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1 Pedro 4:13 - Biblia Lenguaje Básico

13 Al contrario, alegraos de poder sufrir como Cristo sufrió, para que también os alegréis cuando Cristo dé a conocer su gloria.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

13 sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 En cambio, alégrense mucho, porque estas pruebas los hacen ser partícipes con Cristo de su sufrimiento, para que tengan la inmensa alegría de ver su gloria cuando sea revelada a todo el mundo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Más bien alégrense de participar en los sufrimientos de Cristo, pues también se les concederán las alegrías más grandes el día en que se nos descubra su gloria.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Más bien regocijaos por cuanto sois participantes de los padecimientos del Mesías, para que también en la revelación de su gloria os regocijéis con gozo inefable.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Más bien, a medida que tomáis parte en los padecimientos de Cristo, alegraos, para que también en la revelación de su gloria exultéis de gozo.

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1 Pedro 4:13
35 Referans Kwoze  

Aquel día se dirá: Ahí está nuestro Dios. En él confiamos, y nos salvó. ¡Alegrémonos y hagamos fiesta porque ha sido él quien nos ha salvado!


y a los que Dios va a liberar. Volverán en Jerusalén cantando con mucha alegría, y para siempre vivirán felices. Se acabarán el llanto y el dolor, solo habrá alegría y felicidad.


Los que tú rescataste volverán y entrarán en Jerusalén saltando de gozo; todo es alegría y júbilo, el llanto y el dolor desaparecerán.


Porque yo, el Hijo del hombre, vendré pronto con el poder de Dios y con mis ángeles, para dar su premio a los que hicieron el bien y para castigar a los que hicieron el mal.


El hombre le dijo: «¡Excelente! Eres un empleado bueno y se puede confiar en ti. Ya que has administrado bien lo poco que te di, ahora voy a encargarte cosas más importantes. Vamos a celebrarlo».


El hombre le contestó: «¡Excelente! Eres un empleado bueno y se puede confiar en ti. Ya que has administrado bien lo poco que te di, ahora voy a encargarte cosas más importantes. Vamos a celebrarlo».


Cuando yo, el Hijo del hombre, regrese, vendré como un rey poderoso, rodeado de mis ángeles, y me sentaré en mi trono.


Entonces yo, el Rey, diré a los buenos: «¡Mi Padre os ha bendecido! ¡Venid, participad del reino que mi Padre os tiene preparado desde antes de la creación del mundo!


No os avergoncéis de mí ni de mis palabras delante de esta gente malvada que rechaza a Dios. Si lo hacéis, yo, el Hijo del hombre, me avergonzaré de vosotros cuando venga con el poder de mi Padre y con sus ángeles.


Algo así pasará el día en que yo, el Hijo del hombre, vuelva otra vez.


Cerca de media noche, Pablo y Silas oraban y cantaban alabanzas a Dios, mientras los otros prisioneros escuchaban.


Los apóstoles salieron de la Junta Suprema muy contentos, porque Dios les había considerado dignos de sufrir por ser seguidores de Jesús.


Pero también nos alegra tener que sufrir, porque sabemos que así aprenderemos a soportar el sufrimiento.


Y como somos sus hijos, tenemos derecho a todo lo bueno que él ha preparado para nosotros. Todo eso lo compartiremos con Cristo. Y si ahora sufrimos como él sufrió, seguramente también compartiremos con él su gloria.


Estoy seguro de que los sufrimientos por los que ahora pasamos no son nada si los comparamos con la gloriosa vida que Dios nos dará junto a él.


Nosotros sufrimos mucho, igual que Cristo sufrió. Pero también, por medio de él, Dios nos consuela.


Confiamos mucho en vosotros y sabemos que, si ahora sufrís, también Dios os consolará.


Adondequiera que vamos, todos pueden ver que sufrimos lo mismo que Cristo, y que por obedecerle estamos siempre en peligro de muerte. Pero también pueden ver, que de esta manera, se muestra la vida de Cristo en nuestro cuerpo mortal.


Las dificultades que ahora tenemos son pequeñas y no van a durar siempre. Pero, gracias a ellas, Dios nos llenará de una gloria grande y maravillosa que dura para siempre.


Por eso, lo único que deseo es conocer a Cristo; es decir, sentir el poder de su resurrección, sufrir como él sufrió, y hasta morir como él murió,


Ahora me alegro de sufrir por vosotros, pues así voy completando en mi propio cuerpo los sufrimientos del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.


Si soportamos los sufrimientos, compartiremos su reinado. Si decimos que no lo conocemos, también él dirá que no nos conoce.


Por eso, estad atentos y pensad bien lo que vais a hacer, sin dejaros seducir por nada malo. Y confiad totalmente en que Dios os tratará bien cuando regrese Jesucristo.


Y es que habéis sido llamados a sufrir con paciencia, lo mismo que Cristo sufrió por vosotros, y os ha dado un ejemplo que debéis imitar.


Quiero darles un consejo a los líderes de la Iglesia. Yo también soy líder como ellos y soy testigo de cómo sufrió Cristo. Además, cuando Cristo regrese de nuevo y muestre su gloria, yo también disfrutaré de esa gloria. Este es mi consejo:


Y Dios que es fuente de todo bien y que os ha llamado a compartir su reino glorioso con Cristo hará que, después de haber sufrido un poco de tiempo, todo vuelva a estar bien; y también hará que no os desaniméis y que os mantengáis firmes en la fe.


Dios puede protegeros para que no hagáis el mal y también tiene poder para que podáis presentaros ante su gloriosa presencia sin mancha y llenos de alegría.


¡Mirad! ¡Cristo viene entre las nubes! Todos lo verán venir, incluso los que lo mataron; y todos los habitantes del mundo llorarán por él. Así sucederá. Amén.


Yo, Juan, soy vuestro hermano en Cristo. Comparto con vosotros los mismos sufrimientos y la misma paciencia esperando el reino de Jesucristo. Fui desterrado a la isla de Patmos por haber anunciado el mensaje de Dios y dar testimonio de Jesucristo.


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