1 Samuel 15:11 - Biblia Lenguaje Básico11 —Saúl no me hace caso ni me obedece. ¡Lamento haberlo elegido rey! Al oír esto, Samuel se entristeció y se pasó toda la noche rogando a Dios. Gade chapit laPlis vèsyonBiblia Reina Valera 196011 Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche. Gade chapit laBiblia Nueva Traducción Viviente11 «Lamento haber hecho a Saúl rey, porque no me ha sido leal y se ha negado a obedecer mi mandato». Al oírlo, Samuel se conmovió tanto que clamó al Señor durante toda la noche. Gade chapit laBiblia Católica (Latinoamericana)11 Me pesa de haber dado la realeza a Saúl, porque se apartó de mí y no obedeció mis órdenes'. Samuel se sintió muy disgustado por eso y suplicó a Yavé toda la noche. Gade chapit laLa Biblia Textual 3a Edicion11 Me pesa haber designado a Saúl como rey, porque ha dejado de seguirme, y no ha cumplido mis mandamientos. Y Samuel se apesadumbró, y clamó a YHVH toda aquella noche. Gade chapit laBiblia Serafín de Ausejo 197511 'Me arrepiento de haber constituido rey a Saúl, porque se ha apartado de mí y no ha ejecutado mis órdenes'. Afligióse Samuel y pasó toda la noche clamando a Yahveh. Gade chapit la |
El ángel de Dios estaba ya a punto de destruir Jerusalén, cuando David lo vio junto a la era de Arauna, el jebuseo. Exclamó entonces David al ver que la población estaba siendo aniquilada: —Dios mío, he sido yo quien ha hecho el mal, he sido yo el que ha pecado; el pueblo es inocente. Así que castígame a mí y a mi familia. Ante estas palabras se arrepintió Dios del daño que estaba haciendo al pueblo y dijo al ángel: —¡Basta ya! Que cese el castigo.
Luego mandó a un ángel para que destruyera Jerusalén. David miró y vio que el ángel de Dios estaba entre la tierra y el cielo, junto a la era de Ornán, el jebuseo; el ángel tenía en la mano una espada desenvainada que apuntaba hacia Jerusalén. David y los dirigentes del pueblo, que estaban vestidos con ropas de penitencia, se inclinaron tocando el suelo con la frente. Entonces David suplicó a Dios: —He sido yo quien ha ordenado hacer el recuento del pueblo; he sido yo el que ha pecado y hecho el mal; el pueblo es inocente. Así que castígame a mí y a mi familia, pero no castigues a tu pueblo. Ante estas palabras Dios, que estaba a punto de exterminar Jerusalén, se arrepintió del daño que estaba haciendo al pueblo y dijo al ángel exterminador: —¡Basta ya! Que acabe el castigo.
Muy molesto, le dijo a Dios: —¿No era esto lo que yo pensé que harías cuando aún estaba en mi tierra? Por eso quise huir lejos de ti y dirigirme a Tarsis. Yo sé que eres un Dios muy bueno; te compadeces de todos y te cuesta enfadarte. Es tan grande tu amor que, cuando dices que vas a castigar, después cambias de opinión y no lo haces.