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1 Samuel 25:17 - Biblia Lenguaje Básico

17 Nuestro amo Nabal es tan malo que nadie se atreve a decirle nada. Así que mira a ver lo que puedes hacer porque David está decidido a causar la ruina de nuestro amo y de toda su familia.

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Biblia Reina Valera 1960

17 Ahora, pues, reflexiona y ve lo que has de hacer, porque el mal está ya resuelto contra nuestro amo y contra toda su casa; pues él es un hombre tan perverso, que no hay quien pueda hablarle.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Es necesario que usted lo sepa y decida qué hacer, porque habrá problemas para nuestro amo y toda la familia. ¡Nabal tiene tan mal genio que no hay nadie que pueda hablarle!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 Ahora piensa y ve qué es lo que se debe hacer porque la suerte de nuestro patrón y de toda su casa ya está echada y él es muy malo para poder conversarle'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Ahora pues considera lo que has de hacer, porque el mal está decidido contra nuestro amo y contra toda su casa, pues él es tan hijo de Belial, que nadie le puede hablar.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Ahora, pues, recapacita y mira lo que has de hacer, porque es cosa decidida la desgracia de nuestro amo y de toda su casa, ya que es un hombre tan perverso que no se puede tratar con él'.

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1 Samuel 25:17
19 Referans Kwoze  

siete años de hambre en todo el país; ser perseguido por sus enemigos durante tres meses; o que todo el pueblo sufra la peste durante tres días. Gad se presentó ante David, le transmitió el mensaje y le dijo: —Piénsatelo y decide qué respuesta debo llevar a Dios.


Haced también que dos testigos falsos declaren contra Nabot diciendo que ha maldecido a Dios y al rey. Luego sacadlo fuera y matadlo a pedradas.


luego hicieron venir a los dos testigos falsos que acusaron a Nabot de haber maldecido a Dios y al rey. A continuación sacaron a Nabot de la ciudad y lo mataron a pedradas.


Amasías interrumpió al profeta y le dijo: —¡No necesito tus consejos! ¡Cállate si no quieres morir! Entonces el profeta le dijo: —Ya veo que no quieres escucharme. No hay duda de que Dios te ha abandonado y de que va a destruirte.


El rey Asuero se levantó de la mesa muy enfurecido, y salió al jardín para calmarse. Cuando Amán se dio cuenta de que el rey estaba decidido a matarlo, se quedó en la sala para rogar a la reina que lo salvara.


A una persona se la alaba por lo que tiene de sensata; se desprecia, en cambio, a la de malas intenciones.


Si en alguna de las ciudades que Dios os va a dar para que habitéis en ellas,


Estaban pasando un rato agradable cuando, de pronto, unos hombres de la ciudad rodearon la casa y empezaron a golpear violentamente la puerta. Se trataba de unos hombres malvados que exigieron al dueño de la casa: —¡Qué salga el hombre que está de visita en tu casa! ¡Queremos tener relaciones sexuales con él!


Pero algunos desconfiados decían burlándose: —¿Y este es el que va a salvarnos? Y como pensaban que Saúl no servía para rey, no le hicieron ningún regalo. A pesar de ello, Saúl no dijo nada.


Los hijos de Elí eran unos malvados y no respetaban ni obedecían a Dios. Hacían cosas terribles con las ofrendas que la gente llevaba al santuario. Por ejemplo, la Ley de Dios decía que, al presentar las ofrendas, primero se debía quemar la grasa del animal y luego darle al sacerdote una porción de la carne. Sin embargo, cuando la gente apenas comenzaba a quemar la grasa, venía un sirviente de los hijos de Elí y le decía al que presentaba la ofrenda: —Dame la carne que le toca al sacerdote, para que yo se la prepare. Debo llevarla cruda porque el sacerdote no la quiere ya cocida. A veces alguien contestaba: —Déjame quemar primero la grasa, y luego te llevarás lo que gustes. Pero el sirviente le respondía: —Si no me la das ahora, me la llevaré por la fuerza. Muchas veces el sirviente llegaba con un tenedor, lo metía en la olla donde se estaba cocinando la carne, y todo lo que sacaba era para los hijos de Elí.


Si le parece bien, podré estar tranquilo. Pero si se enfurece, ¡puedes estar seguro de que quiere matarme!


Pero Jonatán le dijo: —¡Jamás haría yo tal cosa! Por el contrario, si llego a saber que mi padre quiere matarte, te lo diré de inmediato.


Al contrario, siempre nos han protegido, mientras convivíamos con ellos y apacentábamos nuestros rebaños.


Abigail no perdió tiempo. De inmediato le envió a David doscientos panes, dos recipientes de cuero llenos de vino, cinco ovejas asadas, cuarenta kilos de grano tostado, cien racimos de pasas y doscientas tortas de higos secos. Toda esta comida la cargó Abigail en unas burras,


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