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1 Reyes 22:6 - Biblia Lenguaje Básico

6 Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, que eran alrededor de cuatrocientos, y les preguntó: —¿Debo atacar a Ramot de Galaad para recuperarla? Los profetas le contestaron: —Atácala. Porque Dios te la va a entregar.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, como cuatrocientos hombres, a los cuales dijo: ¿Iré a la guerra contra Ramot de Galaad, o la dejaré? Y ellos dijeron: Sube, porque Jehová la entregará en mano del rey.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Así que el rey de Israel convocó a los profetas, unos cuatrocientos en total, y les preguntó: —¿Debo ir a pelear contra Ramot de Galaad o desistir? Todos ellos contestaron: —¡Sí, adelante! El Señor dará la victoria al rey.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 El rey de Israel reunió a los profetas, eran cerca de cuatrocientos, y les dijo: '¿Debo atacar a Ramot de Galaad o debo renunciar a ello?' Le respondieron: 'Dirígete allá, que el Señor la pondrá en manos del rey'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Entonces el rey de Israel convocó a los profetas, unos cuatrocientos hombres, y les preguntó: ¿Iré a la guerra contra Ramot de Galaad o desistiré? Y ellos respondieron: ¡Sube, porque Adonay la entregará en mano del rey!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Reunió el rey de Israel a los profetas, unos cuatrocientos, y les preguntó: '¿Debo ir a atacar a Ramot de Galaad o debo renunciar?'. Y le respondieron: 'Sube; que el Señor la entregará en manos del rey'.

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1 Reyes 22:6
22 Referans Kwoze  

Les dijo: —Esta gente quiere que yo la trate mejor que lo hizo mi padre, ¿vosotros qué me aconsejáis?


Ordena que los israelitas se reúnan conmigo en el monte Carmelo. Que vayan también los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de la diosa Astarté, a los que Jezabel les da de comer.


Ajab llamó a todo el pueblo de Israel y reunió a todos los profetas de Baal y de Astarté en el monte Carmelo.


Ajab y Josafat llevaban sus trajes reales y estaban sentados sobre sus tronos en la explanada que hay a la entrada de Samaría. Delante de ellos estaban todos los profetas que no cesaban de pronunciar mensajes de parte de Dios.


Cuando Miqueas se presentó delante del rey, este le preguntó: —Miqueas, ¿debo atacar Ramot de Galaad? Miqueas le respondió: —Atácala y triunfarás. Dios te entregará la ciudad.


Pero antes de ir a luchar, averigua si Dios está de acuerdo.


Así que llamad a todos los profetas de Baal, a todos los que le dan culto y a todos sus sacerdotes. ¡Que no falte ninguno, porque tengo que ofrecer un gran sacrificio en honor de Baal! El que falte, morirá. Pero al decir esto, lo que de verdad quería Jehú era matar a todos los que daban culto a Baal.


pero este dijo al rey de Israel: —¡Yo no tengo nada que ver contigo! ¡Pregunta a esos profetas, a quienes tu padre y tu madre siempre consultan! El rey de Israel le respondió: —No lo haré, pero quiero saber si Dios ha decidido entregarnos a los tres reyes en las manos de Moab.


Cuando Miqueas se presentó delante del rey le preguntó: —Miqueas, ¿debo atacar a Ramot de Galaad? Miqueas le respondió: —Atácala y triunfarás. Dios te entregará la ciudad.


Además, hemos venido a destruir este país, porque así nos lo ha ordenado Dios.


Los profetas solo dicen mentiras, los sacerdotes hacen lo que quieren, y mi pueblo parece estar feliz. Pero ¿qué haréis cuando llegue el fin?


Habéis actuado en contra de mi voluntad. Con vuestras mentiras habéis afligido a la gente buena; en cambio, habéis animado a la gente mala para que siga portándose mal y no se libre de mi castigo.


¡Cuidado con esos mentirosos que dicen hablar de parte de Dios! Ellos se presentarán ante vosotros tan inofensivos como ovejas, pero en realidad son tan peligrosos como lobos feroces.


Porque llegará el día en que no querrán escuchar la buena enseñanza. Al contrario, querrán oír enseñanzas que les agraden. Por eso buscarán maestros que les digan lo que quieren oír.


Pero el monstruo fue capturado junto con el falso profeta que en su presencia había hecho maravillas. El falso profeta era el que había engañado con milagros a los que se dejaron poner la marca del monstruo y adoraron su estatua. Los dos fueron lanzados vivos a un lago ardiente de fuego y azufre.


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