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1 Reyes 13:6 - Biblia Lenguaje Básico

6 Entonces el rey dijo al profeta: —Por favor, ruega por mí a tu Dios y pídele que me sane el brazo. El profeta rogó a Dios, y el brazo del rey sanó.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Entonces respondiendo el rey, dijo al varón de Dios: Te pido que ruegues ante la presencia de Jehová tu Dios, y ores por mí, para que mi mano me sea restaurada. Y el varón de Dios oró a Jehová, y la mano del rey se le restauró, y quedó como era antes.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Entonces el rey clamó al hombre de Dios: «¡Te ruego que le pidas al Señor tu Dios que me restaure la mano!». Así que el hombre de Dios oró al Señor, y la mano quedó restaurada y el rey pudo moverla otra vez.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 El rey tomó entonces la palabra y dijo al hombre de Dios: 'Por favor, apacigua a Yavé tu Dios, ruega por mí para que vuelva a mover mi mano'. El hombre de Dios apaciguó a Yavé y la mano del rey volvió a moverse; estaba como antes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Entonces el rey, tomando la palabra, dijo al varón de Dios: Te ruego que aplaques el rostro de YHVH tu Dios y ores por mí, para que mi mano pueda recogerse hacia mí. Y el varón de Dios, en efecto, aplacó el rostro de YHVH, y la mano del rey le fue restaurada y volvió a ser como antes.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Entonces el rey, tomando la palabra dijo al varón de Dios: 'Implora, por favor, a Yahveh, tu Dios, e intercede por mí, para que mi mano vuelva hacia mí'. Imploró el varón de Dios a Yahveh, y al punto la mano del rey se volvió hacia él y quedó como había estado antes.

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1 Reyes 13:6
25 Referans Kwoze  

Además, el altar se hizo pedazos y las cenizas que había sobre él se esparcieron. Así se cumplió lo que el profeta había dicho de parte de Dios.


De todo corazón te pido que te apiades de mí y cumplas tu promesa.


Por favor, perdonadme una vez más y suplicad a vuestro Dios que me libre de este castigo mortal.


¡Llevaos vuestras ovejas y vuestras vacas, como lo habéis pedido, y marchaos de aquí! ¡Y pedid a Dios que no me castigue!


Pero el faraón se mantuvo terco y no dejó salir a los israelitas.


El faraón, entonces, mandó llamar a Moisés y Aarón, y les dijo: —Pedid a vuestro Dios que aparte de mí y de mi pueblo las ranas, porque ya no las soportamos. Si lo hace, yo dejaré que el pueblo de Israel vaya a ofrecerle sacrificios.


Moisés y Aarón salieron del palacio del faraón. Luego Moisés rogó a Dios que alejara del faraón las ranas que había mandado sobre él.


Suplicad a Dios que haga cesar la tormenta y el granizo, y yo os dejaré marchar sin reteneros por más tiempo.


Entonces el rey Sedecías envío a Jeremías un mensaje por medio de Jucal, hijo de Selemías, y del sacerdote Sofonías, hijo de Maasías. En ese mensaje pedía a Jeremías que intercediera ante Dios por ellos.


Entonces Moisés pidió a Dios que sanara a María;


Así que fueron a decirle a Moisés: —Reconocemos que no hemos hecho bien al protestar contra Dios y contra ti. ¡Por favor, pídele a Dios que se lleve de aquí las serpientes! Moisés pidió a Dios que perdonara a los israelitas,


Pero ahora yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os maltratan.


Jesús, entonces, decía: —¡Padre, perdónalos, pues no saben lo que hacen! Mientras los soldados echaban suertes para saber cuál de ellos se quedaría con la ropa de Jesús,


Luego cayó de rodillas y gritó con todas sus fuerzas: —Señor, no los castigues por este pecado. Y con estas palabras en sus labios, murió.


Simón les suplicó: —Por favor, pedidle a Dios que me perdone, para que no me suceda ninguno de los males con que me habéis amenazado.


No maldigáis a los que os persigan; más bien, pedid a Dios que los bendiga.


No os dejéis vencer por el mal. Al contrario, venced al mal haciendo el bien.


Vas a ver lo que haré con esos mentirosos que pertenecen a Satanás. Dicen que son judíos, pero en realidad no lo son. Te los voy a entregar y hacer que se arrodillen delante de ti, para que vean cuánto te amo.


Entonces todos dijeron a Samuel: —Son muchos nuestros pecados y hasta hemos exigido tener un rey. Ruégale a Dios que no nos quite la vida.


En cuanto a mí, nunca dejaré de rogar a Dios por vosotros, pues dejar de hacerlo sería un pecado. Y os seguiré enseñando a portaros bien y a vivir como Dios quiere.


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