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1 Samuel 2:30 - Biblia Lenguaje Básico

30 Yo prometí a tu familia y a tus antepasados que siempre serían mis sacerdotes. Pero ya no será así. Yo aprecio a los que me aprecian, pero desprecio a los que me desprecian.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

30 Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 »Por lo tanto, el Señor, Dios de Israel, dice: prometí que los de tu rama de la tribu de Leví me servirían siempre como sacerdotes. Sin embargo, honraré a los que me honran y despreciaré a los que me menosprecian.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Por eso, esto dice Yavé, el Dios de Israel: Yo había declarado que tu casa, la de tu padre, permanecería para siempre a mi servicio. ¡Pero ahora, dice Yavé, se acabó! Porque honro a los que me honran, pero los que me desprecian serán menospreciados.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Por tanto, así dice YHVH Dios de Israel: En verdad dije que tu casa y la casa de tu padre andarían en mi presencia perpetuamente. Pero ahora, así dice YHVH: ¡Lejos sea esto de mí! Porque a los que me honran Yo los honraré, pero los que me menosprecien serán afrentados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 Por eso, éste es el oráculo de Yahveh, Dios de Israel: yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre caminarían en mi presencia por siempre. Pero ahora -oráculo de Yahveh-, ¡lejos de mí tal cosa! Porque yo honro a los que me honran y desprecio a los que me desprecian.

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1 Samuel 2:30
39 Referans Kwoze  

Así que Dios le dijo: —Te has comportado mal y no has obedecido mis órdenes. Por eso voy a quitarte el reino y se lo daré a uno de tus servidores.


De esta manera, Salomón expulsó a Abiatar del servicio sacerdotal. Así se cumplió lo que Dios había dicho en Siló acerca de la familia de Elí.


¿Y qué más puedo añadir Dios mío, por haberme honrado así, si tú me conoces muy bien?


se enfrentaron al rey y le dijeron: —Solamente nosotros los sacerdotes podemos quemar el incienso, pues somos descendientes de Aarón y para eso nos eligió Dios. Tú no puedes hacerlo, aunque seas el rey. Así que sal de inmediato, pues has ofendido a Dios, y él te humillará.


Me pusiste a salvo, ¡me libraste porque me amas!


Tú eres fiel con los que te son fieles; tratas bien a quienes bien se comportan.


Quien de verdad quiera honrarme, que me traiga ofrendas de acción de gracias; al que se comporte rectamente le haré experimentar mi salvación».


Cuando tú entres en acción, harás que sean olvidados como se olvida una pesadilla.


«Yo lo pondré a salvo pues ha buscado refugio en mí y me reconoce como Dios.


Cuando me llame, le responderé y estaré con él en su angustia; lo libraré y lo llenaré de honores,


Aarón y sus hijos deberán usar esa ropa interior cuando entren en la Tienda del encuentro, o cuando se acerquen al altar para hacer su trabajo. Si no los usan, serán castigados con la muerte. Esta es una ley que siempre deberán obedecer Aarón y sus descendientes.


seguidamente, ajusta los turbantes sobre la cabeza de Aarón y sus hijos, y ajústales los cinturones. A ellos les corresponderá el sacerdocio por ley para siempre. De este modo consagrarás como sacerdotes a Aarón y a sus descendientes.


A una persona se la alaba por lo que tiene de sensata; se desprecia, en cambio, a la de malas intenciones.


Aprecia la sabiduría y tu vida tendrá más valor; abrázate a ella y todos te tratarán con respeto;


Yo amo a los que me aman, y me dejo encontrar por todos los que me buscan.


Así dice Dios: Este pueblo dice que me ama, pero solo son palabras; me rinde culto, pero no es sincero; su corazón está muy lejos de mí.


Y como ha hecho que mi pueblo se rebele contra mí, yo lo voy a castigar. Él y su familia dejarán de formar parte de mi pueblo y no disfrutarán del bienestar que yo le daré a mi pueblo. Soy yo, Dios, quien lo asegura».


Edom, voy a convertirte en la nación más insignificante del mundo; voy a hacer que todos te desprecien.


Por eso alabo y adoro al Rey del cielo, pues todo lo que hace está bien hecho. Él es un Dios justo, que humilla a los que son orgullosos.


Esto es, sacerdotes, lo que os dice el Dios todopoderoso: Los hijos respetan a sus padres, y los esclavos respetan a sus amos. ¡Pues yo soy vuestro Padre y vuestro Amo y, sin embargo, vosotros, sacerdotes, no me respetáis! ¡Me tratáis como si no valiera nada! Es más, despreciáis mi nombre y os atrevéis a preguntarme: ¿En qué te hemos ofendido o faltado al respeto? Y yo, el Dios todopoderoso, os respondo: Me ofendéis cuando despreciáis mi altar, cuando me presentáis como ofrenda animales impuros, que no valen nada porque están ciegos, cojos y enfermos. ¿No creéis que eso está mal? Si esos mismos animales se los ofrecierais a vuestro gobernador, se ofendería y no los aceptaría.


Voy a darles carne todo un mes, hasta que se cansen de comerla, ¡hasta que les dé asco y les salga por las narices! Ese será vuestro castigo por haberme rechazado y no reconocer mi presencia entre vosotros. Eso os pasará por haberos quejado y por decir: «¡Era mejor habernos quedado en Egipto!».


Y no contaminaréis la tierra donde residís porque yo, que soy vuestro Dios, habito también en medio de ella, en medio de los hijos de Israel.


Si alguno quiere servirme, que me siga y donde yo esté, allí estará también el que me sirva, y mi Padre le premiará.


para que todos me honren como le honran a él. Cuando alguien no me honra, tampoco honra a mi Padre, que me envió.


¡Cómo vais a creerme, si solo os gusta que hablen bien de vosotros, y no buscáis el honor que viene del Dios único!


Jesús les contestó: —Yo no tengo ningún demonio. Lo que hago es honrar a mi Padre; en cambio vosotros me despreciáis a mí.


Por eso, no culpéis a nadie antes de que Jesucristo vuelva. Cuando él venga, dará a conocer todo lo que está oculto y todo lo que piensa cada uno de nosotros. Entonces Dios nos dará a cada uno el premio que merezcamos.


La fe que tenéis en Dios es como el oro: igual que la calidad del oro se pone a prueba con el fuego, la fe que tenéis en Dios se pone a prueba con los problemas. Si pasáis la prueba, vuestra fe será más valiosa que el oro, pues el oro, aunque haya superado la prueba del fuego, se puede destruir. Así, cuando Jesucristo aparezca, hablará bien de la fe que tenéis en Dios, porque una fe que ha pasado por tantas pruebas merece ser alabada.


Le pidieron entonces a la higuera que reinara sobre ellos,


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