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1 Reyes 19:2 - Biblia Lenguaje Básico

2 Entonces Jezabel mandó un mensajero a decirle a Elías: —Te voy a matar como tú hiciste con los profetas de Baal. Que los dioses me castiguen sin piedad si mañana, a esta misma hora, no estás muerto.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Entonces Jezabel le mandó este mensaje a Elías: «Que los dioses me hieran e incluso me maten si mañana a esta hora yo no te he matado, así como tú los mataste a ellos».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Jezabel mandó a decir a Elías: 'Que los dioses me maldigan una y otra vez si mañana, a la misma hora, no he acabado contigo como tú lo hiciste con ellos'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Entonces Jezabel envió un mensajero a Elías, diciendo: ¡Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a esta hora no he hecho tu vida como la vida de uno de ellos!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Entonces Jezabel envió un mensajero a Elías con este aviso: 'Esto me hagan los dioses y esto me añadan, si mañana a estas horas no hago contigo igual que se hizo con cada uno de aquéllos'.

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1 Reyes 19:2
18 Referans Kwoze  

¡Pues que Dios me castigue si no hago que se cumpla la promesa de Dios a David! Porque Dios le prometió


Y el rey Salomón hizo este juramento: —Que Dios me castigue para siempre si Adonías no muere por haberme hecho esa petición.


El general Joab estaba de parte de Adonías, aunque no había apoyado a Absalón. Cuando Joab se enteró de lo que había dicho Salomón, huyó al santuario de Dios y se agarró a los cuernos del altar en busca de protección.


Al recibirla, Benadad le mandó a decir a Ajab: —Voy a destruir la ciudad de Samaría, y que los dioses me castiguen sin piedad si no reduzco completamente a polvo la ciudad.


¿A quién has insultado y ofendido? ¿Contra quién has levantado tu voz y alzado tu mirada altiva? Ha sido contra mí, que soy el Santo de Israel.


El rey dijo: —¡Hoy mismo le voy a cortar la cabeza a Eliseo, hijo de Safat! ¡Que Dios me castigue si no lo hago!


Así que el faraón dijo a Moisés: —¡Largo de aquí! Y más te vale no volver a presentarte ante mí. Si vuelves por aquí, mandaré que te maten.


Nuestros enemigos pensaron: “¡Vamos a perseguirlos! ¡Vamos a darles alcance! ¡Vamos a acabar con ellos! ¡Vamos a repartirnos todo lo que tienen!”.


No te hagas ilusiones con lo que piensas hacer mañana; ¡nadie sabe lo que traerá el futuro!


La gente me calumnia diciendo: «Solo sabe decir: terror por todas partes». También los oigo cuando dicen: «¡Vamos a denunciarlo!». Hasta mis mejores amigos quieren que yo cometa un error; buscan cómo ponerme una trampa para derrotarme y vengarse de mí.


Y como el rey Joacín y sus jefes y asistentes oyeron la denuncia del profeta, el rey intentó matarlo. Cuando Urías se enteró de los planes del rey Joacín, tuvo miedo y huyó a Egipto.


Voy a daros una oportunidad. Si al escuchar el sonido de los instrumentos musicales, no os arrodilláis y adoráis la estatua que he mandado hacer, ordenaré que de inmediato os arrojen al horno encendido. Y entonces ningún Dios podrá salvaros.


Donde tú mueras moriré, y allí mismo seré enterrada. Que Dios me castigue si te abandono, pues nada podrá separarnos; ¡nada, ni siquiera la muerte!


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