ha sido estimada preciosa hoy a tus ojos. He aquí yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera.
21 Entonces Saúl confesó: —He pecado. Hijo mío, vuelve a casa, y ya no trataré de hacerte daño, porque hoy has valorado mi vida. He sido un tonto, y he estado muy, pero muy equivocado.
21 Saúl le respondió: '¡Pequé! Vuelve, hijo mío David, ya no te haré mal. ¡Tú me respetaste hoy la vida, y yo me he comportado como un tonto, he cometido un gran pecado!'
21 Entonces dijo Saúl: ¡He pecado! Regresa, hijo mío David, que ya no te haré ningún mal, puesto que hoy mi vida ha sido de estima ante tus ojos. He aquí he actuado neciamente, y errado en gran manera.
21 Respondió Saúl: 'He pecado. Vuélvete, hijo mío, David, pues no te volveré a hacer mal, ya que mi vida ha sido hoy preciosa a tus ojos. He obrado como un insensato y me he engañado por completo'.
El rey envió por tercera vez a otro capitán con cincuenta soldados. Pero este capitán subió adonde estaba Elías, se arrodilló delante de él y le rogó: —Profeta, ya sé que los soldados que vinieron antes de mí murieron consumidos por el fuego que cayó del cielo. Te suplico que respetes mi vida y la de estos siervos tuyos y no nos hagas morir.
Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón y les dijo: —Admito que esta vez he hecho mal. La culpa es mía y de mi pueblo y no es de Dios que es justo.
Balaán respondió al ángel de Dios: —He pecado, Señor. Yo no sabía que eras tú quien me cerraba el paso en el camino. Pero si no quieres que vaya a Moab, ahora mismo regresaré a mi casa.
Saúl dijo a Samuel: —Tienes razón. Mi pecado ha sido no obedecer a Dios y no seguir tus instrucciones. Pero es que tuve miedo al pueblo y me sometí a su voluntad.
Saúl le rogó: —Reconozco mi pecado pero, por favor, ¡trátame como rey delante de los jefes del pueblo y de toda la gente! ¡Ven conmigo y rindamos culto a Dios!
Siempre que los jefes de los filisteos salían a luchar contra los israelitas, David tenía más éxito que el resto de los comandantes de Saúl, por lo que llegó a ser muy famoso.
David le respondió: —A cada uno de nosotros Dios lo premiará de acuerdo con su justicia y su verdad. Hoy Dios me dio la oportunidad de matar al rey, pero no quise hacerlo porque Dios te ha elegido como rey. ¡Aquí está tu lanza! Envía a uno de tus soldados a recogerla.