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1 Samuel 21:7 - Biblia Lenguaje Básico

7 Como el sacerdote no tenía ninguna otra clase de pan, le dio a David el que había sido ofrecido a Dios y acababa de ser retirado del altar y sustituido por pan reciente.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 Y estaba allí aquel día detenido delante de Jehová uno de los siervos de Saúl, cuyo nombre era Doeg, edomita, el principal de los pastores de Saúl.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Aquel día estaba allí Doeg el edomita, jefe de los pastores de Saúl, que había sido detenido delante del Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Entonces el sacerdote le dio pan consagrado porque no había más pan que los panes que se retiran de delante de Yavé para reemplazarlos por pan fresco el día en que se reponen.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Pero ese día se había detenido allí, delante de YHVH, uno de los siervos de Saúl llamado Doeg, edomita, jefe de los pastores de Saúl.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Dióle entonces el sacerdote pan sagrado, pues no había allí otra cosa que los panes de la presencia que habían sido retirados de delante de Yahveh, para colocar los panes recientes el día en que los otros tenían que ser reemplazados.

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1 Samuel 21:7
21 Referans Kwoze  

Pero los pastores de Guerar se pelearon con los pastores de Isaac, pues decían que esa agua les pertenecía. Por eso Isaac llamó a ese pozo «Pelea» pues habían peleado por él.


Además, cavó muchos pozos y construyó torres en el desierto, pues tenía mucho ganado, tanto en el desierto como en la llanura. A Ozías le gustaba mucho cultivar la tierra; por eso tenía muchos campesinos que cultivaban los campos y viñedos, tanto en la región montañosa como en las huertas.


Y así lo hacen: llegan masivamente, se sientan delante de ti y escuchan con atención tus palabras, pero no las ponen en práctica; les agrada cómo hablas, pero luego solo buscan su interés.


Ningún extraño al grupo sacerdotal podrá comer de las ofrendas sagradas, ni siquiera el invitado del sacerdote o el que trabaja para él.


Pero podrá comer de ellas, como lo hacía antes de casarse, si llega a quedar viuda, o su marido se divorcia de ella sin haber tenido hijos, y ella vuelve a la casa de su padre.


Prepara doce panes de la mejor harina y llévalos al Lugar Santo. Ponlos sobre la mesa de oro puro, y colócalos ante mí en dos hileras, seis en cada hilera. Cada pan deberá pesar cuatro kilos y medio.


Todos los sábados los israelitas deberán presentarme estos panes como señal del pacto que hemos hecho para siempre.


Para vender más caro el trigo estáis deseando que pronto termine el sábado y pase la fiesta de comienzos de mes. Solo pensáis en engañar a vuestros clientes usando pesas y medidas falsas.


«Este pueblo dice que me honra, pero en verdad nunca piensa en mí.


En ese momento Saúl volvía del campo con los bueyes y preguntó: —¿Qué le pasa a la gente? ¿Por qué llora? Cuando le contaron lo que pasaba en Jabés, el espíritu de Dios vino sobre él, y Saúl se enfureció.


Sin embargo los israelitas estuvieron en guerra con los filisteos mientras Saúl fue rey de Israel. Por eso Saúl siempre tenía en su ejército a los jóvenes más fuertes y valientes. Además, Saúl combatió también a todos sus enemigos de alrededor: contra Moab, Amí, Edom, los reyes de Sobá, los filisteos y los amalecitas. Venció a todos sus enemigos, y alcanzó grandes triunfos. Así fue como libró a Israel de los pueblos que les robaban todo lo que tenían. Saúl tuvo tres hijos, que fueron Jonatán, Jisví y Malquisúa. También tuvo dos hijas; la mayor se llamaba Merab, y la menor, Mical. Su mujer se llamaba Ajinoán, y era hija de Ajimás. El general de su ejército se llamaba Abner y era hijo de Ner, tío de Saúl. El padre de Saúl y el padre de Abner eran hermanos.


David dijo también a Ajimélec: —¿Podrías prestarme alguna lanza o espada? Fue tan urgente la orden del rey, que no tuve tiempo de ir a por mi espada ni mis otras armas. —No tengo más que la espada de Goliat —contestó el sacerdote—. Es la espada del filisteo que mataste en el valle de Elá. Está allí, envuelta en tela, detrás del pectoral. Puedes llevártela, si quieres. —¡No hay otra mejor! —exclamó David—. Dámela. Aquel día estaba en el santuario un edomita llamado Doeg, que era el jefe de los pastores de Saúl.


Allí Ajimélec consultó a Dios por encargo de David, le dio de comer y también le entregó la espada de Goliat el filisteo.


Entonces David dijo: —Ya sabía yo que Doeg, el edomita, le contaría a Saúl lo que vio ese día en el santuario. Yo tengo la culpa de que hayan matado a toda tu familia.


En ese momento Doeg el edomita, que estaba entre los oficiales de Saúl, le dijo: —Yo vi a David en Nob, cuando fue a ver a Ajimélec, el hijo de Ajitub.


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