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Salmos 51:18 - Biblia Martin Nieto

18 Tú no quieres ofrendas ni holocaustos; si te los ofreciera, no los aceptarías.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

18 Haz bien con tu benevolencia a Sion; Edifica los muros de Jerusalén.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Mira a Sion con tu favor y ayúdala; reconstruye las murallas de Jerusalén.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Un sacrificio no te gustaría, ni querrás si te ofrezco, un holocausto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Haz bien con tu benevolencia a Sión, Edifica los muros de Jerusalem.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 No está tu complacencia en sacrificios para que yo te ofrezca, ni quieres tú holocaustos.

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Salmos 51:18
23 Referans Kwoze  

Después les dije: 'Ya veis la triste situación en que nos encontramos: Jerusalén destruida, sus puertas consumidas por el fuego. Venid, reconstruyamos la muralla de Jerusalén y no seremos más objeto de escarnio'.


Las naciones respetarán el nombre del Señor y los reyes de la tierra tu gloria,


El Señor reconstruye Jerusalén y reúne a los dispersos de Israel,


Oh Dios, rescata a Israel, líbralo de todas sus desgracias.


Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, no pides holocaustos ni sacrificios por el pecado; en cambio, me has abierto el oído,


Que lo alaben los cielos y la tierra, el mar y cuanto en él se mueve.


Sí, el Señor se compadece de Sión, se compadece de todas sus ruinas; convertirá su desierto en un edén, y su tierra seca en el jardín del Señor. Gritos de gozo y júbilo se oirán en ella, acción de gracias al son de la música.


Reedificarás las viejas ruinas, construirás sobre cimientos de pasadas edades; serás llamado tapiador de brechas, restaurador de moradas en ruinas.


Por amor de Sión no me he de callar, no descansaré por Jerusalén, hasta que no despunte como la aurora su justicia y flamee su salvación como una antorcha.


Vosotros, los escapados de la espada, salid, no os detengáis. Invocad al Señor en esta tierra lejana y acordaos de Jerusalén.


Sábelo, pues, y entiéndelo bien: Desde que se dio la orden de restaurar Jerusalén hasta que surja un príncipe ungido, habrá siete semanas. Durante sesenta y dos semanas, plaza y muros serán restaurados en medio de la angustia de los tiempos.


¿Aceptará el Señor miles de carneros y millones de ríos de aceite? ¿Ofreceré mi primogénito por mi delito, el fruto de mis entrañas por mi propio pecado?


Ya llega el día en que serán reedificados tus muros; aquel día serán dilatadas tus fronteras.


Entonces levanté mis ojos y tuve una visión. Vi a un hombre que tenía en su mano una cinta de medir.


No tengáis miedo, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha decidido daros el reino.


Por puro amor nos ha predestinado a ser sus hijos adoptivos, por medio de Jesucristo y conforme al beneplácito de su voluntad,


dándonos a conocer el designio misterioso de su voluntad, según los planes que se propuso realizar por medio de Cristo


pues es Dios el que obra en vosotros el querer y el obrar, según su voluntad.


En este sentido pedimos sin cesar por vosotros: que nuestro Dios os haga dignos de vuestra vocación y que con su poder lleve a término todos vuestros buenos deseos y la obra de vuestra fe.


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