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Juan 14:6 - Biblia Septuaginta al Español

6 Dícele Jesús: «Yo soy el camino, y la verdad y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Jesús le contestó: —Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Jesús contestó: 'Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Jesús le dice: Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene° al Padre sino por mí.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Respóndele Jesús: 'Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre, sino por mí.

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Juan 14:6
57 Referans Kwoze  

Y no hay en otro ninguno la salud; pues ni nombre hay otro bajo el cielo —el dado en hombres, en el que debamos salvarnos».


Yo soy la puerta; por mí si alguno entrare, se salvará, y entrará y saldrá, y pasto hallará.


que por él tenemos el acceso ambos a dos, en un Espíritu, al Padre.


En él vida era, y la vida era la luz de los hombres;


Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y dádonos entendimiento para que conozcamos al Verdadero; y somos en el Verdadero: en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y vida eterna.


Y el Verbo carne se hizo y habitó en nosotros, y hemos visto su gloria, gloria de Unigénito de Padre; —lleno de gracia y verdad.


pues la ley por medio de Moisés fue dada; la gracia y la verdad por medio de Jesucristo ha sido.


Por donde también salvar del todo puede a los que se allegan, por él, a Dios, siempre viviente para interceder por ellos.


y conoceréis la verdad, y la verdad libertaráos».


Pues también Cristo una vez por pecados padeció, justo por injustos, para introduciros a Dios, muerto ciertamente en carne; vivificado, empero, en espíritu;


Pues, así como el Padre resucita los muertos y vivifica, así también el Hijo a los que quiere, vivifica.


Todo el que se desvía y no permanece en la doctrina del Cristo, a Dios no tiene; el que permanece en la doctrina, éste y al Padre y al Hijo tiene.


Y si alguno no se halló en el libro de la vida escrito, fue arrojado al lago del fuego.


«Yo soy la vid la verdadera, y mi Padre el agrícola es.


Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre; ni al Padre alguien conoce sino el Hijo y a quien quisiere el Hijo revelar.


Yo soy el pan, el vivo, el del cielo descendido; si alguno comiere de este pan, vivirá por el siglo. Y el pan también que yo daré, la carne mía, es por la del mundo vida».


Y el Espíritu y la esposa dicen: «Ven»; y quien oye, diga: «Ven». Y quien tiene sed, venga; quien quiere, coja agua de vida gratuitamente.


En verdad, en verdad dígoos: si alguno mi palabra guardare, muerte no verá, no, por el siglo».


Todo el que niega al Hijo, tampoco al Padre tiene; el que confiesa al Hijo, también al Padre tiene.


y yo doiles vida eterna, y no perecerán, no, por el siglo, y no arrebatará alguno a ellas de mi mano.


Díjole, pues, Pilato: «Luego ¿rey eres tú?» Respondió Jesús: «Tú dices; porque rey soy yo. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo: a testificar la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».


Pues el pan de Dios es el que desciende del cielo y vida da al mundo.


Todavía un poco, y el mundo ya no me ve; pero vosotros me veréis, porque yo vivo, y vosotros viviréis.


Según me ha enviado, el vivo, Padre y yo vivo por el Padre, también el que me come, también aquél vivirá por mí.


Al que aproximándoos, a piedra viviente, por hombres, en verdad, desechada, pero, ante Dios, escogida, preciosa,


Dijo pues, de nuevo Jesús: «En verdad, en verdad dígoos que yo soy la puerta de las ovejas.


por el cual también el acceso hemos alcanzado a la fe por esta gracia, en que nos alzamos y gloriamos en esperanza de la gloria de Dios.


Cuando el Cristo se manifestare: la vida vuestra, entonces también vosotros, con él, manifestados seréis en gloria.


Así también está escrito: «Hecho fue el primer hombre Adán, en alma viviente, el último Adán, en espíritu vivificante».


Si dijéremos que pecado no tenemos, nos engañamos, y la verdad no está en nosotros.


Respondióle Simón Pedro: «Señor, ¿a quién iremos? palabras de vida eterna tienes,


para que, así como reinó el pecado en la muerte, así también la gracia reinara por justicia en vida eterna por Jesucristo, nuestro Señor.


y de Jesucristo, —el testigo el fiel, el primogénito(c) de los muertos y el príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama, y nos lavó de nuestros pecados en su sangre;


los, por él fieles a Dios; el que le resucitó de muertos, y gloria le dio; para que vuestra fe y esperanza sea en Dios.


Y vi el cielo abrirse, y he aquí corcel esplendente, y el sentado sobre él llamado «Fiel y Veraz»; y en justicia juzga y guerrea.


porque en él inhabita toda la plenitud de la divinidad corporalmente;


Este es el que ha venido por agua y sangre: Jesucristo: no en el agua solamente, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es el que testifica; porque el Espíritu es la verdad.


Y al ángel de la de Laodicea iglesia escribe: «Esto dice el Amén, el testigo el fiel y verdadero, el principio de la criatura de Dios:


cosas que son sombra de lo futuro; pero el cuerpo(c) del Cristo.


Y al ángel de la de Filadelfia iglesia escribe: «Esto dice el Santo, el Verdadero; el que tiene la llave de David(d) ; el que abre y nadie cerrará; y que cierra y nadie abre:


y al autor de la vida matasteis; a quien Dios resucitó de muertos; de lo que nosotros testigos somos;


Y mostróme un río de agua de vida, espléndido como cristal, el que salía del trono de Dios y del Cordero.


esto mostrando el Espíritu el santo: no haberse aún manifestado la del santuario vía, mientras el primer tabernáculo tiene consistencia;


para ser yo ministro de Cristo Jesús, para las gentes, administrando el Evangelio de Dios, para que se haga la oblación de las gentes acepta, santificada en Espíritu Santo.


pidió de él cartas a Damasco para las sinagogas, a fin de que, si algunos hallase de esta sentada, y hombres y mujeres, atados llevase a Jerusalén.


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