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Romanos 2:5 - Biblia Martin Nieto

5 Tú, con tu corazón impenitente y duro, estás amontonando castigos para el día del castigo, cuando se manifieste el justo juicio de Dios,

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Biblia Reina Valera 1960

5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Pero eres terco y te niegas a arrepentirte y abandonar tu pecado, por eso vas acumulando un castigo terrible para ti mismo. Pues se acerca el día de la ira, en el cual se manifestará el justo juicio de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Si tu corazón se endurece y te niegas a cambiar, te estás preparando para ti mismo un gran castigo para el día del juicio, cuando Dios se presente como justo Juez.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Pero según tu dureza y tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de ira y de la revelación del justo juicio de Dios;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Pero, por tu dureza y tu impenitente corazón, estás acumulando ira para el día de la ira, cuando se revele el justo juicio de Dios,

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Romanos 2:5
40 Referans Kwoze  

No seáis de cabeza dura como vuestros padres. Tended vuestras manos al Señor y venid al santuario que él ha santificado para siempre. Servid al Señor, Dios vuestro, y el furor de su ira se apartará de vosotros.


Se rebeló asimismo contra el rey Nabucodonosor, al cual había prestado juramento en el nombre de Dios. Fue terco y obstinado y no quiso convertirse al Señor, Dios de Israel.


El malvado es respetado en el día del desastre, el día de la ira se ve libre.


El Señor está a tu derecha, aplastará a los reyes el día de su cólera;


'No endurezcáis vuestro corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto,


Yo endureceré el corazón de los egipcios y seguirán tras ellos por el mar; así seré glorificado a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de sus caballeros.


Ahora anda, conduce al pueblo al lugar que te he ordenado. Mi ángel irá delante de ti. Pero en el día de mi visita los castigaré por su pecado'.


Los magos dijeron al Faraón: '¡Aquí está el dedo de Dios!'. Pero el corazón del Faraón se endureció y no les escuchó, como había dicho el Señor.


Ellos acechan para derramar su propia sangre, contra ellos mismos tienden insidias.


En el día de la ira las riquezas de nada sirven, pero la justicia libra de la muerte.


Dichoso el hombre que está siempre en el temor, el que endurece su corazón caerá en la desventura.


El hombre que ante los reproches se hace más terco será quebrantado de repente y sin remedio.


Dios nos pedirá cuentas de todas nuestras acciones, buenas o malas, aun de las que hayamos hecho en secreto.


Porque sabía que tú eres obstinado, que es una barra de hierro tu cerviz y de bronce tu frente,


y la ha llevado a cabo. El Señor ha cumplido todo lo que había dicho, porque vosotros pecasteis contra él y no escuchasteis su voz. Por eso os ha sobrevenido todo esto.


Les daré un solo corazón e infundiré en ellos un espíritu nuevo; quitaré de su pecho el corazón de carne


Pero la casa de Israel no querrá escucharte a ti, como no quiere escucharme a mí, porque toda la casa de Israel es de cabeza dura y corazón de piedra.


Pero tan pronto como se ensoberbeció su corazón y su espíritu se obstinó en el orgullo, fue depuesto de su trono real y se le quitó su gloria.


La culpa de Efraín está cerrada en lugar seguro, su pecado está bien guardado.


No saben obrar con rectitud, dice el Señor; acumulan la violencia y la opresión en sus palacios.


La ira de Dios se manifiesta desde el cielo contra toda la impiedad e injusticia de los hombres que detienen la verdad con la injusticia;


Hermanos, no quiero que ignoréis este misterio -para que no presumáis de vosotros mismos-: el endurecimiento de una parte de Israel ha sucedido hasta que todos los paganos hayan entrado;


¿Qué tienes tú que decir en contra, si Dios, queriendo manifestar su indignación y dar a conocer su poder, soportó con gran paciencia a los que estaban preparados para la destrucción;


pues todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba lo que mereció durante su vida mortal, conforme a lo que hizo, bueno o malo.


Pero Sijón, rey de Jesbón, no nos permitió pasar por sus dominios, pues el Señor, tu Dios, había hecho inflexible su espíritu y había endurecido su corazón, con el fin de ponerlo en tus manos, como aún lo está hoy.


Todo esto lo tengo yo conmigo / como una joya encerrada en mis tesoros


Esto es una manifestación del justo juicio de Dios, para haceros así dignos de su reino, por el cual padecéis.


Más bien, animaos mutuamente cada día mientras dura este 'hoy', de modo que ninguno de vosotros se endurezca por la seducción del pecado.


Cuando se dice: Hoy, si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como ocurrió en la rebelión,


de nuevo Dios fija un día, un 'hoy', diciendo por David, después de tanto tiempo, lo que ya ha sido dicho: ¡Hoy, si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones!...


Vuestro oro y vuestra plata se han puesto roñosos, y su roña será un testimonio en contra vuestra y devorará vuestra carne como fuego. Atesorasteis en los últimos días.


Porque el Señor había decretado que todas estas ciudades endureciesen su corazón para que combatiesen contra los israelitas; y los israelitas los exterminaron por completo y sin piedad, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.


El Señor sabe librar a los piadosos de la tentación y reservar a los criminales para ser castigados el día del juicio,


En cambio, la misma palabra de Dios tiene reservados y guardados los cielos y la tierra actuales para el día del juicio y de la perdición de los malhechores.


y ha reservado en eterna prisión, en el fondo de las tinieblas, para el día del juicio final, a los ángeles que no guardaron su condición privilegiada y perdieron su propia mansión;


Ya le he dado tiempo para que se arrepienta, pero ella no quiere convertirse de su lujuria.


porque ha llegado el gran día de su ira, y ¿quién podrá resistir?


No seáis testarudos, como fueron los egipcios y el Faraón; Dios los castigó duramente hasta que dejaron salir a los israelitas.


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