Ester 8:15 - Biblia Septuaginta al Español15 Y Mardoqueo salió vestido de la regia veste, y corona llevando áurea, y diadema, y bísino purpúreo; y viendo los de Susa regocijáronse. Gade chapit laPlis vèsyonBiblia Reina Valera 196015 Y salió Mardoqueo de delante del rey con vestido real de azul y blanco, y una gran corona de oro, y un manto de lino y púrpura. La ciudad de Susa entonces se alegró y regocijó; Gade chapit laBiblia Nueva Traducción Viviente15 Luego Mardoqueo salió de la presencia del rey vestido con el manto real azul y blanco, con una gran corona de oro y con una capa de púrpura y lino de la más alta calidad. La gente de Susa también celebró el nuevo decreto y Gade chapit laLa Biblia Textual 3a Edicion15 Después, Mardoqueo salió de delante de la presencia del rey con atavíos reales de colores azul y blanco, y con una gran corona de oro y un manto de lino fino blanco y púrpura. Y la ciudad de Susa lo aclamó y se regocijó. Gade chapit laBiblia Serafín de Ausejo 197515 Mardoqueo salió de la presencia del rey con vestidura real, morada y blanca, con una gran corona de oro y un manto de lino y de púrpura; y la ciudad de Susa se alegró y se regocijó. Gade chapit la |
adornada de bisos y cárbasos(b) , tendidos en cuerdas bísinas y purpurinas, en dados áureos y argénteos, en columnas marmóreas y lapídeas; con lechos áureos y argénteos sobre pavimento de esmeraldina piedra y pínino(c) ; y paria piedra; y estrados diáfanos, variadamente entretejidos de flores, y en contorno rosas esparcidas.
Y aconteció en el día tercero, cuando cesó de orar, que se quitó las vestiduras de la servidumbre y se revistió de su gloria; y, hecha esplendorosa, invocando al de todo mirador Dios y salvador, tomó consigo las dos doncellas; y en la una se apoyaba como delicadísima, pero la otra seguía aligerando su vestimenta; y ella, sonrosada de colmo de su hermosura. Y su rostro, alegre, como amable; su corazón, empero, estrechado del temor. Y, entrando por todas las puertas, paróse delante del rey; y él estaba sentado en el trono de su reino, y de toda estola de su esplendidez revestido todo entre oro y piedras preciosas; y estaba amedrentador sobremanera. Y, alzando su semblante, encendido de gloria, en colmo de furor miró. Y cayó la reina, y demudó su color en desmayo; y reclinóse sobre la cabeza de la doncella que la precedía. Y mudó Dios el espíritu del rey en mansedumbre; y, espantado, salió de su trono, y tomóla en sus brazos hasta que se recobró. Y consolábala con palabras pacíficas, y le dijo: «¿Qué hay Ester? Yo, tu hermano; consuélate: no morirás, no. Porque el decreto es para el común de las gentes, no es para nosotros: acércate».