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Gálatas 1:4 - Biblia Septuaginta al Español

4 el que se dio por nuestros pecados, a fin de sacarnos del siglo, del presente, malo, según la voluntad de Dios y Padre nuestro;

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Tal como Dios nuestro Padre lo planeó, Jesús entregó su vida por nuestros pecados para rescatarnos de este mundo de maldad en el que vivimos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 El se entregó por nuestros pecados para arrancarnos de nuestra mala condición presente, cumpliendo así la voluntad de Dios nuestro Padre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 el cual se dio por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo,° según la voluntad de nuestro Dios y Padre,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 que se entregó a sí mismo por nuestros pecados, para arrancarnos del perverso mundo actual, según la voluntad de Dios, nuestro Padre,

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Gálatas 1:4
56 Referans Kwoze  

así como el Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y dar su alma redención por muchos.»


quien fue entregado por causa de nuestras caídas y resucitado por causa de nuestra justificación.


Con Cristo he sido crucificado; y vivo, no ya yo, pero vive en mí Cristo; y lo que ahora vivo en carne, en fe vivo la de Dios y Cristo; el que me amó y se entregó por mí.


quien los pecados nuestros el mismo llevó, en su cuerpo, sobre el leño; para que, a los pecados muriendo, a la justicia viviésemos; con cuyas llagas habéis sido sanados.


que se dio por nosotros, para rescatarnos de toda iniquidad, y depurar para sí un pueblo opulento, celador de hermosas obras.


en los que el Dios de este siglo ha cegado los sentidos de los increyentes, para que no (les) esplenda la iluminación del Evangelio de la gloria del Cristo; quien es imagen de Dios;


el que se dio rescate por todos: el testimonio en tiempos propios(a) ,


en que un día habéis caminado según el siglo(a) de este mundo, según el príncipe de la potestad del aire(b) , del espíritu el que ahora opera en los hijos de la desobediencia;


para confirmar los corazones vuestros, irreprensibles, en santidad delante del Dios y Padre nuestro, en la parusia del Señor nuestro Jesucristo, con todos sus santos.


y no os conforméis a este siglo, sino transformaos con la renovación de la mente, para probaros: cuál(a) , la voluntad de Dios, la buena(b) , y bien placiente y perfecta.


Y al Dios y Padre nuestro la gloria por los siglos de los siglos; amén.


y caminad en amor, así como también el Cristo nos amó y entregóse por nosotros ofrenda y hostia a Dios en olor de fragancia.


y de Jesucristo, —el testigo el fiel, el primogénito(c) de los muertos y el príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama, y nos lavó de nuestros pecados en su sangre;


Y cantan cantar nuevo, diciendo: «Digno eres de tomar el libro y abrir los sellos de él; porque has sido inmolado y nos has comprado para Dios, en tu sangre, de toda tribu, y lengua, y pueblo y gente;


En esto hemos conocido el amor: que aquél por nosotros su alma puso, y nosotros debemos por los hermanos las almas poner.


y él propiciación es por nuestros pecados; y no por los nuestros solamente, sino también por los de todo el mundo.


Pues también Cristo una vez por pecados padeció, justo por injustos, para introduciros a Dios, muerto ciertamente en carne; vivificado, empero, en espíritu;


Adúlteros, ¿no sabéis que la amistad del mundo enemiga de Dios es? Quien, pues, quisiere amigo ser del mundo, enemigo de Dios constitúyese.


Y el mismo Señor nuestro Jesucristo y el Dios y Padre nuestro; el que nos amó y dio consolación eterna y esperanza buena en gracia;


Ahora juicio es de este mundo; ahora el príncipe de este mundo arrojado será fuera;


ésta es mi sangre del (nuevo) testamento; la que por muchos es derramada en remisión de pecados.


Pues será el cielo nuevo y la tierra nueva; y no recordarán, no, lo primero; ni vendrá, no, a su corazón, no;


¿cuánto más la sangre del Cristo, quien, por Espíritu eterno, se ofreció inmaculado a Dios, purificará nuestra conciencia de muertas obras para servir a un Dios viviente?


Pues no a ángeles sometió el mundo el futuro; del cual hablamos.


Y el mismo Dios y Padre nuestro y el Señor nuestro Jesucristo enderece del todo el camino nuestro a vosotros.


porque no es para nosotros la lucha contra sangre y carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los mundipotentes de estas tinieblas, contra lo espiritual(e) de la malicia, en lo celeste.


en quien también hemos sido llamados predestinados, según propósito del que todo lo obra, según el consejo de su voluntad;


Pero a mí no acontezca gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo; por quien a mí el mundo crucificado está y yo al mundo.


Pues, aquél que al propio Hijo no perdonó, sino por nosotros todos entrególe ¿cómo no ya, también con él, con todas las cosas nos agraciará?


Pues lo imposible de la ley(a) , en lo que flaqueaba por la carne(b) —Dios, a su Hijo enviando en semejanza de carne de pecado; y por pecado condenó el pecado en la carne;


a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados santos: gracia a vosotros y paz de Dios, Padre nuestro y de Señor Jesucristo.


Yo soy el pastor, el bello(a) . El pastor, el bello, su alma pone por las ovejas;


pues he descendido del cielo, no para hacer la voluntad, la mía, sino la voluntad del que me ha enviado.


No puedo yo hacer de mí mismo nada; según oigo, juzgo, y el juicio el mío justo es; porque no busco la voluntad la mía, sino la voluntad del que me envió.


diciendo: «Padre, si quieres, traspasa este cáliz de mí; empero, no mi voluntad, sino la tuya hágase».


Pues también el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su alma redención por muchos».


De nuevo segunda vez, retirándose, oró: «Padre mío, si no puede éste (cáliz) pasar sin beberlo yo, hágase tu voluntad».


Así, pues, oraréis vosotros: «Padre nuestro, el de los cielos, santifíquese(a) tu nombre(b) ;


Susurraban todos mis enemigos contra mí; excogitaban males para mí,


Después de esto vi, y he aquí turba mucha que contarla nadie podía, de toda gente, y tribus, y pueblos y lenguas, estantes a faz del trono y a faz del Cordero, vestidos de estolas albas, y palmas en sus manos.


pues, el que escudriña los corazones, sabe cuál el sentir del espíritu; porque, según Dios, demanda por santos.


Y tomando pan, agradeciendo, partió y dióles, diciendo: Y, «Este es mi cuerpo el que por vosotros es dado; esto haced en mi memoria».


Y el sobre las espinas sembrado: éste es el que la palabra oye, y el cuidado del siglo y el engaño de las riquezas acaba de ahogar la palabra, e infructuosa se hace.


Pues trasmitíos, entre lo primero; lo que asimismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras;


redimiendo(f) el tiempo; que los días malos son.


memorando vuestra obra de la fe y del trabajo de la caridad y la paciencia de la esperanza de nuestro Señor Jesucristo delante de Dios y Padre nuestro;


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