1 Pedro 3:3 - Biblia Septuaginta al Español3 De las cuales sea, no el exterior, de ensortijamiento y atavíos áureos o uso de vestes, ornato; Gade chapit laPlis vèsyonBiblia Reina Valera 19603 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, Gade chapit laBiblia Nueva Traducción Viviente3 No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante. Gade chapit laBiblia Católica (Latinoamericana)3 No se preocupen tanto por lucir peinados rebuscados, collares de oro y vestidos lujosos, todas cosas exteriores, Gade chapit laLa Biblia Textual 3a Edicion3 Vuestro° atavío no sea el exterior, de trenzado de cabellos y atavíos de oro, o de uso de vestidos lujosos,° Gade chapit laBiblia Serafín de Ausejo 19753 Vuestro adorno no sea el exterior, el peinado de los cabellos, los aderezos de joyas, los suntuosos vestidos, Gade chapit la |
Y aconteció en el día tercero, cuando cesó de orar, que se quitó las vestiduras de la servidumbre y se revistió de su gloria; y, hecha esplendorosa, invocando al de todo mirador Dios y salvador, tomó consigo las dos doncellas; y en la una se apoyaba como delicadísima, pero la otra seguía aligerando su vestimenta; y ella, sonrosada de colmo de su hermosura. Y su rostro, alegre, como amable; su corazón, empero, estrechado del temor. Y, entrando por todas las puertas, paróse delante del rey; y él estaba sentado en el trono de su reino, y de toda estola de su esplendidez revestido todo entre oro y piedras preciosas; y estaba amedrentador sobremanera. Y, alzando su semblante, encendido de gloria, en colmo de furor miró. Y cayó la reina, y demudó su color en desmayo; y reclinóse sobre la cabeza de la doncella que la precedía. Y mudó Dios el espíritu del rey en mansedumbre; y, espantado, salió de su trono, y tomóla en sus brazos hasta que se recobró. Y consolábala con palabras pacíficas, y le dijo: «¿Qué hay Ester? Yo, tu hermano; consuélate: no morirás, no. Porque el decreto es para el común de las gentes, no es para nosotros: acércate».