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1 Pedro 1:7 - Biblia Lenguaje Básico

7 La fe que tenéis en Dios es como el oro: igual que la calidad del oro se pone a prueba con el fuego, la fe que tenéis en Dios se pone a prueba con los problemas. Si pasáis la prueba, vuestra fe será más valiosa que el oro, pues el oro, aunque haya superado la prueba del fuego, se puede destruir. Así, cuando Jesucristo aparezca, hablará bien de la fe que tenéis en Dios, porque una fe que ha pasado por tantas pruebas merece ser alabada.

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Biblia Reina Valera 1960

7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Estas pruebas demostrarán que su fe es auténtica. Está siendo probada de la misma manera que el fuego prueba y purifica el oro, aunque la fe de ustedes es mucho más preciosa que el mismo oro. Entonces su fe, al permanecer firme en tantas pruebas, les traerá mucha alabanza, gloria y honra en el día que Jesucristo sea revelado a todo el mundo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Si el oro debe ser probado pasando por el fuego, y es sólo cosa pasajera, con mayor razón su fe, que vale mucho más. Esta prueba les merecerá alabanza, honor y gloria el día en que se manifieste Cristo Jesús.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 para que la prueba de vuestra fe, mucho más preciosa que el oro (el cual, aunque perecedero, es probado por fuego), sea hallada en alabanza, gloria y honra en la revelación de Jesús el Mesías;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Así la calidad de vuestra fe, de más valor que el oro que, aun después de acrisolado por el fuego perece, se convertirá en alabanza, gloria y honor en la manifestación de Jesucristo.

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1 Pedro 1:7
53 Referans Kwoze  

Él, en cambio, sabe dónde estoy; que me ponga a prueba, y saldré tan puro como el oro.


«El oro y la plata se sacan de las minas y se limpian con fuego.


Tú me conoces por dentro; incluso has venido de noche para ponerme a prueba y no me encontraste haciendo planes malvados; tampoco digo malas palabras, ni actúo con violencia, como lo hacen los demás. Yo solo a ti te obedezco; cumplo tus mandatos, y no me aparto de ellos.


La sabiduría y el entendimiento valen más que el oro y la plata.


El oro y la plata se prueban en el fuego; nuestras intenciones las pone a prueba Dios.


Mi fruto y mi cosecha valen más que el oro y la plata.


de manera que acaba por irse de este mundo tan desnudo como cuando nació, ¡y sin llevarse nada de lo que tanto trabajo le costó ganar!


Yo os purifiqué de vuestra maldad por medio del sufrimiento, y no lo hice como se hace con la plata.


Mi corazón parece una flauta triste: llora por la gente de Moab y por los que viven en Quir Jeres, porque amontonaron grandes riquezas y todo eso lo han perdido.


Solo saben decir mentiras; ¡su lengua hiere más que una flecha! Parecen desear felicidad a su prójimo, pero lo que en verdad quieren es tenderle una trampa.


Cuando llegue, se sentará a borrar los pecados de los descendientes de Leví, como si purificara oro y plata en el fuego. Así ellos podrán presentar como es debido las ofrendas de la gente de Judá y de Jerusalén. Las presentarán como a mí me agrada, como lo hacían en tiempos antiguos.


Pero si la mujer no engañó a su marido, no le pasará nada malo y podrá tener hijos.


Jesús les respondió: —Os aseguro que cuando todo sea hecho nuevo y yo, el Hijo del hombre, ocupe el trono de gloria, todos vosotros reinaréis conmigo. Y los que me habéis seguido, os sentaréis también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.


El hombre le dijo: «¡Excelente! Eres un empleado bueno y se puede confiar en ti. Ya que has administrado bien lo poco que te di, ahora voy a encargarte cosas más importantes. Vamos a celebrarlo».


El hombre le contestó: «¡Excelente! Eres un empleado bueno y se puede confiar en ti. Ya que has administrado bien lo poco que te di, ahora voy a encargarte cosas más importantes. Vamos a celebrarlo».


Vended lo que tenéis y dad ese dinero a los pobres. Fabricaos bolsas que nunca se rompan y guardad en el cielo lo más valioso de vuestra vida. Allí, los ladrones no podrán robar, ni la polilla podrá destruir.


Algo así pasará el día en que yo, el Hijo del hombre, vuelva otra vez.


Si alguno quiere servirme, que me siga y donde yo esté, allí estará también el que me sirva, y mi Padre le premiará.


¡Cómo vais a creerme, si solo os gusta que hablen bien de vosotros, y no buscáis el honor que viene del Dios único!


