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1 Corintios 1:18 - Biblia Lenguaje Básico

18 Hay quienes piensan que hablar de la muerte de Cristo en la cruz es una tontería. Pero los que opinan así no se salvarán, pues viven haciendo el mal. Sin embargo, para los que sí van a salvarse, es decir, para nosotros, ese mensaje está apoyado en el poder de Dios.

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Biblia Reina Valera 1960

18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 ¡El mensaje de la cruz es una ridiculez para los que van rumbo a la destrucción! Pero nosotros, que vamos en camino a la salvación, sabemos que es el poder mismo de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Porque el lenguaje de la cruz resulta una locura para los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es poder de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Porque la palabra de la cruz ciertamente es necedad para los que se pierden, pero para nosotros los salvos,° es poder de Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 De hecho, la palabra de la cruz es una necedad para los que están en vías de perdición; mas para los que están en vías de salvación, para nosotros, es poder de Dios.

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1 Corintios 1:18
21 Referans Kwoze  

Contemplad esto, insensatos, pero asombraos ahora y desapareced, porque voy a hacer algo en vuestros días que cuando os lo cuenten no lo creeréis.


En la plaza conversó con algunos filósofos, unos eran de los que pensaban que lo más importante en la vida es ser feliz, y otros filósofos eran de los que enseñaban que la gente tiene que controlarse a sí misma para no hacer el mal. Algunos de ellos se preguntaban: —¿De qué habla este charlatán? Otros decían: —Parece que habla de dioses de otros países, pues habla de un tal Jesús y de la diosa Resurrección.


Cuando oyeron hablar de «resurrección de entre los muertos», algunos comenzaron a burlarse de Pablo y otros dijeron: —Mejor hablamos de esto otro día.


Juntos alababan a Dios, y todos en la ciudad los querían. Cada día el Señor hacía que muchos creyeran en él y se salvaran.


No me da vergüenza anunciar esta buena noticia. Gracias al poder de Dios, todos los que la escuchan y creen en Jesús son salvos; no importa si son judíos o no lo son.


Dios es tan sabio que no ha querido que la gente de este mundo lo conociera mediante el conocimiento humano. En lugar de eso, decidió salvar a los que creyeran en el mensaje que anunciamos, aun cuando este mensaje parezca algo absurdo.


Si continuáis confiando firmemente en esa buena noticia, alcanzaréis la salvación. Pero si no, de nada os servirá haberla aceptado.


Los que no tienen este Espíritu no aceptan las enseñanzas espirituales, pues las consideran una tontería. Y tampoco pueden entenderlas, porque no tienen el Espíritu de Dios.


Al contrario, decidí hablaros solo de Cristo, y principalmente de su muerte en la cruz.


Porque, para Dios, la sabiduría de este mundo es más bien ignorancia. Como dice la Escritura: «Dios hace que los sabios caigan en sus propias trampas».


Por obedecer a Cristo, la gente nos considera necios. En cambio, gracias a Cristo, a vosotros os consideran ejemplo de sensatez. Nosotros somos los débiles, y vosotros los fuertes. A vosotros os respetan, y a nosotros no.


ni luchamos con las armas de este mundo. Al contrario, usamos el poder de Dios para destruir las fuerzas del mal, toda clase de acusaciones


Los únicos que no pueden entender la buena noticia que anunciamos son los que no se salvarán.


Cuando os anunciamos la buena noticia, no lo hicimos solo con palabras. Sino que lo hicimos impulsados por el poder del Espíritu Santo y plenamente convencidos de que era para vuestro bien.


Pongamos, pues, toda nuestra atención en Jesús, que es quien fundamenta y perfecciona nuestra fe y quien soportó la vergüenza de morir clavado en una cruz porque sabía que, después de tanto sufrimiento, le esperaba una existencia feliz. Y, efectivamente, ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.


Cada palabra que Dios pronuncia es eficaz y tiene vida. La Palabra de Dios es más cortante que una espada de dos filos y penetra hasta lo más profundo de nuestro ser. Allí examina nuestros pensamientos y deseos y deja en claro si son buenos o malos.


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