Pero si en ese lugar donde tu pueblo esté prisionero, se convierte a ti con toda sinceridad, atiéndelo. Si reconoce que ha pecado y actuado mal y te lo dice, escúchalo. Si tu pueblo ora a ti y te ruega, mirando hacia esta tierra que diste a sus antepasados, hacia esta ciudad y hacia este Templo que yo te he construido,
Entonces Zacarías, hijo del sacerdote Joyadá, se sintió movido por el espíritu de Dios y se dirigió al pueblo con estas palabras: —Así dice Dios: «Como no habéis cumplido mis mandamientos, os habéis buscado vuestra propia ruina. Me habéis abandonado y ahora yo os abandono a vosotros».
Por eso, si alguien no cumple uno solo de los mandamientos de Dios, aunque se trate del más pequeño, será la persona menos importante en el reino de los cielos. Lo mismo le sucederá al que enseñe a otros a no cumplir cualquiera de esos mandamientos. Pero el que cumpla los mandamientos y enseñe a otros a cumplirlos, será muy importante en el reino de cielos.
Pero Pablo le dijo: —Dios te va a golpear a ti, ¡hipócrita! Tú tienes que juzgarme de acuerdo con la Ley. Y si es así, ¿por qué la desobedeces ordenando que me golpeen?
Me da miedo pensar que, cuando vaya a visitaros, mi Dios me haga sentir tanta vergüenza que me ponga a llorar porque muchos no habéis dejado de pecar ni os habéis arrepentido de hacer el mal, sino que seguís teniendo relaciones sexuales prohibidas.
Saúl dijo a Samuel: —Tienes razón. Mi pecado ha sido no obedecer a Dios y no seguir tus instrucciones. Pero es que tuve miedo al pueblo y me sometí a su voluntad.