2 Así que todos los hombres de Israel se reunieron ante el rey Salomón durante el Festival de las Enramadas, que se celebra anualmente a comienzos del otoño, en el mes de etanim.
Además, el día quince del mes octavo, fecha que eligió según su capricho, estableció una fiesta religiosa parecida a la que se celebraba en Judá. Y el propio Joroboán acudió a Betel y a Dan para ofrecer sacrificios a los becerros de oro que había mandado fabricar. Luego quemó incienso en el altar, y nombró sacerdotes para los santuarios que había construido.
Con motivo de la dedicación del Templo, Salomón y todo el pueblo de Israel celebraron una gran fiesta que duró siete días. Asistió muchísima gente, pues los israelitas habían venido de todas las partes del país, desde Jamat [en el norte] hasta el arroyo de Egipto [en el sur]. Luego celebraron otra fiesta de siete días; en total fueron catorce días de fiesta.
También celebraron la fiesta de las Enramadas de acuerdo con lo que ordenaba la ley, y ofrecieron diariamente la cantidad de sacrificios que correspondía. También ofrecieron las ofrendas acostumbradas en la fiesta de la luna nueva y en todas las demás fiestas dedicadas a Dios. Además presentaban a Dios ofrendas voluntarias.
El último día de la fiesta de las Enramadas era el más importante. Ese día, Jesús se puso en pie y proclamó con voz potente: —El que tenga sed, que venga a mí y beba.
Cuando hayáis terminado de recoger la cosecha de cereales y hayáis finalizado la vendimia, deberéis celebrar en honor de vuestro Dios la fiesta de las Enramadas. Esta fiesta durará siete días, y en ella debe reinar la alegría. Deberéis celebrarla en el lugar que Dios haya elegido para habitar en él, en compañía de vuestros familiares y vuestros esclavos, y de los huérfanos y las viudas. También deberéis invitar a los de la tribu de Leví y a los inmigrantes que vivan en vuestras ciudades. Así Dios os bendecirá con abundantes cosechas y os irá bien en todos vuestros trabajos.