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1 Corintios 1:12 - Biblia Lenguaje Básico

12 Mientras que algunos dicen: «Yo soy seguidor de Pablo», otros dicen: «pues yo no, yo lo soy de Apolo». Hay también otros que dicen: «Yo soy seguidor de Pedro», e incluso no faltan quienes dicen: «Yo sigo a Cristo».

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

12 Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Algunos de ustedes dicen: «Yo soy seguidor de Pablo». Otros dicen: «Yo sigo a Apolos» o «Yo sigo a Pedro», o «Yo sigo únicamente a Cristo».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Yo soy de Apolo, o 'Yo soy de Cefas', o 'Yo soy de Cristo'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Y quiero decir esto: que cada uno de vosotros dice: Yo, ciertamente soy de Pablo, yo de Apolos,° yo de Cefas, yo del Mesías.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Me refiero a que cada uno de vosotros dice: 'Yo soy de Pablo'; 'Yo de Apolo'; 'Yo de Cefas'; 'Yo de Cristo'.

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1 Corintios 1:12
20 Referans Kwoze  

Después de la muerte de Zimrí, el pueblo de Israel se dividió. Unos querían que el rey fuera Tibní, hijo de Guinat, y otros, que lo fuera Omrí.


Pero vosotros no esperéis que la gente os llame maestros, porque sois como hermanos, y tenéis solamente un maestro.


Entonces Andrés llevó a Simón donde estaba Jesús. Cuando Jesús vio a Simón, le dijo: —Tú eres Simón, hijo de Juan, pero desde ahora te llamarás Cefas, es decir, Pedro.


Por aquel tiempo llegó a Éfeso un hombre de la ciudad de Alejandría, que se llamaba Apolo. Se expresaba con mucha facilidad, y conocía en profundidad las Escrituras.


Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo cruzó la región montañosa y llegó a la ciudad de Éfeso. Allí encontró a algunos discípulos de Jesús


Primero se le apareció a Pedro y después a los doce apóstoles.


Hermanos míos, lo que es de carne y sangre no tiene cabida en el reino de Dios; lo que es corruptible no tiene cabida en lo incorruptible.


Muchas veces he tratado de que Apolo vaya a visitaros, junto con otros hermanos. Por el momento no ha querido hacerlo, pero lo hará en cuanto pueda.


He hablado de Apolo, y de mí mismo, para que aprendáis de nuestro ejemplo lo que significa el dicho: «No hay que hacer ni decir más de lo que marcan las reglas». Así que no andéis presumiendo de que un siervo de Dios es mejor que otro.


Lo que quiero deciros es que ya no hay tiempo que perder. Los que están casados deben vivir como si no lo estuvieran;


También tenemos derecho a que nuestra esposa nos acompañe en nuestros viajes. Así lo hacen Pedro, los otros apóstoles y los hermanos del Señor.


Vosotros solo os fijáis en las apariencias. A los que están seguros de que son de Cristo, quiero decirles que yo también lo soy.


Acordaos de esto: «El que da poco, recibe poco; el que da mucho, recibe mucho».


Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados los líderes más importantes de la Iglesia, se dieron cuenta de que Dios me había dado esa misión. Entonces quedamos de acuerdo en que Bernabé y yo anunciaríamos la buena noticia a los que no son judíos y que ellos la anunciarían a quienes sí lo son. Y, para mostrarnos que estaban de acuerdo, nos dieron la mano.


Lo que quiero decir es esto: la promesa de Dios no puede cambiarla, ni dejarla sin valor, una ley que Dios dio cuatrocientos treinta años después.


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