Llevaba ya diez años Abrán viviendo en Canaán, y aún su mujer Saray no había podido tener hijos. Pero como ella tenía una esclava egipcia que se llamaba Agar, le propuso a su marido: —Abrán, como Dios no me deja tener hijos, acuéstate con mi esclava y ten relaciones con ella para que por medio de ella yo pueda tener hijos. Abrán estuvo de acuerdo. Entonces Saray tomó a su esclava y se la entregó a su marido.
Cuando les sirvieron de lo que José tenía en su mesa, a Benjamín le sirvieron cinco veces más que a los otros. Y bebieron con José hasta ponerse muy alegres.
Puede darse el caso de que un hombre tenga dos esposas y, de las dos, ama más a una que a la otra. Si de las dos ha tenido hijos, pero su primer hijo lo tuvo con la mujer a la que no ama, cuando haga su testamento deberá dejarle a este hijo dos terceras partes de los bienes que posea, pues es su hijo mayor y a él le pertenece el derecho correspondiente. En ningún caso podrá beneficiar al hijo de la mujer que ama perjudicando así al hijo de la mujer que no ama.