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1 Corintios 4:15 - Biblia Lenguaje Básico

15 Podréis tener diez mil maestros que os instruyan acerca de Cristo, pero padres no tenéis muchos. El único padre que tenéis soy yo, pues cuando os anuncié la buena noticia de Jesucristo, llegasteis a ser mis hijos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

15 Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 Pues, aunque tuvieran diez mil maestros que les enseñaran acerca de Cristo, tienen solo un padre espiritual. Pues me convertí en su padre en Cristo Jesús cuando les prediqué la Buena Noticia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Pues aunque tuvieran diez mil monitores de vida cristiana, no pueden tener muchos padres, y he sido yo quien les transmitió la vida en Cristo Jesús por medio del Evangelio.

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 Porque aunque tengáis diez mil pedagogos en el Mesías, no tenéis° muchos padres; porque en Jesús el Mesías, yo os engendré por medio del evangelio.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Pues aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, padres no tenéis muchos: porque yo os engendré en Cristo Jesús por el Evangelio.

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1 Corintios 4:15
25 Referans Kwoze  

¡Yo no soy su padre ni su madre! ¡No tengo por qué cargar con ellos como si fuera una madre con un bebé de pecho y llevarlos al territorio que tú les vas a dar!


Siempre he tratado de anunciar a Cristo en regiones donde nadie antes hubiera oído hablar de él. Así, al anunciar la buena noticia, no me he aprovechado del trabajo anterior de otros apóstoles.


Dios os ha unido a Cristo Jesús, y gracias a esa unión ha hecho que Cristo sea nuestra sabiduría, nuestra salvación, nuestra liberación y nuestra santificación.


Queridos hermanos, quiero recordaros la buena noticia que os anuncié. Vosotros la recibisteis con gusto y confiasteis en ella.


Dios, por su bondad, me permitió actuar como si yo fuera el arquitecto de ese edificio. Y, como buen arquitecto, puse una base firme: os di la buena noticia de Jesucristo. Luego, otros construyeron sobre esa base. Pero cada uno debe estar atento a cómo construye;


yo os anuncié la buena noticia de Jesucristo y Apolo hizo que se afianzara, pero es Dios quien ha hecho que dé fruto.


Tanta importancia tienen los que anuncian la noticia como los que la afianzan. Cada uno de ellos recibirá su premio, según el trabajo que haya hecho.


Si otros tienen ese derecho, con más razón lo tenemos nosotros. Pero no hemos hecho valer ese derecho, sino que todo lo hemos soportado, con tal de no crear problemas al anunciar la buena noticia de Cristo.


De la misma manera, el Señor mandó que quienes anuncian la buena noticia vivan de ese mismo trabajo.


Yo no anuncio la buena noticia de Cristo para sentirme importante. Lo hago porque Dios así me lo ordenó. ¡Y pobre de mí si no lo hiciera!


Pero entonces, ¿qué gano yo con eso? Pues la satisfacción de poder anunciar la buena noticia, sin recibir nada a cambio, es decir, anunciarla sin hacer valer mi derecho de vivir de mi trabajo como apóstol.


Y todo esto lo hago por amor a la buena noticia, y porque quiero participar de sus buenos resultados.


Y nosotros no nos anunciamos a nosotros mismos. Al contrario, anunciamos que Jesucristo es nuestro Señor, y que nosotros somos vuestros servidores por amor a Jesucristo.


La ley fue como un maestro que nos guio y llevó hasta Cristo para que Dios nos aceptara por creer en él.


Pero ahora que ha llegado el tiempo en que podemos creer en Jesucristo, no hace falta que nadie nos guíe.


Yo os quiero como a hijos, pero mientras no lleguéis a ser como Cristo, me haréis sufrir mucho, tanto como sufre una madre con dolores de parto.


Porque llegará el día en que no querrán escuchar la buena enseñanza. Al contrario, querrán oír enseñanzas que les agraden. Por eso buscarán maestros que les digan lo que quieren oír.


Con esta firma, que es de mi puño y letra, me comprometo a ello. Aunque en realidad eres tú quien estás en deuda conmigo.


Además, quiso que fuéramos los primeros entre sus criaturas. Por eso, por medio de la buena noticia de salvación nos dio una vida nueva.


Dios ha hecho que volváis a nacer, no de padres humanos, que finalmente mueren, sino gracias al mensaje de Dios. Y es que ese mensaje da vida y nada puede destruirlo.


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