Pero Pedro le respondió: —¡Vete al infierno tú con todo tu dinero! ¡Lo que Dios da como regalo, no se compra con dinero!


A los que hayan hecho el bien, Dios les dará un lugar muy especial, y también honor y paz; en primer lugar, a los judíos, pero también a los que no son judíos.


Los verdaderos judíos lo son por sus valores espirituales internos y no por cumplir la pura letra de la ley; y cuando son alabados, es Dios quien los alaba y no la gente.


a los que hicieron lo bueno esperando recibir de parte de Dios reconocimiento, les dará honor y vida eterna, dejándolos vivir para siempre con él.


La creación entera espera impaciente que Dios muestre a todos que somos sus hijos.


Pero, cuando llegue el fin del mundo, Dios pondrá a prueba lo que cada uno construyó. Será como probar con fuego los materiales usados para la construcción.


Por eso, no culpéis a nadie antes de que Jesucristo vuelva. Cuando él venga, dará a conocer todo lo que está oculto y todo lo que piensa cada uno de nosotros. Entonces Dios nos dará a cada uno el premio que merezcamos.


Al que soporta las dificultades, Dios lo bendice y, cuando las supera, le da un gran premio: la vida eterna que ha prometido a quienes lo aman.


Por eso, estad atentos y pensad bien lo que vais a hacer, sin dejaros seducir por nada malo. Y confiad totalmente en que Dios os tratará bien cuando regrese Jesucristo.


Vosotros tenéis fe en Dios y por eso él os protege con su poder, para que podáis ser salvos tal y como lo tiene planeado para los últimos tiempos.


Vosotros sois como piedras vivas que Dios está usando para construir un templo espiritual. Por lo tanto, acercaos a Jesucristo, pues él es la piedra viva que la gente despreció, pero que Dios eligió como la piedra más valiosa. Además, sois sacerdotes especialmente escogidos para Dios, y por medio de Jesucristo debéis ofrecer a Dios los sacrificios que a él le agradan.


Para vosotros los que creéis en Dios, Jesucristo es una piedra muy valiosa; en cambio, a los que no creen, les sucede lo que dicen las Escrituras: «La piedra que rechazaron los constructores del templo es ahora la piedra principal».


Queridos míos, no os sorprendáis si tenéis que afrontar problemas que superen vuestras fuerzas.


Al contrario, alegraos de poder sufrir como Cristo sufrió, para que también os alegréis cuando Cristo dé a conocer su gloria.


Quiero darles un consejo a los líderes de la Iglesia. Yo también soy líder como ellos y soy testigo de cómo sufrió Cristo. Además, cuando Cristo regrese de nuevo y muestre su gloria, yo también disfrutaré de esa gloria. Este es mi consejo:


Yo, Simón Pedro, estoy al servicio de Jesucristo, que me envió a anunciar su mensaje. Recibid mis saludos todos los que gracias a Jesucristo, nuestro Dios y Salvador, habéis recibido una fe de tanto valor como la nuestra.


Además, nos ha dado todas las cosas importantes y valiosas que nos prometió. A través de ellas podéis formar parte de la naturaleza de Dios y evitar la corrupción que el pecado ha introducido en el mundo.


Por eso, queridos hermanos, mientras esperáis a que esto suceda, haced todo lo posible por estar en paz con Dios y porque él os encuentre sin culpa ni pecado.


Dios puede protegeros para que no hagáis el mal y también tiene poder para que podáis presentaros ante su gloriosa presencia sin mancha y llenos de alegría.


¡Mirad! ¡Cristo viene entre las nubes! Todos lo verán venir, incluso los que lo mataron; y todos los habitantes del mundo llorarán por él. Así sucederá. Amén.


No tengas miedo de lo que vas a sufrir. El diablo meterá a algunos de vosotros en la cárcel para poneros a prueba. Pero vuestro sufrimiento durará poco tiempo y, si me sois fieles hasta la muerte, os daré como premio la vida eterna.


Todos los habitantes de la tierra tendrán dificultades y sufrimientos. Pero a ti te protegeré, porque tú has sido fiel cuando te pedí que no dejaras de creer en mí.


Por eso te aconsejo que me compres lo que de verdad te hará rico. Porque lo que yo doy es de mucho valor, como el oro que se refina en el fuego. Si no quieres pasar la vergüenza de estar desnudo, acepta la ropa blanca que te doy para que te cubras con ella; y cómprame también gotas medicinales para tus ojos de manera que así puedas ver.


Yo prometí a tu familia y a tus antepasados que siempre serían mis sacerdotes. Pero ya no será así. Yo aprecio a los que me aprecian, pero desprecio a los que me desprecian.


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