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1 Pedro 5:2 - Biblia Lenguaje Básico

2 Cuidad de las personas que Dios dejó a vuestro cargo; cuidadlas como cuida el pastor a sus ovejas. No lo hagáis a la fuerza, sino con buena voluntad, que es lo que a Dios le agrada; en ningún caso lo hagáis por obligación o para ganar dinero.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 cuiden del rebaño que Dios les ha encomendado. Háganlo con gusto, no de mala gana ni por el beneficio personal que puedan obtener de ello, sino porque están deseosos de servir a Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Apacienten el rebaño de Dios cada cual en su lugar; cuídenlo no de mala gana, sino con gusto, a la manera de Dios; no piensen en ganancias, sino háganlo con entrega generosa;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Apacentad la grey de Dios° que está entre vosotros,° no por fuerza,° sino voluntariamente, según Dios;° no con avaricia de ganancia material, sino de buena voluntad;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 apacentad el rebaño de Dios que está entre vosotros, vigilando, no obligados por la fuerza, sino de buen grado, según Dios; y no por sórdida ganancia, sino con generosidad;

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1 Pedro 5:2
41 Referans Kwoze  

Si acaso no lo sabes, mujer bella entre las bellas, sigue las huellas del rebaño y lleva a pastar tus cabritos junto a las cabañas de los pastores.


Viene cuidando a su pueblo, como cuida un pastor a su rebaño: lleva en brazos a los corderos y guía con cuidado a las ovejas que acaban de tener su cría».


Sus enemigos, en cambio, son como perros hambrientos que nunca se hartan. Los jefes de mi pueblo, mientras tanto, no acaban de entender nada y cada uno va por su camino buscando siempre su provecho.


Enseguida oí la voz de Dios que decía: —¿A quién voy a enviar? ¿Quién será mi mensajero? Yo respondí: —Envíame a mí, yo seré tu mensajero.


Entonces ellos se acordaron de lo que Dios había hecho en los tiempos pasados; se acordaron de cómo Moisés había liberado a su pueblo, y por eso se preguntaban: «¿Dónde está ahora el Dios que sacó a los israelitas del mar junto con su jefe Moisés? ¿Dónde el que puso en Moisés su santo espíritu?


Si por causa de vuestro orgullo no obedecéis, lloraré amargamente y en secreto, hasta que ya no pueda más, porque vosotros, pueblo de Dios, seréis llevados presos a una nación lejana.


Mirad, los que vivís en Jerusalén, cómo vienen del norte vuestros enemigos. Estabais muy orgullosos de ser el pueblo escogido por Dios, pero ese pueblo se ha perdido.


Todos desean lo que no es suyo, desde el más pequeño hasta el más grande. Ya no se puede confiar ni en el profeta ni en el sacerdote.


Por eso daré a otros sus mujeres y entregaré sus campos a conquistadores. Y es que todos desean lo que no es suyo, desde el más pequeño hasta el más grande. Ya no se puede confiar ni en el profeta ni en el sacerdote.


Les enviaré de nuevo a David, mi fiel siervo, para que los cuide.


Yo seré para vosotros como un pastor que os cuida y vosotros seréis mi rebaño. Yo soy el Dios de Israel y cumpliré mi palabra.


Entonces el hombre me dijo que estas eran las cocinas y que allí era donde los que sirven en el Templo debían cocinar las ofrendas del pueblo.


Los sacerdotes, profetas y jueces enseñan, predican o juzgan solo a cambio de dinero. Y para colmo se atreven a decir: «No tenemos nada que temer; ¡Dios está con nosotros!».


Cuando vengan los asirios para invadir nuestro país y quieran ocupar nuestros palacios, ese rey nos librará de ellos y nos hará vivir en paz. Valiéndose de sus jefes y capitanes, someterá a Asiria con la espada y nos librará de los asirios —habitantes de Nemrod— cuando estos intenten invadirnos.


Dios nuestro, cuida de este rebaño tuyo que vive solitario en el bosque en medio de fértiles campos; como lo hiciste en otro tiempo, alimenta a tus ovejas con los abundantes pastos que crecen en Basán y en Galaad.


¡Que mal le va a ir a ese pastor que no cuida del rebaño! ¡Que con una espada le corten el brazo y le saquen los ojos! ¡Que el brazo se le seque y quede ciego por completo!


Prefiero que se cierren las puertas de mi Templo a que encendáis en vano fuego en mi altar; estoy muy molesto con vosotros y os aseguro que no voy a aceptar esas ofrendas.


¡No tengáis miedo, mi pequeño rebaño! Dios, vuestro Padre, quiere daros su reino.


Cuando yo muera, sé que vendrán otros que atacarán a los miembros de la Iglesia como si fueran lobos feroces.


Pero Pablo nos contestó: —¡No lloréis, porque me partís el corazón con vuestras lágrimas! Tanto amo al Señor Jesús, que por él estoy dispuesto a ir a la cárcel e incluso a morir en Jerusalén.


En el ejército, ningún soldado paga sus gastos. Los que cultivan uvas, comen de las uvas que recogen. Y los que cuidan cabras, toman de la leche que ordeñan.


No debe ser borracho ni violento; al contrario, debe ser amable y tranquilo y no estar únicamente preocupado por el dinero.


Los diáconos deben ser personas respetables; no deben mentir ni beber mucho vino, ni estar preocupados por ganar mucho dinero.


No permitas que hablen, porque confunden a familias enteras y lo hacen solo para ganar dinero.


Los encargados de dirigir una comunidad cristiana, que es la casa de Dios, deben hacerlo sin que se les pueda acusar de nada malo. Por eso, no deben ser tiranos, ni enfadarse con facilidad ni emborracharse. Tampoco deben ser violentos, ni tramposos en sus negocios.


Él quiso morir para rescatarnos de todo lo malo y para purificarnos de nuestros pecados, haciendo de nosotros su pueblo, un pueblo deseoso de hacer el bien.


Recuerda a todos que deben hacer lo que manden los gobernantes y las autoridades del país. Recuérdales también que deben ser obedientes en todo y estar siempre dispuestos a hacer el bien.


Pero no haré nada sin que tú estés de acuerdo, para que el favor que te pido no te resulte una obligación.


No dejéis que nadie se aleje de la gracia de Dios. Tampoco permitáis que nadie cause problemas en el grupo, porque sería como una planta venenosa que os haría mucho daño.


Esos falsos maestros desearán tener cada vez más dinero y tratarán de explotaros a base de mentiras. Pero Dios ha decidido castigarlos desde hace mucho tiempo y no se salvarán de ese castigo.


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