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1 Juan 5:11 - Biblia Septuaginta al Español

11 Y éste es el testimonio: que vida eterna nos ha dado Dios; y esta vida en su Hijo es.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

11 Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Y este es el testimonio que Dios ha dado: él nos dio vida eterna, y esa vida está en su Hijo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Pues bien, éste es el testimonio: que Dios nos ha dado la vida eterna, y que dicha vida está en su Hijo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y éste es el testimonio: que Dios nos dio vida eterna, y esta vida está en su Hijo.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna y esta vida está en su Hijo.

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1 Juan 5:11
37 Referans Kwoze  

Pues los estipendios del pecado, muerte; pero el carisma de Dios, vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.


Y ésta es la promesa que él os ha prometido: la vida la eterna.


El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que desobedece al Hijo, no verá vida, sino la ira de Dios queda sobre él».


Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y dádonos entendimiento para que conozcamos al Verdadero; y somos en el Verdadero: en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y vida eterna.


En esto se ha manifestado el amor de Dios para con nosotros: que a su Hijo el unigénito, ha enviado Dios al mundo, para que vivamos por él.


En él vida era, y la vida era la luz de los hombres;


El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio (de Dios) en sí. El que no cree a Dios, mendaz le ha hecho; porque no ha creído en el testimonio que ha testificado Dios acerca de su Hijo.


Y el que ha visto, ha testimoniado, y verdadero es su testimonio; y aquél sabe que lo verdadero dice, para que también vosotros creáis.


y yo doiles vida eterna, y no perecerán, no, por el siglo, y no arrebatará alguno a ellas de mi mano.


Respondióle Simón Pedro: «Señor, ¿a quién iremos? palabras de vida eterna tienes,


Pues, así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también al Hijo dio vida tener en sí mismo;


a vosotros mismos en amor de Dios guardaos, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.


Porque tres son los testificantes (en el cielo: el Padre, el Verbo, y el santo Espíritu y éstos los tres uno son;


en esperanza de vida eterna; que prometió el inmendaz Dios, antes de tiempos seculares;


mas por esto compadecióseme, por que en mí primero manifestara Cristo Jesús, la omnímoda longanimidad, para dechado de los que han de creer en él, para vida eterna.


Dícele Jesús: «Yo soy el camino, y la verdad y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí.


A Demetrio se ha testificado(j) de todos y de la misma verdad; y también nosotros testificamos; y sabes que, nuestro testimonio verdadero es.


Y sé que su mandamiento vida eterna es. Lo que yo, pues, hablo, según me ha dicho el Padre, así hablo».


Pues ésta es la voluntad de mi Padre que me ha enviado: que todo el que ve al Hijo y cree en él, tenga vida eterna; y resucitaréle yo en el último día».


Y mostróme un río de agua de vida, espléndido como cristal, el que salía del trono de Dios y del Cordero.


el que testificó la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo, cuanto vio.


En verdad, en verdad dígoos: el que cree, tiene vida eterna.


Pues, así como el Padre resucita los muertos y vivifica, así también el Hijo a los que quiere, vivifica.


el que siega, salario recibe y recoge fruto para vida eterna; para que el que siembra, a la vez se goce y el que siega.


E irán éstos a castigo eterno, y los justos a vida eterna»(e) .


para que, así como reinó el pecado en la muerte, así también la gracia reinara por justicia en vida eterna por Jesucristo, nuestro Señor.


Y éste es el testimonio de Juan, cuando enviaron a él los judíos, desde Jerusalén, sacerdotes y levitas, para que le preguntasen: «Tú ¿quién eres?»


Y debía atravesar por la Samaria.


En esto está el amor: no, porque nosotros hayamos amado a Dios, sino porque él nos amó y envió a su Hijo, propiciación por nuestros pecados.


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