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1 Reyes 1:34 - Biblia Lenguaje Básico

34 El sacerdote Sadoc y el profeta Natán deben derramar aceite sobre la cabeza de Salomón para nombrarlo rey de Israel. Después, tocad la trompeta y gritad: —¡Viva el rey Salomón!

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Biblia Reina Valera 1960

34 y allí lo ungirán el sacerdote Sadoc y el profeta Natán como rey sobre Israel, y tocaréis trompeta, diciendo: ¡Viva el rey Salomón!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 Una vez allí, el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo ungirán rey de Israel. Hagan sonar el cuerno de carnero y griten: “¡Que viva el rey Salomón!”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 Allí, el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo consagrarán como rey de Israel; tocarán el cuerno y todo el mundo exclamará: ¡Viva el rey Salomón!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 Y el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo ungirán° allí por rey sobre Israel, y daréis soplido al shofar, y gritaréis: ¡Viva el rey Salomón!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Y allí, el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo ungirán por rey de Israel. Haréis sonar la trompeta y gritaréis: '¡Viva el rey Salomón!'.

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1 Reyes 1:34
24 Referans Kwoze  

Entonces los de Judá fueron adonde estaba David y le reconocieron como rey de Judá, derramando aceite sobre su cabeza. Informaron a David de que la gente de Jabés de Galaad había enterrado a Saúl;


Porque él está celebrando una fiesta: ha matado toros, terneros y muchas ovejas, y ha invitado a los hijos del rey, al general Joab y al sacerdote Abiatar. Ahora mismo, mientras comen y beben, no cesan de gritar: «¡Viva el rey Adonías!».


Luego acompañad a Salomón hasta mi trono, porque será él quien reine; él es a quien he elegido para que gobierne sobre Israel y Judá.


Allí, el sacerdote Sadoc tomó el recipiente de aceite que estaba en el santuario, y derramó el aceite sobre la cabeza de Salomón para nombrarlo rey. Luego sonaron las trompetas y toda la gente gritó: —¡Viva el rey Salomón!


y a Jehú, hijo de Nimsí, como rey de Israel. Y para que te suceda como profeta, nombra a Eliseo, hijo de Safat, natural de Abelmejolá.


Entonces Joyadá sacó a Joás, le puso la corona y le entregó las otras insignias reales. Después derramó aceite sobre su cabeza y así lo proclamó rey. Todos aplaudieron y gritaron: —¡Viva el rey!


Allí vio a Joás de pie, al lado de la columna del Templo, como era la costumbre al nombrarse un rey. Junto a él estaban los capitanes y los músicos; la gente, llena de alegría, tocaba las trompetas. Entonces Atalía rasgó sus vestidos y gritó: —¡Traición! ¡Traición!


Enseguida cada uno de ellos tomó su manto y lo puso sobre la escalinata como si fuera una alfombra. Después tocaron la trompeta y gritaron: —¡Viva el rey Jehú!


Toma la vasija de aceite, derrámala sobre su cabeza y dile: «Dios te ha elegido para ser rey de Israel». Después abre la puerta y escapa. No te detengas.


Entonces Jehú y el profeta fueron a otra habitación. Allí el joven profeta derramó el aceite sobre la cabeza de Jehú y dijo: —El Dios de Israel te ha elegido para ser rey de su pueblo.


Entonces Joyadá sacó a Joás, le puso la corona y le entregó las otras insignias reales. Después, Joyadá y sus hijos derramaron aceite sobre su cabeza y así lo proclamaron rey. Todos gritaron: —¡Viva el rey!


Tu reinado, como el de Dios, durará para siempre, usarás tu poder para defender la justicia.


Una vez hablaste con nosotros, tu pueblo fiel, y nos dijiste: «En mi pueblo hay un guerrero; el más valiente de todos los jóvenes, a quien he dado mi ayuda. Se trata de David, mi siervo, al que he consagrado como rey derramando aceite sagrado sobre él.


A David le hice una promesa, y juro por mí mismo que la cumpliré.


Así dice Dios a Ciro, su elegido: «Te he escogido y te guiaré para que domines a las naciones y derribes a los reyes de sus tronos. Haré que las ciudades se rindan ante ti y te abran sus puertas de par en par.


Me estoy refiriendo a Jesús de Nazaret a quien Dios le dio el poder del Espíritu Santo. Como Dios estaba con él, Jesús hizo siempre el bien y curó a todos los que vivían bajo el poder del diablo.


Entonces Samuel sacó una vasija de aceite y la derramó sobre la cabeza de Saúl; luego le dio un beso y le dijo: —Hoy te ha elegido Dios para que seas jefe de Israel, su pueblo.


Entonces Samuel dijo a todo el pueblo: —¡Aquí tenéis al hombre elegido por Dios! ¡No hay nadie que se le compare! Los israelitas gritaron a una voz: —¡Viva el rey!


Pídele a Jesé que te acompañe. Cuando yo te diga a cuál de sus hijos he elegido como rey, tú derramarás el aceite sobre su cabeza.


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