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1 Samuel 15:24 - Biblia Lenguaje Básico

24 Saúl dijo a Samuel: —Tienes razón. Mi pecado ha sido no obedecer a Dios y no seguir tus instrucciones. Pero es que tuve miedo al pueblo y me sometí a su voluntad.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

24 Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos. Perdona, pues, ahora mi pecado,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Entonces Saúl le confesó a Samuel: —Es cierto, he pecado. He desobedecido tus instrucciones y el mandato del Señor, porque tuve miedo del pueblo y por eso hice lo que ellos me pidieron.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Saúl dijo a Samuel: 'Tuve miedo al pueblo e hice lo que me pedía, por esta razón pequé y desobedecí la orden de Yavé y sus palabras.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Y Saúl respondió a Samuel: He pecado; ciertamente he transgredido el dicho de YHVH y tus palabras, porque temí al pueblo y obedecí la voz de ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Saúl dijo entonces a Samuel: 'He pecado, porque he transgredido el mandato de Yahveh y tus palabras; pero ha sido porque tuve miedo al pueblo y escuché su clamor.

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1 Samuel 15:24
21 Referans Kwoze  

El hombre respondió: —La mujer que tú me diste por compañera me dio del fruto del árbol y yo me lo comí.


Al hombre le dijo: —Ahora por tu culpa la tierra estará bajo maldición, pues le hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol del que te prohibí comer. Por eso, mientras tengas vida, te costará mucho trabajo obtener de la tierra tu alimento.


David dijo a Natán: —Reconozco que he pecado contra Dios. Natán le contestó: —Por eso mismo Dios te ha perdonado, y no vas a morir.


¡Quítame toda mi maldad! ¡Purifícame de todo mi pecado!


El faraón llamó urgentemente a Moisés y a Aarón, y les dijo: —Me he portado muy mal con vuestro Dios y con vosotros.


No hagas el mal, solo porque la mayoría de la gente lo hace, ni declares en un juicio a favor de la mayoría si con ello estás cometiendo una injusticia.


Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón y les dijo: —Admito que esta vez he hecho mal. La culpa es mía y de mi pueblo y no es de Dios que es justo.


Si tienes miedo de la gente, tú mismo te tiendes una trampa; pero si confías en Dios estarás fuera de peligro.


Sedecías les respondió: —Yo soy el rey, pero no puedo oponerme a vuestras decisiones. ¡Haced lo que os parezca bien!


Balaán respondió al ángel de Dios: —He pecado, Señor. Yo no sabía que eras tú quien me cerraba el paso en el camino. Pero si no quieres que vaya a Moab, ahora mismo regresaré a mi casa.


y les dijo: —He pecado entregando a un inocente. Ellos le contestaron: —¡Y eso qué nos importa! ¡Es tu problema!


No ando buscando que la gente apruebe lo que digo; tampoco pretendo quedar bien con nadie. Si así lo hiciera, ya no sería un siervo de Cristo.


Pero a los cobardes, a los que no crean en mí, a los que hagan cosas odiosas, a los que hayan matado a otros, a los que tengan relaciones sexuales prohibidas, a los que practiquen la brujería, a los que adoren dioses falsos y a los mentirosos, los lanzaré al lago ardiente de fuego y azufre, y allí permanecerán separados de mí para siempre.


Saúl le respondió: —Son los mejores animales que los soldados les quitaron a los amalecitas. Los trajeron para ofrecerlos como sacrificio a nuestro Dios. Todo lo demás lo destruimos.


Saúl le rogó: —Reconozco mi pecado pero, por favor, ¡trátame como rey delante de los jefes del pueblo y de toda la gente! ¡Ven conmigo y rindamos culto a Dios!


Pero dejó vivo al rey Agag y a los mejores animales de los amalecitas, destruyendo solo las cosas de poco valor.


¿Por qué no das importancia a los sacrificios y ofrendas que mandé presentar en mi santuario? Tú les das más importancia a tus hijos que a mí. Ellos están cada día más gordos, porque se quedan con lo mejor de las ofrendas que el pueblo me trae.


Entonces Saúl le contestó: —¡David, hijo mío! Me he portado como un necio contigo y he cometido un grave error. Pero vuelve, que no te haré ningún mal pues tú hoy me has perdonado la vida.


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