9 Entonces Ajab dijo a los mensajeros de Benadad: —Decid a vuestro rey que le daré lo que antes me pidió, pero que no voy a darle lo que ahora me pide. Los mensajeros se retiraron y llevaron a Benadad esta respuesta.
9 Entonces él respondió a los embajadores de Ben-adad: Decid al rey mi señor: Haré todo lo que mandaste a tu siervo al principio; mas esto no lo puedo hacer. Y los embajadores fueron, y le dieron la respuesta.
9 Así que Acab dijo a los mensajeros de Ben-adad: «Díganle esto a mi señor el rey: “Te daré todo lo que pediste la primera vez, pero no puedo aceptar tu última exigencia”». Entonces los mensajeros le llevaron la respuesta a Ben-adad.
9 Entonces dijo a los mensajeros de Ben-Hadad: 'Digan esto al rey mi señor: Haré lo que me pediste la primera vez, pero esta nueva exigencia no la puedo aceptar'. Los mensajeros se fueron llevando esa respuesta.
9 Entonces él respondió a los mensajeros de Ben-hadad: Decid a mi señor el rey: Haré todo lo que exigiste a tu siervo al principio, pero esto no lo puedo hacer. Los mensajeros fueron y le dieron la respuesta.
9 Dijo, pues, a los mensajeros de Ben Hadad: 'Decid a mi señor el rey: haré todo lo que mandaste a tu siervo la primera vez: pero esto otro no lo puedo hacer'. Se fueron los mensajeros y llevaron la respuesta.
En respuesta, Asá tomó todo el oro y la plata que había en los tesoros del Templo y del palacio del rey y por medio de sus servidores se lo envió a Benadad, rey de Siria. Este vivía en la ciudad de Damasco y era hijo de Tabrimón y nieto de Jezyón. Junto con el oro y la plata, Asá mandó este mensaje a Benadad:
Al recibirla, Benadad le mandó a decir a Ajab: —Voy a destruir la ciudad de Samaría, y que los dioses me castiguen sin piedad si no reduzco completamente a polvo la ciudad.