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1 Corintios 13:2 - Biblia Lenguaje Básico

2 Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi fe en él me haga mover montañas. Si no tengo amor, no soy nada.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Si tuviera el don de profecía y entendiera todos los planes secretos de Dios y contara con todo el conocimiento, y si tuviera una fe que me hiciera capaz de mover montañas, pero no amara a otros, yo no sería nada.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios -el saber más elevado-, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor nada soy.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y toda la ciencia,° y si tuviera toda la fe, de tal manera que removiera montañas,° y no tuviera amor, nada soy.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Y si tengo el don de profecía y conozco todos los misterios y todo el saber; y tengo tanta fe como para mover montañas, pero no tengo amor, nada soy.

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1 Corintios 13:2
38 Referans Kwoze  

Jesús les dijo: —A vosotros os he explicado los secretos del reino de Dios, pero no a los demás.


Jesús les respondió: —Porque no tenéis fe en Dios. Os aseguro que si vuestra fe fuera tan pequeña como un grano de mostaza, podríais ordenarle a esta montaña que se moviera de su lugar, y os obedecería. ¡Nada sería imposible para vosotros!


y al ver una higuera, se acercó a ella, pero no encontró ningún higo para comer. El árbol solo tenía hojas. Entonces, Jesús dijo a la higuera: —¡Nunca volverás a dar higos! En aquel mismo instante, el árbol se secó.


Jesús les contestó: —Os aseguro que si tenéis fe y no dudáis del poder de Dios, todo lo que pidáis en vuestras oraciones se hará realidad. Hasta podríais hacer lo mismo que yo hice con la higuera, y todavía más. Si dijerais a esta montaña: «Quítate de aquí y échate en el mar», ella os obedecería.


En la iglesia de Antioquía estaban Bernabé, Simeón «el Negro», Lucio, natural de Cirene, Manaén y Saulo. Manaén se había criado junto con el rey Herodes Antipas. Todos ellos eran profetas y maestros.


Hermanos en Cristo, hay mucho que todavía no sabéis. Por eso voy a explicaros el plan que Dios ha mantenido en secreto. Algunos judíos se han vuelto muy tercos y no quieren creer en Jesucristo; pero solo se portarán así hasta que los no judíos pasen a formar parte del pueblo de Dios.


Hermanos míos, estoy seguro de que sois muy buenos y estáis llenos de conocimientos, pues sabéis aconsejaros unos a otros.


Dios tiene poder para manteneros en la fe que yo os he proclamado al anunciar la buena noticia de Jesucristo. Esto va de acuerdo con el plan que Dios nos dio a conocer, y que mantuvo en secreto desde antes de crear el mundo.


Si el hombre ora a Dios o habla en su nombre con la cabeza cubierta, no le da a Cristo la honra que merece.


En la Iglesia, Dios le dio una función a cada una de las partes. En primer lugar, puso apóstoles; en segundo lugar, puso profetas, y en tercer lugar, maestros. También hay algunos que hacen milagros, y otros que tienen la capacidad de sanar a los enfermos; unos ayudan, otros dirigen, e incluso hay quienes hablan en un lenguaje misterioso.


Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todas las lenguas del mundo y hasta el lenguaje de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un trozo de metal que solo sirve para hacer ruido; ¡soy como una campana desafinada!


Si no tengo amor, de nada me sirve dar a los pobres todo lo que tengo o dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás.


Solo el amor vive para siempre. Llegará el día en que ya nadie hablará de parte de Dios, ni hablará en lenguas extrañas, ni conocerá los planes secretos de Dios.


Igualmente, si algunos hablan de parte de Dios, que sean solo dos o tres personas. Los demás deben prestar atención, para ver si el mensaje es de parte de Dios o no.


Mis queridos hermanos, está muy bien que queráis hablar de parte de Dios, pero no pongáis obstáculos a quienes hablen un lenguaje misterioso.


Os voy a contar algo que Dios tenía en secreto: No todos moriremos, pero todos seremos transformados.


Si alguien no ama al Señor Jesucristo, que la maldición de Dios caiga sobre él. Por mi parte, esto es lo que pido: «¡Ven, Señor nuestro!».


En cuanto a nosotros, que los demás nos consideren como simples servidores de Cristo, encargados de dar a conocer los planes que Dios ha mantenido en secreto.


Lo importante no es que uno se circuncide o no, sino que obedezca lo que Dios manda.


En cuanto a esto de comer alimentos ofrecidos a los ídolos, bien sabemos que los ídolos no tienen vida, y que solamente hay un Dios.


¡He sido un insensato! Pero sois vosotros los que me habéis obligado a serlo. En realidad, deberíais ser vosotros quienes hablarais bien de mí, pues, aunque soy poca cosa, soy tan capaz como esos superapóstoles.


Por eso os digo: obedeced al Espíritu de Dios y así no os dejaréis arrastrar por el mal.


En cambio, el Espíritu de Dios nos hace amar a los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos. Nos hace ser pacientes y amables; nos enseña a tratar bien a los demás y a tener confianza en Dios,


Si alguien se cree importante, cuando en realidad no lo es, se está engañando a sí mismo.


Si leéis lo que escribí, sabréis cómo entiendo ese plan que Dios ha llevado a cabo por medio de Jesucristo.


Orad también por mí y pedidle a Dios que me dé el valor de anunciar con plena libertad el desconocido mensaje de la buena noticia.


Este mensaje habla del plan que, desde hacía muchos siglos, Dios había mantenido en secreto, pero que ahora ha revelado a quienes creen en él.


No hay duda de que es muy profunda la verdad de la religión cristiana: Cristo vino al mundo como hombre, el Espíritu lo declaró inocente, los ángeles lo vieron. Su mensaje se anunció entre las naciones y el mundo creyó en él. Dios lo recibió en su gloria.


El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.


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