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1 Reyes 20:1 - Biblia Lenguaje Básico

1 El rey de Siria que se llamaba Benadad, reunió a todo su ejército y a otros treinta y dos reyes aliados suyos que trajeron sus caballos y carros de combate. Todos juntos se dirigieron a la ciudad de Samaría, la rodearon y la atacaron.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Entonces Ben-adad rey de Siria juntó a todo su ejército, y con él a treinta y dos reyes, con caballos y carros; y subió y sitió a Samaria, y la combatió.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Por ese tiempo, Ben-adad, rey de Aram, movilizó a su ejército con el apoyo de treinta y dos reyes aliados, sus carros de guerra y sus caballos. Sitiaron Samaria, la capital de Israel, y lanzaron ataques contra la ciudad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Ben-Hadad, rey de Aram, reunió a todo su ejército. Tenía a su lado a treinta y dos reyes, caballos y carros cuando salió para sitiar a Samaría con el fin de apoderarse de ella.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Ben-hadad, rey de Siria, concentró todo su ejército, y acompañado de treinta y dos reyes vasallos, con caballería y carros, marchó contra Samaria, y le puso sitio y la atacó.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Ben Hadad, rey de Aram, reunió todo su ejército. Tenía consigo treinta y dos reyes, con caballos y carros. Subió, puso cerco a Samaría y la atacó.

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1 Reyes 20:1
28 Referans Kwoze  

En respuesta, Asá tomó todo el oro y la plata que había en los tesoros del Templo y del palacio del rey y por medio de sus servidores se lo envió a Benadad, rey de Siria. Este vivía en la ciudad de Damasco y era hijo de Tabrimón y nieto de Jezyón. Junto con el oro y la plata, Asá mandó este mensaje a Benadad:


Benadad aceptó la propuesta del rey Asá y envió a los jefes de su ejército a luchar contra las ciudades de Israel. Así conquistó Iyón, Dan, Abel Bet Maacá, toda la región de Neftalí y la región alrededor del lago de Galilea.


Luego Omrí le compró a Sémer la montaña de Samaría por sesenta y seis kilos de plata. Allí edificó una ciudad con murallas, a la que llamó Samaría, en honor de Sémer, su dueño anterior.


Al mediodía salieron a atacar al ejército de Siria y a sus aliados. Los ayudantes de los gobernadores de las provincias iban al frente. Benadad y los treinta y dos reyes que estaban de su parte, seguían emborrachándose en sus tiendas de campaña. Informaron a Benadad de que algunos hombres habían salido de Samaría para enfrentarse a ellos.


Benadad también envió mensajeros a la ciudad para que llevaran este mensaje a Ajab, rey de Israel:


Lo que tienes que hacer es sustituir a los reyes por gobernadores.


El rey de Siria había dado esta orden a los treinta y dos capitanes de sus carros de combate: —¡No ataquéis a ningún soldado; solo al rey de Israel!


Cierta vez, el rey de Siria, que estaba en guerra con Israel, reunió a sus oficiales y les mandó preparar una emboscada en determinado lugar.


«El gran rey Artajerjes, saluda al sacerdote Esdras, maestro de la ley del Dios todopoderoso.


Tus mensajeros me han injuriado gravemente. Tú presumes de tener muchos carros de combate y de haber subido con ellos a los más altos montes del Líbano. Tú presumes de haber derribado los cedros y los pinos más altos y hermosos. Dices que has llegado a los lugares más lejanos y a los bosques más espesos.


Ciudad de Tiro, voy a traer del norte a Nabucodonosor, rey de Babilonia, el rey más poderoso que existe, para que te ataque. Vendrá contra ti con un ejército grande y poderoso,


Haré que muráis en la guerra, como castigo por no cumplir con mi pacto. Trataréis de refugiaros en vuestras ciudades, pero yo os enviaré enfermedades terribles y haré que caigáis en manos de vuestros enemigos.


Por eso, prenderé fuego al palacio del rey Jazael y al de su hijo Benadad;


Moisés continuó diciendo: —Cuando vayáis a la guerra, no tengáis miedo. Aunque el enemigo sea muy fuerte y numeroso, y tenga muchos caballos y carros de combate, vosotros contáis con Dios, que os libró de Egipto.


Ese pueblo rodeará todas las ciudades que Dios os ha dado, y las atacará; derribando las altas y fuertes murallas en las que confiabais.


Entonces Adoni Bécec dijo: —Dios ha hecho conmigo lo mismo que yo hice con setenta reyes: les corté los pulgares y los dedos gordos de los pies, obligándoles a recoger las sobras bajo mi mesa. Después, Adoni Bécec fue llevado a Jerusalén y allí murió.


Jabín tenía novecientos carros de hierro, y durante veinte años trató a los israelitas con crueldad y violencia, hasta que ellos suplicaron a Dios que los salvara.


Y así sucedió, los filisteos se reunieron para atacar a los israelitas. Llegaron treinta mil carros de guerra, seis mil soldados de caballería, y un ejército que ni siquiera se podía contar. Todos ellos acamparon en Micmás, al este de Bet-Avén.


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