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Apocalipsis 22:17 - Biblia Septuaginta al Español

17 Y el Espíritu y la esposa dicen: «Ven»; y quien oye, diga: «Ven». Y quien tiene sed, venga; quien quiere, coja agua de vida gratuitamente.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 El Espíritu y la esposa dicen: «Ven». Que todos los que oyen esto, digan: «Ven». Todos los que tengan sed, vengan. Todo aquel que quiera, beba gratuitamente del agua de la vida.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 El Espíritu y la Esposa dicen: '¡Ven!' Que el que escucha diga también: '¡Ven!' El que tenga sed, que se acerque; y el que lo desee, reciba gratuitamente el agua de la vida.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven! Y el que oye, diga: ¡Ven! Y el que tenga sed, venga, y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 El Espíritu y la esposa dicen: 'Ven'. El que oiga, diga: 'Ven'. Quien tenga sed, que se acerque. El que quiera, tome gratis del agua de la vida.

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Apocalipsis 22:17
29 Referans Kwoze  

pero el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed, no, por el siglo(c) , sino el agua que le daré, haráse en él fuente de agua saltando a vida eterna».


Y díjome: «Hechas(a) están. Yo, el alfa y la o(b) , el principio y el fin. Yo al sediento le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente.


Y en el último día el grande de la fiesta, parado estaba Jesús, y clamó diciendo: «Si alguno tuviere sed, venga a mí y beba.


Y sacad agua, con alegría, de las fontanas de la salud».


Respondió Jesús y díjola: «Si supieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber»; tú le pedirías y él te daría agua viva».


Venga a ellos lazo que no conocen; y el armadijo que escondieron, cójales; y en el lazo caerán —en él.


Y ahora, la casa de Jacob, andemos a la luz del Señor.


Y mostróme un río de agua de vida, espléndido como cristal, el que salía del trono de Dios y del Cordero.


Y vino uno de los siete ángeles los que tenían las siete tazas las repletas de las siete plagas las últimas, y habló conmigo, diciendo: «Ven, te mostraré la esposa, la mujer del Cordero».


Y la ciudad, la santa Jerusalén nueva, vi descender del cielo desde Dios, preparada como esposa ataviada para su marido.


justificándose gratuitamente por su gracia, por la redención la en Cristo Jesús;


E irán gentes muchas y dirán: «Venid y ascendamos al monte del Señor y a la casa del Dios de Jacob, y nos anunciará su camino, y andaremos en él. Que de Sión saldrá ley, y palabra del Señor, de Jerusalén;


Yo, Jesús, he enviado mi ángel a testificaros esto para las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella, la esplendorosa, la matutina(d) .


Quien tiene oreja, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias: «Al que venciere, daréle a comer del leño de la vida; el que está en el paraíso de Dios».


Hasta Sión preguntarán el camino, pues hacia allá su faz darán; y llegarán y se refugiarán cerca del Señor Dios. Pues testamento eterno no se olvidará.


Mas nosotros, no el espíritu del mundo hemos recibido, porque sepamos lo por Dios agraciado a vosotros;


e irán gentes muchas y dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, y a la casa del Dios de Jacob; y nos mostrará su camino e iremos en sus sendas». Porque de Sión saldrá la ley, y la palabra del Señor, de Jerusalén;


«Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿acaso éste no es el Cristo?»


E introdújome al vestíbulo de la casa y he aquí que agua salía de debajo del atrio, a oriente; pues la fachada de la casa miraba a oriente; y el agua descendía del lado el diestro, del austro, al altar.


Dícele la mujer: «Señor, ni cubo tienes, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua, la viva?


pues el Cordero el en medio del trono pastorearáles y encaminaráles a de vida manantiales de agua; y enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos».


Y oí voz, desde el cielo, diciendo: «Escribe»: «Bienaventurados los muertos los que en Señor mueren, desde ahora». «Sí, dice el Espíritu; para que reposen de sus trabajos; que sus obras síguenles».


Y oyéronle los dos discípulos hablar, y siguieron a Jesús.


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