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1 Pedro 1:18 - Biblia Lenguaje Básico

18 Porque Dios os libró de ese modo de vida tan poco provechoso que aprendisteis de vuestros antepasados. Y bien sabéis que, para liberaros, Dios no pagó con oro y plata, que son cosas que no duran;

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Biblia Reina Valera 1960

18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Pues ustedes saben que Dios pagó un rescate para salvarlos de la vida vacía que heredaron de sus antepasados. No fue pagado con oro ni plata, los cuales pierden su valor,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 No olviden que han sido rescatados de la vida vacía que aprendieron de sus padres; pero no con un rescate material de oro o plata,

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, que vuestros padres os legaron, no con cosas corruptibles, como la plata o el oro;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra vana manera de vivir, recibida de vuestros padres, no con cosas corruptibles, plata u oro,

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1 Pedro 1:18
28 Referans Kwoze  

Me has dado una vida muy breve, ¡tan breve que no es nada para ti! ¡Nadie dura más que un suspiro!


El ser humano es solo un soplo, hasta los más importantes son pura ilusión. Si los pesaran en una balanza, ¡ni juntos pesarían gran cosa!


Yo hice desaparecer tus faltas y pecados como desaparecen las nubes en el cielo. ¡Vuelve a mí, porque yo te di la libertad!».


Porque así dice tu Dios: «Por nada fuisteis vendidos, y gratis vais a ser liberados.


Dios mío, tú me das nuevas fuerzas; cuando me encuentro en peligro, tú eres mi refugio. Desde los lugares más lejanos del mundo vendrán a ti las naciones y dirán: «Nuestros antepasados fabricaron dioses falsos que no sirven para nada y nos los dejaron como herencia».


Y Dios contestó: Cuando llegue el día del castigo, se le dirá a este pueblo y a Jerusalén: «Desde las dunas del desierto sopla un viento muy caluroso, y se dirige a la capital de mi pueblo». No se trata del viento que separa el trigo de la paja;


sino que vamos a seguir haciendo lo que hemos decidido, tal como lo hicieron nuestros antepasados, nuestros reyes y nuestros dignatarios en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén. Seguiremos adorando a nuestra diosa, la Reina del Cielo, y le ofreceremos incienso y vino. En realidad, cuando lo hacíamos, teníamos comida en abundancia y no nos faltaba nada ni nos pasaba nada malo.


También dice el todopoderoso Dios de Israel que le dará a este pueblo comida amarga y agua envenenada,


pero a sus hijos les advertí que no siguieran el mal ejemplo de sus padres, ni tuvieran nada que ver con sus ídolos.


Esto dice el Dios de Israel: Vosotros, habitantes de Judá, habéis llegado al colmo de la maldad. Por eso, ¡no os perdonaré! Rechazasteis mis enseñanzas y os negasteis a obedecer mis mandamientos. Preferisteis adorar a los dioses falsos que antes adoraron vuestros antepasados.


Y no hay nada que una persona pueda dar a cambio de su vida.


ya que ha conocido a Dios, pero no lo respeta ni le da las gracias. No piensa más que en hacer lo malo y en puras tonterías.


Y también dice: «Dios conoce bien las tonterías que a los sabios se les ocurren».


Cuando Dios os salvó, en realidad os compró, y el precio que pagó por vosotros fue muy alto. Por eso debéis dedicar vuestro cuerpo a honrar y agradar a Dios.


Cuando Dios nos hizo libres por medio de la muerte de Cristo, pagó un precio muy alto. Por eso, no debemos hacernos esclavos de nadie.


Jesucristo entregó su vida para que Dios perdonara nuestros pecados y nos librara de este mundo malvado. ¡Así lo ha dispuesto Dios, nuestro Padre,


Ahora os pido, de parte de Jesús, el Señor, que ya no viváis como los que no conocen a Dios, pues ellos viven de acuerdo con sus ideas sin sentido.


Él quiso morir para rescatarnos de todo lo malo y para purificarnos de nuestros pecados, haciendo de nosotros su pueblo, un pueblo deseoso de hacer el bien.


Cristo no entró en ese santuario para ofrecer a Dios la sangre de animales, sino para ofrecer su propia sangre. Entró una sola vez y para siempre; de ese modo, de una vez por todas nos libró del pecado.


La fe que tenéis en Dios es como el oro: igual que la calidad del oro se pone a prueba con el fuego, la fe que tenéis en Dios se pone a prueba con los problemas. Si pasáis la prueba, vuestra fe será más valiosa que el oro, pues el oro, aunque haya superado la prueba del fuego, se puede destruir. Así, cuando Jesucristo aparezca, hablará bien de la fe que tenéis en Dios, porque una fe que ha pasado por tantas pruebas merece ser alabada.


Por mucho tiempo habéis vivido haciendo lo mismo que hacen los que no creen en Dios. Teníais vicios y malos deseos, os emborrachabais, participabais en fiestas escandalosas y adorabais ídolos odiosos.


Sabéis que Jesucristo vino al mundo para quitar los pecados del mundo y que en él no hay ni puede haber pecado.


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