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1 Pedro 1:1 - Biblia Lenguaje Básico

1-2 Yo, Pedro, que soy enviado de Jesucristo a anunciar su mensaje, saludo a todos los cristianos que viven dispersos en las regiones de Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. De acuerdo con su plan, Dios Padre decidió elegiros a vosotros para que fuerais su pueblo. Y por medio del Espíritu Santo y de la muerte de Jesucristo, Dios os ha limpiado de todo pecado para que le obedezcáis. Deseo que Dios os conceda su gracia y os permita vivir en paz.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Yo, Pedro, apóstol de Jesucristo, escribo esta carta a los elegidos por Dios que viven como extranjeros en las provincias de Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Pedro, apóstol de Cristo Jesús, a los (judíos) que viven fuera de su patria, dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Pedro, un apóstol° de Jesús el Mesías, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos que viven como peregrinos en la diáspora, en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos,

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1 Pedro 1:1
34 Referans Kwoze  

Entonces Amán dijo al rey Asuero: —Majestad, en tu reino vive gente de otra raza. Se los encuentra uno por todos lados. Tienen leyes diferentes y no obedecen tus órdenes. No es conveniente dejarlos vivir en el reino.


Nos has hecho huir ante nuestros rivales y el enemigo nos ha quitado todo lo que teníamos.


Sin embargo, yo dejaré con vida a algunos de los que consigan escapar de la espada cuando sean llevados a otras naciones de la tierra. Cuando estén en esas naciones adonde han sido deportados, se acordarán de mí al ver el castigo que he tenido que darles por haberme sido infieles y haber adorado a los ídolos. Entonces se darán cuenta de lo mal que se portaron y se les revolverá el estómago al acordarse de su odiosa conducta.


Estos son los nombres de los doce discípulos a los que Jesús llamó apóstoles: Simón, más conocido como Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan, hijos de Zebedeo;


Pero Dios ama a quienes él ha elegido, y por eso acortará el tiempo de sufrimiento. Si no fuera así, todos morirían.


Jesús pasaba por la orilla del lago de Galilea cuando vio a dos hermanos que eran pescadores: Simón Pedro y Andrés. Mientras pescaban con sus redes,


¿Creéis que Dios no defenderá a las personas que él eligió, que oran día y noche pidiéndole ayuda? ¿Tardará él en responderles?


En realidad, Jesús no iba a morir para salvar solo a los judíos, sino también para reunir a todos los hijos de Dios que hay repartidos por el mundo.


Los jefes judíos comenzaron a preguntarse entre ellos: —¿Y adónde podrá ir, que no podamos encontrarlo? ¿Acaso piensa ir a vivir entre los judíos de otros países, y enseñar también a los que no son judíos?


Allí encontró a un judío llamado Áquila, que era de la región de Ponto. Hacía poco tiempo que Áquila y su mujer Priscila habían venido de Italia, pues Claudio, el emperador de Roma, había ordenado que todos los judíos salieran del país. Pablo fue a visitar a Áquila y a Priscila,


Pablo se quedó en Antioquía algún tiempo y después se fue a recorrer de nuevo las regiones de Galacia y de Frigia, donde animó a los discípulos a mantenerse fieles a Jesús.


Durante dos años, Pablo acudió a ese lugar para hablar de Jesús. Fue así como todos los que vivían en la provincia de Asia, tanto judíos como no judíos, tuvieron ocasión de escuchar el mensaje del Señor.


Sin embargo, algunos judíos de la región de Cirene se pusieron a discutir con él, junto con otros judíos de la ciudad de Alejandría, que pertenecían a la sinagoga de los llamados «libertos». También discutían con Esteban otros que venían de la región de Cilicia y de la provincia de Asia.


Pero los que habían huido de la ciudad de Jerusalén, seguían anunciando la buena noticia de salvación en los lugares por donde pasaban.


Las iglesias de la provincia de Asia os mandan saludos. También Áquila y Prisca os mandan cariñosos saludos en el nombre del Señor Jesús, lo mismo que la iglesia que se reúne en su casa.


Hermanos en Cristo, queremos que conozcáis los problemas y sufrimientos que tuvimos en la provincia de Asia. Fueron tan tremendos que casi no pudimos soportarlos y hasta creímos que íbamos a morir.


Por eso ante Dios ya no sois extranjeros ni gente venida de fuera. Al contrario, ahora formáis parte de su pueblo y tenéis todos los derechos; ahora formáis parte de la familia de Dios.


Tendréis que vivir en otros países, y allí adoraréis a dioses falsos, hechos de madera y de piedra, que ni vosotros ni vuestros antepasados conocisteis.


Hasta pensé en destruiros de tal modo que nadie volviera a recordaros.


Dios os dispersará por otros países y solo quedaréis unos pocos en medio de esas naciones a las que Dios os va a llevar.


Seguramente ya sabes que todos los cristianos de la provincia de Asia me abandonaron. ¡Hasta Figelo y Hermógenes me dejaron solo!


Todas las personas que hemos mencionado murieron sin recibir las cosas que Dios les había prometido. Pero como tenían fe en Dios, las vieron desde lejos y se alegraron, pues sabían que en este mundo estaban de paso y eran como extranjeros.


Yo, Santiago, que estoy al servicio de Dios y del Señor Jesucristo, os envío un saludo a los cristianos que vivís esparcidos por todo el mundo.


Amados hermanos, os hablo como si fuerais extranjeros y estuvierais de paso por este mundo. No os dejéis llevar por vuestros malos deseos, pues esos deseos os conducirán a la perdición.


Yo, Simón Pedro, estoy al servicio de Jesucristo, que me envió a anunciar su mensaje. Recibid mis saludos todos los que gracias a Jesucristo, nuestro Dios y Salvador, habéis recibido una fe de tanto valor como la nuestra.


Esa voz me dijo: —Escribe en un libro lo que ves y envíalo a las siete iglesias de la provincia de Asia, es decir, a las iglesias de Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea.


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