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Zacarías 12:4 - Biblia Martin Nieto

4 En aquel día, palabra del Señor, heriré de espanto a los caballos, y a sus jinetes de locura. Yo miraré por Judá, pero heriré de ceguera a todos los caballos de las naciones.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 En aquel día, dice Jehová, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 »En aquel día —dice el Señor— haré que todos los caballos se espanten y que todos los jinetes pierdan el valor. Vigilaré a la gente de Judá, pero cegaré los caballos de sus enemigos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Ese día, dice Yavé, sembraré la confusión entre los caballos y volveré locos a sus jinetes. Dejaré ciegos a todos los pueblos y cuidaré de la casa de Judá.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Aquel día, dice YHVH, heriré a todo caballo con pánico y a todo jinete con locura. Pero abriré mis ojos sobre la casa de Judá, mientras hiero con ceguera a todo caballo de los gentiles.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 'Aquel día -oráculo de Yahveh- heriré de terror a todos los caballos, y de locura a sus jinetes. Sobre la casa de Judá tendré mis ojos abiertos. Pero heriré de ceguera los caballos de los pueblos.

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Zacarías 12:4
24 Referans Kwoze  

ten tus ojos noche y día fijos sobre este templo, sobre este lugar del que dijiste: mi nombre estará aquí; y escucha la plegaria que tu siervo haga en este lugar.


y él envió allá caballos, carros y un fuerte contingente de tropas. Llegaron de noche y cercaron la ciudad.


Y cuando los sirios bajaban contra él, Eliseo oró al Señor de esta manera: 'Ciega a esa gente'. Y el Señor los dejó ciegos, como había pedido Eliseo.


Ten tus ojos noche y día fijos sobre este templo, sobre este lugar que has hecho morada de tu nombre. Escucha la plegaria que tu siervo haga en este lugar.


Dios mío, ten abiertos tus ojos y atentos tus oídos a las plegarias que suben a ti desde este lugar.


En adelante mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a las plegarias que se hagan en este lugar.


Que tus oídos estén atentos y tus ojos abiertos para escuchar la plegaria de tu siervo, que yo derramo ahora ante ti, día y noche, por los israelitas tus siervos, confesando los pecados que ellos han cometido contra ti. Yo mismo y la casa de mi padre hemos pecado;


Aquel día el Señor visitará a las milicias del cielo allá en lo alto; y aquí abajo, a los reyes de la tierra.


Inclina, Señor, tu oído y escucha; abre, Señor, tus ojos y mira; escucha las palabras de Senaquerib, que ha mandado insultar al Dios vivo.


Como se mira con agrado a estos higos buenos, así miraré yo favorablemente a los desterrados de Judá, a quienes arrojo de este lugar al país de los caldeos.


yo te haré volver, te pondré garfios en las quijadas; te haré salir con todo tu ejército, caballos y caballeros, todos bien equipados; huestes inmensas con adargas y escudos, todos diestros en el manejo de la espada.


Os hartaréis a mi mesa de caballos y caballeros, de héroes y toda clase de guerreros, dice el Señor Dios.


Inclina, Dios mío, tus oídos y escucha. Abre tus ojos y mira nuestras ruinas y la ciudad sobre la cual se invoca tu nombre. Oh, no; no apoyados en nuestras obras justas presentamos nuestras súplicas ante ti, sino en tu gran misericordia.


Serán como héroes en la batalla que pisan el polvo de las calles; pelearán porque el Señor está con ellos, y los jinetes serán cubiertos de vergüenza.


En aquel día será tan grande el llanto sobre Jerusalén como el llanto de Hadad-Rimón en la llanura de Meguido.


Aquel día haré yo de Jerusalén una piedra muy pesada para todos los pueblos; todos los que intenten levantarla serán gravemente heridos. Todos los habitantes de la tierra se juntarán contra ella.


Entonces los jefes de Judá se dirán: 'Los habitantes de Jerusalén tienen su fuerza en el Señor todopoderoso, su Dios'.


En aquel día yo haré de los jefes de Judá como una olla puesta sobre fuego de leña y como hachas encendidas en un manojo; ellos devorarán a derecha y a izquierda a todos los pueblos de alrededor, y Jerusalén será de nuevo habitada en su lugar.


Así será también la plaga de los caballos, mulos, camellos y asnos, y de todas las bestias que haya en aquellos campos.


Me colocaré junto a mi casa como un guardián contra los que van y vienen. No volverá a pasar por ella el opresor, pues ahora yo vigilo con mis propios ojos.


Dios, pasando por alto los tiempos de la ignorancia, hace saber ahora a los hombres que todos, en todas partes, se arrepientan,


El Señor te herirá de locura, ceguera y delirio,


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